domingo, 26 de enero de 2025

Malvinas: Críticas al texto "No conocían el uso de su principal arma"

No conocían el uso de su principal arma


Extracto sacado del libro "Comandos en Malvinas -La otra historia", capítulo "Análisis de las operaciones". Libro disponible en papel y e-book en Amazon.



En la foto comandos del EA por las calles de la capital malvinense.

...Una vez en la cima del monte Simon, los comandos argentinos divisaron helicópteros británicos al norte de su posición y trataron de transmitir la información a Puerto Argentino con la radio Thompson TRC 300 (ver foto debajo) de HF con la que estaban equipados. Este equipo era de características similares a las Clansman PRC 320 utilizadas por los británicos. Cuando quisieron comunicarse utilizaron el modo SSB (Single Side Band/ Banda Lateral Única), un modo de comunicación por voz a través de la red de HF. Pero, aunque consiguieron establecer comunicación, esta se cortó al momento. Los comandos lo intentaron «casi» todo, desde cambios de posición a cambios de antena, pero no pudieron volver a establecer comunicación.


Posteriormente, ese mismo día, algo consiguieron cuando aprovecharon el paso de dos helicópteros argentinos que regresaban a Puerto Argentino transportando a la patrulla de Pinasco. Los comandos de la 1ª Sección de la 602 contactaron con los helicópteros y pudieron transmitirles parte de la información. Aun así, en ningún momento lograron contactar de nuevo con la capital. Hasta aquí nada parecería fuera de lo normal, pero la realidad era muy distinta. En esos momentos Vercesi y sus hombres no sabían si sus problemas eran simples problemas de transmisión, propios y habituales de las transmisiones en HF y que todas las unidades sufrieron durante la guerra, o estaban relacionados con posibles interferencias por parte de los equipos de guerra electrónica británicos, también llamadas jamming en el argot. Si los comandos argentinos hubieran seguido un protocolo de comunicaciones normal, fuese cual fuese el origen del problema, su siguiente paso debería haber sido dejar la SSB y tratar de establecer contacto mediante CW (Continuous Wave/Onda Continua). La CW es un modo de emisión que, operando también en el espectro de HF, se caracteriza porque interrumpe la señal a intervalos ya establecidos pertenecientes a un código, es el por todos conocido código Morse. Todos los comandos del EA o al menos su radioperador, el Tte. 1º Gatti, perteneciente al arma de ingenieros, debería haber conocido, como probablemente conocía, las características de la transmisión por CW. Debería haber sabido que la CW es más eficiente que la SSB en situaciones con fuertes interferencias o con adversas condiciones atmosféricas para la propagación de las señales de HF. Igualmente, la CW al ocupar poco ancho de banda y tener una relación señal/ruido muy alta, permite establecer comunicaciones a mayor distancia que ningún otro modo. Es por ello que pese a ser un sistema antiguo, era el usado por las patrullas británicas. Los británicos sabían que las ondas en HF se ven muy afectadas por los constantes cambios de la ionosfera, la capa de la atmosfera donde rebotan las ondas HF. Por ello sus patrullas, que también tuvieron sus problemas, utilizaron principalmente la CW; ello pese a algunos inconvenientes de la CW, como una capacidad de transmisión más lenta y mayores posibilidades de radiodetección. Otras unidades argentinas también sufrieron los problemas con sus equipos de radio a la hora de transmitir e igualmente ninguna de ellas recurrió a la CW. Muy conocido es el caso de los comandos anfibios en su patrulla a San Carlos. De hecho, ninguna patrulla argentina siquiera llevó consigo a Malvinas la llave o manipulador de Morse con el que sus radios estaban equipadas. Probablemente arriesgándonos demasiado a dar por hecho que los comandos argentinos conocían las características de propagación de la CW, solo dos posibilidades son factibles, a cuál de ellas peor. La primera es que en sus protocolos o instrucciones de empleo de comunicaciones no estuviera previsto el caso de un fallo de transmisión con la SSB y, la segunda, que los comandos no tuvieran práctica suficiente o ninguna práctica en la transmisión con código Morse. Fuese cual fuese el motivo de esta mala práctica de los comandos argentinos, su gravedad es extrema. La doctrina de empleo de las unidades de operaciones especiales a principios de los 80, al igual que la actual, resaltaba la importancia de los equipos de radio dentro de una patrulla, más aún si es de reconocimiento. Los distintos equipos de radio, sea de HF, VHF o UHF eran considerados como la principal arma de la patrulla y la pieza de equipo más importante transportada. Sin sus radios, una patrulla infiltrada en territorio enemigo no tiene razón de ser, no puede comunicar la información recabada, no puede pedir apoyo si se encuentra en problemas y, además, se ve imposibilitada de contactar con los helicópteros a la hora de ser exfiltrada. Es por ello que todos los miembros de una patrulla de reconocimiento y, sobre todo, los operadores de radio, deben recibir un entrenamiento intensivo y profundo en el uso de los distintos equipos y antenas, deben poder solventar la mayoría de los problemas técnicos y además deben ser capaces de sacar el mayor rendimiento de sus equipos en las peores condiciones operacionales.



