La guerra luego de la Paz Europea post Waterloo
Parte 1 || Parte II
Weapons and Warfare
Introducción de los Ferrocarriles y su Impacto en la Guerra
La introducción de los ferrocarriles en la guerra permitió que el tamaño de los ejércitos estuviera limitado únicamente por la cantidad de hombres disponibles, la capacidad política y económica de movilizarlos y la habilidad logística del gobierno para hacerlo. Sin embargo, la experiencia de las Guerras Napoleónicas ya había demostrado que, a medida que los ejércitos se hacían más grandes, los problemas de comando y control también aumentaban. La alfabetización limitada complicaba la búsqueda de soldados capaces de asumir tareas administrativas básicas, y encontrar oficiales capacitados para integrar el Estado Mayor era aún más difícil.
La mayoría de los manuales de entrenamiento militar de la época se centraban en consideraciones tácticas y estratégicas, descuidando el trabajo administrativo esencial de los Estados Mayores. Este problema fue evidente en la campaña de 1809, cuando el Archiduque Karl de Austria no pudo beneficiarse de la estructura de Armeekorps que él mismo había introducido, debido a la falta de personal capacitado. Los rusos, en las guerras de 1807 y 1812-1814, también tuvieron dificultades para dotar de personal adecuado a sus grandes ejércitos, especialmente en materia de doctrina, logística y vocabulario estandarizado. Por el contrario, gracias a la labor de Scharnhorst y otros reformadores militares, Prusia fue más eficiente, ya que su sistema educativo producía oficiales de Estado Mayor competentes, como Neithardt von Gneisenau, quien convertía la visión estratégica de Blücher en órdenes claras y precisas.
Siempre arreglado con la mayor particularidad. En el medio... se colocó una gran mesa, sobre la cual se extendió el mejor mapa que se pudo obtener del centro de la guerra... Éste se colocó conforme a los puntos cardinales... [y] se clavaron alfileres con cabezas de varios colores para señalar la situación de los diferentes cuerpos de ejército de los franceses o los del enemigo. Éste era el negocio del director de la oficina topográfica... que poseía un conocimiento perfecto de las diferentes posiciones... Napoleón... le dio más importancia a este [mapa] que a cualquier necesidad de su vida. Durante la noche... estaba rodeado de treinta velas... Cuando el Emperador montaba a caballo... el gran caballerizo llevaba [una copia]... sujeta al botón del pecho... para tenerla lista siempre que [Napoleón]... exclamara '¡la carte!'
En las cuatro esquinas del [cuartel general]... había... pequeñas mesas, en las que trabajaban los secretarios de Napoleón. Normalmente les dictaba... Paseaba de un lado a otro por su habitación. Acostumbrado a que todo lo que concebía se ejecutase con la mayor prontitud, nadie podía escribir con la suficiente rapidez como para él, y lo que dictaba debía estar escrito en clave. Es increíble la rapidez con la que dictaba y la facilidad con la que sus secretarios… lo seguían…
Esos secretarios eran como otras tantas cuerdas atadas a los departamentos administrativos de guerra… así como a las demás autoridades de Francia… Es realmente asombroso cómo hacía que un número tan pequeño de personas fuera suficiente para semejante carga de trabajo… No se veían en el gabinete ni archivadores, ni registradores, ni escribanos;… había un encargado de la cartera… y de todos los… archivos, en los que se incluía el bureau topographique.
El Cuartel General de Napoleón
El cuartel general de Napoleón era un modelo de eficiencia operativa. Llamado "el gabinete", se situaba en la habitación más grande de la residencia o en una tienda de campaña cerca de él. Barón Odeleben, un testigo ocular, describió el espacio como una sala con una gran mesa en el centro que sostenía el mejor mapa de la región. Se usaban alfileres de colores para señalar la posición de los cuerpos de ejército franceses y enemigos, una tarea realizada por el director del bureau topographique.
El cuartel general tenía esquinas con mesas pequeñas donde los secretarios de Napoleón escribían lo que él dictaba, a menudo de forma rápida y en clave cifrada. Los secretarios mantenían la comunicación entre las departamentos de guerra y la autoridad central. No había necesidad de archiveros, registradores ni escribas, ya que la cartera principal y los archivos se mantenían bajo control del bureau topographique.
La energía ilimitada y la memoria prodigiosa de Napoleón reducían la necesidad de un equipo más grande, pero este sistema estaba hecho a la medida de Napoleón y solo para él. Sin su presencia, el sistema se volvía disfuncional. La responsabilidad de las órdenes tácticas detalladas recaía en Mariscal Berthier, el Jefe de Estado Mayor, quien actuaba como el escribano principal de Napoleón. Berthier recopilaba resúmenes y carnets que Napoleón revisaba regularmente, pero no era un estratega ni un táctico. Su falta de iniciativa quedó clara cuando se le dejó a cargo en la ausencia de Napoleón, momento en el que entró en pánico.
El equipo de Napoleón incluía ayudantes imperiales, oficiales de alto rango que actuaban como sus representantes en el campo de batalla. Sin embargo, estos hombres no eran iguales a Napoleón en habilidad, lo que limitaba su capacidad para imponer autoridad sobre los mariscales franceses, quienes a menudo tenían grandes egos y autonomía. La necesidad de delegar poder también significaba que se aumentaba el riesgo de fallos operativos, especialmente cuando se desconocía el comportamiento de los comandantes de nivel medio e inferior. Por ejemplo, durante la Batalla de Wagram, la Armée française perdió 32 generales y 1.121 oficiales, mientras que los austriacos perdieron 793 oficiales, incluidos 17 generales.
Logística y Suministros en la Gran Armée
Las deficiencias en la logística militar de la Gran Armée de 1812-13 se hicieron evidentes durante la campaña rusa. Aunque los oficiales del Intendant-Général eran competentes, el personal era insuficiente para regular la cadena de suministro. La táctica de tierra arrasada de los rusos fue un problema, pero no fue la causa principal. La verdadera causa fue la inmensa distancia y las pésimas carreteras rusas, que rompieron la continuidad del suministro. Incluso en la campaña en Alemania, la logística fue deficiente debido a la corrupción de los contratistas privados.
Ferrocarriles y su Impacto Militar
Con la llegada de los ferrocarriles, el Estado necesitó oficiales especializados en redes ferroviarias, material rodante y horarios de trenes. Se crearon nuevas instituciones educativas militares y se establecieron alianzas entre los ferrocarriles privados y el ejército. En Alemania, esto culminó con la creación de la Oficina Imperial de Ferrocarriles (1873), que se dedicó a la nacionalización gradual de los ferrocarriles por razones militares.
El Telégrafo y su Impacto Militar
El telégrafo eléctrico, patentado por Samuel Morse en 1837, revolucionó las comunicaciones estratégicas. A diferencia del sistema de señales de Chappe, el telégrafo utilizaba impulsos eléctricos en puntos y rayas. Los primeros cables se instalaron entre Baltimore y Washington en 1844. La adición de aislamiento de goma permitió la colocación de cables submarinos, creando la posibilidad de comunicaciones transoceánicas.
El telégrafo permitió la comunicación rápida entre cuarteles generales