Críticas al texto


El análisis presentado sobre las operaciones de los comandos argentinos en Malvinas pretende ser una crítica seria y estructurada, pero en realidad se queda corto, cayendo en un tono pretencioso y casi ridículo, sobre todo cuando señala con dedo acusador las fallas en las comunicaciones. Según el autor, el problema parece ser tan sencillo como que los soldados “debían haber usado CW”, como si activar el código Morse fuera un truco mágico que solucionara todos los inconvenientes logísticos, técnicos y operativos. Sí, claro, porque en medio de un terreno inhóspito, escalando montes y bajo amenaza constante del enemigo, los comandos debían sacar tiempo para preguntarse: “¿Dónde está mi manipulador de Morse? ¡Es hora de brillar!”. La sugerencia resulta, por decir lo menos, desconectada de la realidad.

El autor insiste en que los operadores deberían haber estado perfectamente entrenados para usar CW y resalta cómo los británicos, en su perfección casi mitológica, lo implementaron sin problemas. Pero olvidemos por un momento que los comandos argentinos ni siquiera tenían los manipuladores necesarios con ellos en Malvinas y que el entrenamiento en CW, si acaso se les dio, no era una prioridad en su formación. También ignoremos que el uso del código Morse habría expuesto a las patrullas a un mayor riesgo de radiodetección. El autor no parece interesado en cuestionar por qué la planificación estratégica falló en proporcionar tanto el equipo como el entrenamiento adecuado. Es más fácil culpar a los soldados en el terreno, ¿no?

La frase “no conocían el uso de su principal arma” es particularmente insultante. Sí, porque los comandos, enfrentándose a todo tipo de adversidades, claramente no sabían para qué servía la radio. Seguro pensaban que era un adorno táctico, algo para lucir en la mochila mientras escalaban montes helados. No es que la radio fuera defectuosa o que el entorno hostil afectara las señales, no. Era pura negligencia de su parte, claro. La crítica no toma en cuenta que los soldados hicieron todo lo razonablemente posible: intentaron cambiar de posición, probaron antenas distintas, buscaron alternativas creativas como comunicarse con helicópteros que pasaban cerca. Pero no, nada de esto parece suficiente para el autor. Parece que esperaba que los comandos resolvieran con facilidad problemas que, en realidad, eran reflejo de fallas más profundas en la logística y en la doctrina operativa.

Ahora, el autor se toma su tiempo para ensalzar a los británicos, que sí usaban CW porque conocían las complejidades de las transmisiones en HF. No se discute que ellos tuvieran más experiencia y recursos, pero ¿realmente es justo comparar los contextos de ambos bandos? Parece más una excusa para subrayar la supuesta ineptitud argentina que un análisis serio de las limitaciones reales que enfrentaron los comandos. Es como comparar a un corredor profesional con alguien que tiene los cordones atados entre sí, y luego criticar al segundo por no correr rápido.

Finalmente, el autor concluye que la gravedad de las fallas en las comunicaciones es “extrema” y que los comandos debían estar intensivamente entrenados para resolver cualquier problema técnico. Por supuesto, porque todos sabemos que en 1982 las fuerzas armadas argentinas tenían acceso ilimitado a entrenamiento especializado y recursos tecnológicos de última generación. Todo esto suena a un juicio fácil desde el sofá, olvidando que estos hombres operaron en condiciones adversas, con recursos limitados y bajo una planificación estratégica que dejó mucho que desear.

Lo que sí es destacable, pero convenientemente ignorado, es cómo los comandos lograron adaptarse a pesar de todo. Si las radios fallaban, buscaron helicópteros. Si no podían comunicarse directamente, usaron su ingenio para transmitir lo que podían. Cumplieron su misión en un entorno hostil y demostraron resiliencia, algo que, aparentemente, el autor no considera digno de mención. En cambio, prefiere dedicar párrafos enteros a lo que “no hicieron”, ignorando las limitaciones estructurales que condicionaron sus acciones.

En resumen, este análisis es menos un análisis y más un ejercicio de crítica fácil que confunde a las víctimas de un sistema inadecuado con culpables. Quizás la próxima vez el autor debería tomarse un momento para considerar el contexto histórico, las restricciones logísticas y la realidad operativa antes de subirse al pedestal de la perfección táctica. Claro, eso supondría algo de empatía y sentido común, pero ¿quién necesita eso cuando puedes regañar a soldados por no teletransportarse mágicamente al nivel de sus contrapartes británicas?

jueves, 23 de enero de 2025

Arma civil: SIG Sauer SG553P, una AR suiza

¡El arma SIG Sauer SG553P está disponible en cantidades limitadas en los Estados Unidos!


¡SIG Sauer Inc. anunció la disponibilidad limitada de un pequeño lote de armas semiautomáticas SG553P originales de calibre 5,56 mm/.223 de fabricación suiza para compra civil en los Estados Unidos de América!

All 4 Shooters




La SIG Sauer SG553P, una pistola semiautomática de gran tamaño operada por dos pistones de gas de carrera larga ajustables en dos posiciones, dispara el cartucho Remington NATO/.223 de 5,56x45 mm, que se alimenta de los mismos cargadores de polímero translúcido desmontables utilizados por la SIG. Serie SG-550 de rifles de asalto y carabinas.



La pistola SG553P mide 20,2 pulgadas de largo en total y su cañón de 8,9" está equipado con un apagallamas de tres puntas y tiene cuatro ranuras para diestros con un paso de 1:7", perfecta para atacar objetivos dentro de un radio de 300 metros con la máxima precisión. El SG553P también es extremadamente maniobrable, su peso total alcanza las 5,9 libras sin cargador ni accesorios.



La pistola SIG Sauer SG553P viene con un MIL-SPEC de dos etapas de 7 libras. gatillo, y con la reconocida mira suiza de dioptrías giratoria soldada al receptor o con un riel superior "Picatinny" MIL-STD-1913, que permite la instalación de miras ópticas militares o comerciales; Las miras de respaldo abatibles son estándar en los modelos con rieles.



Los accesorios compatibles incluyen cargadores de polímero translúcido para la serie de rifles SG-550 originales y el famoso "Pistol Stabilizing Brace" SIG Sauer SB15.

Otro accesorio que será compatible con la pistola SG553P mediante un adaptador es el Soporte Estabilizador de Pistola SB15, que "envuelve" el antebrazo del usuario para un disparo más estable.



Dado que el "Aparato estabilizador de pistola" SB15 no fue concebido como una culata, la BATFE dictaminó que su instalación no convierte una pistola en un "rifle de cañón corto" según las disposiciones de la Ley Nacional de Armas de Fuego de 1934.



No es ilegal utilizar el "Soporte estabilizador de pistola" SB15 para colgar la pistola al hombro como si fuera una culata (y de hecho, muchos tiradores lo hacen), pero el artículo no ha sido concebido específicamente para tal uso, ¡así que hágalo bajo su propio riesgo!

"La serie de rifles SG clásicos es muy buscada entre los coleccionistas y expertos en armas de fuego", dijo Jeff Creamer, director ejecutivo y gerente general de mercancías de SIG SAUER. "Esta fue una oportunidad única y la única vez que SIG SAUER pudo ofrecer el SG 553 al mercado comercial de Estados Unidos".



La pistola semiautomática SIG Sauer SG553P estará disponible en el mercado estadounidense en una cantidad mínima no especificada y por $3,792.00; Por lo tanto, los compradores interesados en los Estados Unidos de América deben ponerse en contacto con su distribuidor SIG Sauer más cercano inmediatamente hasta agotar existencias.


miércoles, 22 de enero de 2025

La guerra luego de la Paz Europea post Waterloo (2/2)

La guerra luego de la Paz Europea post Waterloo

Parte 1 || Parte II
Weapons and Warfare

 


Introducción de los Ferrocarriles y su Impacto en la Guerra

La introducción de los ferrocarriles en la guerra permitió que el tamaño de los ejércitos estuviera limitado únicamente por la cantidad de hombres disponibles, la capacidad política y económica de movilizarlos y la habilidad logística del gobierno para hacerlo. Sin embargo, la experiencia de las Guerras Napoleónicas ya había demostrado que, a medida que los ejércitos se hacían más grandes, los problemas de comando y control también aumentaban. La alfabetización limitada complicaba la búsqueda de soldados capaces de asumir tareas administrativas básicas, y encontrar oficiales capacitados para integrar el Estado Mayor era aún más difícil.

La mayoría de los manuales de entrenamiento militar de la época se centraban en consideraciones tácticas y estratégicas, descuidando el trabajo administrativo esencial de los Estados Mayores. Este problema fue evidente en la campaña de 1809, cuando el Archiduque Karl de Austria no pudo beneficiarse de la estructura de Armeekorps que él mismo había introducido, debido a la falta de personal capacitado. Los rusos, en las guerras de 1807 y 1812-1814, también tuvieron dificultades para dotar de personal adecuado a sus grandes ejércitos, especialmente en materia de doctrina, logística y vocabulario estandarizado. Por el contrario, gracias a la labor de Scharnhorst y otros reformadores militares, Prusia fue más eficiente, ya que su sistema educativo producía oficiales de Estado Mayor competentes, como Neithardt von Gneisenau, quien convertía la visión estratégica de Blücher en órdenes claras y precisas.

Siempre arreglado con la mayor particularidad. En el medio... se colocó una gran mesa, sobre la cual se extendió el mejor mapa que se pudo obtener del centro de la guerra... Éste se colocó conforme a los puntos cardinales... [y] se clavaron alfileres con cabezas de varios colores para señalar la situación de los diferentes cuerpos de ejército de los franceses o los del enemigo. Éste era el negocio del director de la oficina topográfica... que poseía un conocimiento perfecto de las diferentes posiciones... Napoleón... le dio más importancia a este [mapa] que a cualquier necesidad de su vida. Durante la noche... estaba rodeado de treinta velas... Cuando el Emperador montaba a caballo... el gran caballerizo llevaba [una copia]... sujeta al botón del pecho... para tenerla lista siempre que [Napoleón]... exclamara '¡la carte!'

En las cuatro esquinas del [cuartel general]... había... pequeñas mesas, en las que trabajaban los secretarios de Napoleón. Normalmente les dictaba... Paseaba de un lado a otro por su habitación. Acostumbrado a que todo lo que concebía se ejecutase con la mayor prontitud, nadie podía escribir con la suficiente rapidez como para él, y lo que dictaba debía estar escrito en clave. Es increíble la rapidez con la que dictaba y la facilidad con la que sus secretarios… lo seguían…

Esos secretarios eran como otras tantas cuerdas atadas a los departamentos administrativos de guerra… así como a las demás autoridades de Francia… Es realmente asombroso cómo hacía que un número tan pequeño de personas fuera suficiente para semejante carga de trabajo… No se veían en el gabinete ni archivadores, ni registradores, ni escribanos;… había un encargado de la cartera… y de todos los… archivos, en los que se incluía el bureau topographique.



El Cuartel General de Napoleón

El cuartel general de Napoleón era un modelo de eficiencia operativa. Llamado "el gabinete", se situaba en la habitación más grande de la residencia o en una tienda de campaña cerca de él. Barón Odeleben, un testigo ocular, describió el espacio como una sala con una gran mesa en el centro que sostenía el mejor mapa de la región. Se usaban alfileres de colores para señalar la posición de los cuerpos de ejército franceses y enemigos, una tarea realizada por el director del bureau topographique.

El cuartel general tenía esquinas con mesas pequeñas donde los secretarios de Napoleón escribían lo que él dictaba, a menudo de forma rápida y en clave cifrada. Los secretarios mantenían la comunicación entre las departamentos de guerra y la autoridad central. No había necesidad de archiveros, registradores ni escribas, ya que la cartera principal y los archivos se mantenían bajo control del bureau topographique.

La energía ilimitada y la memoria prodigiosa de Napoleón reducían la necesidad de un equipo más grande, pero este sistema estaba hecho a la medida de Napoleón y solo para él. Sin su presencia, el sistema se volvía disfuncional. La responsabilidad de las órdenes tácticas detalladas recaía en Mariscal Berthier, el Jefe de Estado Mayor, quien actuaba como el escribano principal de Napoleón. Berthier recopilaba resúmenes y carnets que Napoleón revisaba regularmente, pero no era un estratega ni un táctico. Su falta de iniciativa quedó clara cuando se le dejó a cargo en la ausencia de Napoleón, momento en el que entró en pánico.

El equipo de Napoleón incluía ayudantes imperiales, oficiales de alto rango que actuaban como sus representantes en el campo de batalla. Sin embargo, estos hombres no eran iguales a Napoleón en habilidad, lo que limitaba su capacidad para imponer autoridad sobre los mariscales franceses, quienes a menudo tenían grandes egos y autonomía. La necesidad de delegar poder también significaba que se aumentaba el riesgo de fallos operativos, especialmente cuando se desconocía el comportamiento de los comandantes de nivel medio e inferior. Por ejemplo, durante la Batalla de Wagram, la Armée française perdió 32 generales y 1.121 oficiales, mientras que los austriacos perdieron 793 oficiales, incluidos 17 generales.


Logística y Suministros en la Gran Armée

Las deficiencias en la logística militar de la Gran Armée de 1812-13 se hicieron evidentes durante la campaña rusa. Aunque los oficiales del Intendant-Général eran competentes, el personal era insuficiente para regular la cadena de suministro. La táctica de tierra arrasada de los rusos fue un problema, pero no fue la causa principal. La verdadera causa fue la inmensa distancia y las pésimas carreteras rusas, que rompieron la continuidad del suministro. Incluso en la campaña en Alemania, la logística fue deficiente debido a la corrupción de los contratistas privados.

Ferrocarriles y su Impacto Militar

Con la llegada de los ferrocarriles, el Estado necesitó oficiales especializados en redes ferroviarias, material rodante y horarios de trenes. Se crearon nuevas instituciones educativas militares y se establecieron alianzas entre los ferrocarriles privados y el ejército. En Alemania, esto culminó con la creación de la Oficina Imperial de Ferrocarriles (1873), que se dedicó a la nacionalización gradual de los ferrocarriles por razones militares.

El Telégrafo y su Impacto Militar

El telégrafo eléctrico, patentado por Samuel Morse en 1837, revolucionó las comunicaciones estratégicas. A diferencia del sistema de señales de Chappe, el telégrafo utilizaba impulsos eléctricos en puntos y rayas. Los primeros cables se instalaron entre Baltimore y Washington en 1844. La adición de aislamiento de goma permitió la colocación de cables submarinos, creando la posibilidad de comunicaciones transoceánicas.

El telégrafo permitió la comunicación rápida entre cuarteles generales y otras autoridades militares y políticas, facilitando la movilización de tropas. Sin embargo, también permitió la injerencia de líderes remotos. Un ejemplo claro ocurrió en la Guerra de Crimea (1855), donde el general Pélissier, comandante francés, se enfrentó a la interferencia de Napoleón III a través de telegramas. Pélissier, frustrado, pidió que le permitieran resignar su cargo debido a la interferencia constante.

En 1896, el General Baratieri, comandante italiano en Etiopía, recibió un telegrama del Primer Ministro Crispi exigiéndole actuar para proteger el honor del ejército. Bajo esta presión, Baratieri lanzó un ataque contra el Ejército etíope en la Batalla de Adowa, que resultó ser la mayor derrota colonial europea del siglo XIX. El 50% de sus tropas murió o fue capturado, y la noticia se transmitió rápidamente por telégrafo a Italia, lo que provocó disturbios públicos y la caída del gobierno de Crispi.


Conclusiones

  1. Ferrocarriles y telégrafos permitieron la movilización de ejércitos masivos, pero también introdujeron la injerencia de líderes políticos remotos.
  2. La carga logística aumentó drásticamente con ejércitos más grandes y más móviles, pero la corrupción de contratistas y la falta de infraestructura complicaron el suministro.
  3. La organización de cuarteles generales se volvió fundamental. El sistema de cuarteles de Napoleón era altamente eficiente, pero dependía totalmente de él.
  4. La introducción del Estado Mayor prusiano estableció una nueva norma para la profesionalización militar, con oficiales mejor capacitados en logística, mando y control.
  5. La derrota italiana en Adowa (1896) mostró los peligros de la interferencia política, mientras que la Batalla de Wagram (1809) mostró la vulnerabilidad de los sistemas de comando en ausencia de líderes clave.

En resumen, la era de la tecnología militar trajo nuevas oportunidades y riesgos, y marcó la transición hacia la guerra industrial y moderna.

martes, 21 de enero de 2025

IFV: FV510 Warrior (UK)

FV510 Warrior




 

El FV510 Warrior es una serie de vehículos blindados de rodaje sobre orugas de diseño y manufactura británica, originalmente desarrollados para reemplazar a la antigua serie de vehículos blindados FV430. El Warrior se originó en uno de los prototipos del proyecto MCV-80 desarrollado durante los años 1970, donde la compañía GKN Sankey/Defence consiguió el contrato de producción en 1980. Posteriormente GKN fue comprada por ALVIS Defence industries, que a su vez fue adquirida por BAE Systems. Se fabricaron un total de 789 vehículos FV510, incluidas todas sus variantes para el Ejército Británico, y 254 de una versión modificada conocida como Desert Warrior para el Ejército de Kuwait.


Tipo Vehículo de combate de infantería
País de origen Bandera del Reino Unido Reino Unido
Historia de producción
Fabricante ALVIS PLC​
Producido 1984- presente
Cantidad producida 1.000+
Especificaciones
Peso 25,4 t
Longitud 6,3 m
Anchura 3,03 m
Altura 2,8 m
Tripulación 3 (comandante, artillero, conductor)
Pasajeros 7 soldados

Blindaje Aluminio
Arma primaria Cañón automático L21 RARDEN de 30 mm
Arma secundaria Arma coaxial L94A1 de 7,62 mm
Ametralladora de 7,62 mm

Motor Perkins V-8 Cóndor
410 kW (550 CV)
Relación potencia/peso 23 CV/t
Velocidad máxima 75 km/h
Autonomía 660 km
Rodaje Orugas con 6 ruedas a cada lado
Suspensión Barras de torsión



Historia

La familia Warrior de vehículos blindados de avanzada y de seguimiento, desarrollados por Alvis Vickers Ltd (hoy BAE Systems Land Systems), ha demostrado ser - con el ejército británico en las operaciones en Oriente Medio durante la operación Tormenta del Desierto y la Operación Libertad Iraquí y en las tareas Naciones Unidas en Bosnia - un vehículo muy efectivo en las citadas acciones bélicas en las que ha sido asignado. La familia Dessert Warrior a su vez ha sido adaptada específicamente para operaciones en condiciones hostiles de los desiertos más abruptos. Entre 1987 y 1995, 789 Warriors han sido producidos para el Ejército británico y 254 de la variante Desert Warrior han sido fabricados por la Fuerza Terrestre de Kuwait para el rol de vehículo de combate de infantería.

El Warrior ha estado en servicio operacional con éxito desde el inicio de las confrontaciones en el Golfo Pérsico en el año 1991, y ha sido desplegado con las tropas británicas que sirven en los Balcanes y más recientemente en las incursiones hechas en Irak.

El ejército británico tiene planes para mejorar y extender la vida útil de sus Warrior's hasta 2025.​ La actualización incluye la adición de capacidad de combate mediante el montaje de equipos de visión nocturna de la firma Thales Optronics Group y de sistemas de visión en combate del tipo térmico (BGTI) incluidos como opcionales en el programa. El Sistema de Comunicaciones sería desarrollado por la firma Bowman, y una nueva torreta para dos personas con un sistema de cañón semiautomático del calibre 40 mm estabilizado y que sería equipado con miras telescópicas (CTWS), lo que permitiría disparar en movimiento. La torreta ha sido desarrollada por la firma CTA International, una empresa conjunta creada por BAE Systems y Giat Industries. El contrato de producción del citado equipamiento de mejoras se adjudicó en junio de 2004, y la entrega de los vehículos con la torreta Warrior 2000 se inició en diciembre de 2006 a los tripulantes de las divisiones blindadas del Ejército británico, como uno de los hitos en el Programa de Integración de torretas (MTIP), desarrollado para acortar la logística del arma blindada británica.

Este Warrior FV.510 ha sido equipado con un cañón Cockerill de 90 mm como concepto experimental. Se probaron varios Warriors con diferentes configuraciones, desde cañones automáticos de 25 mm hasta misiles guiados cuádruples HOT, pero ninguno llegó a producirse.

Descripción

Armamento

El vehículo está equipado con una torreta de dos hombres de la firma GKN Sankey, que está armada con un cañón L21A1 RARDEN de 30 mm capaz de abatir vehículos blindados modernos a una distancia máxima de 1.500 metros, y cuenta con un ametralladora coaxial L94A1 EX-34 de 7,62 mm, similar a la equipada en los helicópteros Hughes. Está equipado a su vez con dos grupos de cuatro lanzagranadas del tipo defensivo; por lo general se utiliza con granadas de supresión a equipos de detección visual y de infrarrojos (VIRSS).

Protección

Varios sistemas de protección, como unos tubos lanzagranadas, están montados a ambos lados de la torreta. En las operaciones de las Naciones Unidas en Bosnia fue probado el alto nivel de protección de la tripulación contra las armas pequeñas, misiles y minas antitanque proporcionado por la estructura y eficiente diseño de este blindado. La construcción de´la carrocería, hecha íntegramente en aluminio, ofrece protección frente a impactos de calibres como el 14,5 mm ruso de proyectiles perforantes, esquirlas de municiones calibre 155 mm y granadas de fragmentación, así como a explosiones y ondas expansivas de aire y minas de 9kg del tipo antiblindaje. Se obtiene mayor protección contra otras amenazas al montarle unos kits que disponen apliques de blindaje reactivo y/o pasivo adicional sobre la estructura del chasis en sus zonas más vulnerables.

Motorización

El Warrior cuenta con una transmisión que le brinda cuatro velocidades y es totalmente automática, siendo esta del tipo hidrostático. La fuerza motriz viene de un motor Rolls-Royce hecho bajo licencia por la firma Perkins; éste es un motor de ocho cilindros en V, que produce 550 hp del modelo extensamente usado en las fuerzas británicas: el Cóndor, que le da una velocidad en carretera de 75 km/h al blindado. La suspensión le ofrece la capacidad al transporte de soportar una alta velocidad de cruce a través de terrenos difíciles a velocidades superiores que las de la gran mayoría de tanques de combate principales actualmente en servicio. El vehículo está equipado con orugas del modelo TR30 y del tipo de un solo pin de la firma William Cook Defence. Todos los sistemas importantes, incluyendo la fuente de alimentación, pueden ser desmontados y reemplazados en menos de una hora por dos hombres en condiciones de combate reales, a los que ya se ha visto sometido.

Variantes

    FV510, vehículo de sección de infantería. Versión principal.
    FV511, vehículo de mando de infantería.
    FV512, vehículo de reparación de combate mecanizado.
    FV513, vehículo de recuperación mecanizado (reparación).
    FV514, vehículo de observación de artillería mecanizado.
    FV515, vehículo de mando de batería. Versión utilizada por la Royal Artillery.
    Desert Warrior. Versión para el Ejército de Kuwait.
    Warrior 2000. Una nueva versión desarrollada para el Ejército de Suiza que no entró en producción para éste ejército, pero que sirve en el británico.


Un FV510 Warrior con camuflaje desértico.


Versión de reparación de combate mecanizado FV512.

Versión de recuperación mecanizado FV513.

Operadores

Operadores del FV510 Warrior en azul.

Reino Unido
Ejército Británico – 789 recibidos entre 1987 y 1995.
Kuwait
Ejército de Kuwait – 254 Desert Warrior recibidos.

lunes, 20 de enero de 2025

Guerra de guerrillas y pensamiento militar en Europa del Este

Guerra de guerrillas y pensamiento militar en Europa del Este

Weapons and Warfare




La tradición rusa en la guerra de partisanos se remonta al siglo XVIII: un biógrafo de Barclay de Tolly señaló que su héroe fue “iniciado en la práctica de la guerra de partisanos por el conocido caucásico, conde Tsitsianov”. Pero el verdadero héroe fue el poeta-guerrero Denis Davydov, cuya contribución notable a la teoría de la guerra de partisanos se analiza con detalle en otra parte de este estudio. La doctrina militar rusa no ignoró por completo la guerra de partisanos, aunque gran parte de su esfuerzo se centró en una definición teórica precisa del tema, una empresa de dudosa promesa.

Según la Enciclopedia Militar Rusa, existía una diferencia sustancial entre la “guerra menor” y la “guerra de partisanos”: esta última era llevada a cabo por un destacamento separado del ejército principal. La guerra de partisanos, según esta definición, solo se producía cuando la retaguardia del enemigo era vulnerable, y cuanto más vulnerable, más prometedora era la perspectiva. Pero también había una diferencia entre la guerra de partisanos y la guerra popular (guerrilla); esta última era llevada a cabo por grupos locales que actuaban por su propia cuenta.

La literatura militar rusa sobre el tema siguió esta misma tendencia hacia la sistematización, con énfasis en las grandes unidades que operaban en estrecha cooperación con el ejército regular. Un ejemplo de ello es el título de un artículo de Conde Golitsyn publicado en 1857: “Sobre operaciones de partisanos a gran escala llevadas a un sistema regular”. Golitsyn (1809-1892) fue el único oficial de infantería entre los escritores rusos sobre el tema.

Los defensores rusos de la guerra de partisanos enfrentaron un dilema: las acciones independientes y la iniciativa personal eran poco compatibles con el sistema político autocrático zarista. A pesar de la experiencia rusa en la lucha contra los partisanos en Polonia, el Cáucaso y Asia Central, los autores militares rusos ignoraron estas lecciones y se centraron en ejemplos de guerras en Europa y América, o la campaña de 1812.

El coronel Vuich, en un libro de texto para la Academia Imperial de Guerra, redujo la guerra de partisanos a un capítulo breve y la guerra popular a un solo párrafo. Según él, la guerra menor incluía todas las operaciones de pequeños destacamentos, pero estas acciones eran de importancia secundaria, ya que no podían, por sí solas, lograr la derrota del enemigo.

Gershelman, coronel del estado mayor y comandante de la Academia de Oficiales Cosacos de Oremburgo, criticó a Vuich por no diferenciar entre una unidad de partisanos y un destacamento ligero. Argumentó que una unidad partisana podía tener varios miles de hombres y desplegar artillería de campaña, a diferencia de la definición francesa de un grupo de 200-300 jinetes. La tarea de los partisanos, según Gershelman, era hostigar al enemigo sin asumir grandes riesgos, especialmente en zonas donde las grandes unidades no podían operar libremente. Su éxito dependía de la sorpresa, la velocidad y la discreción.

El coronel Klembovski, cuyo trabajo sobre operaciones de partisanos se publicó en 1894, se centró en el uso de grandes columnas volantes. Tomó como ejemplos la Guerra Civil Americana y las operaciones de los francotiradores franceses (franc-tireurs) de 1870-1871. Uno de sus héroes fue el general ruso Geismar, cuyas hazañas en Francia en 1814 demostraron que la guerra de partisanos podía tener éxito incluso en territorio enemigo.

La caballería rusa estaba bien entrenada para realizar operaciones de partisanos. Los observadores militares austriacos en 1885 consideraron prudente vigilar esta preparación. En el Ejército Austriaco, la guerra de partisanos también fue objeto de estudio. Un importante teórico, Wlodimir Stanislaus Ritter von Wilczynski, propuso unidades con hombres armados con hoces (kossiniere) y cañones ligeros. La estructura organizativa contemplaba la figura de un comandante de distrito, y las unidades no debían ser demasiado grandes para mantener la movilidad.

Hron, un estratega austriaco, enfatizó la importancia de la sorpresa y las emboscadas en las guerras de montaña, especialmente en lugares como Bosnia y Herzegovina, donde la guerrilla fue activa en 1878-1879. En su opinión, las unidades partisanas ideales debían tener entre 800 y 1.000 hombres. Un grupo más grande perdía movilidad y uno más pequeño carecía de la fuerza necesaria para mantener su moral de combate.

El Ejército Austriaco se enfrentó a guerrillas enemigas durante la Primera Guerra Mundial, especialmente en Serbia en 1917, donde las bandas guerrilleras fueron organizadas por Kosta Vojnovic y Capitán Pecanac, este último lanzado en paracaídas desde la sede aliada en Salónica. Los austriacos combatieron la guerrilla con pequeñas columnas volantes de 40 hombres y unidades de contraguerrilla compuestas por turcos y albaneses.

En conclusión, tanto Rusia como Austria desarrollaron teorías avanzadas sobre la guerra de partisanos. Los rusos la consideraban una herramienta estratégica, mientras que los austriacos la asociaron con la guerra en territorios montañosos. Ambos países destacaron la importancia de la sorpresa, la movilidad y el mando efectivo para el éxito de estas operaciones.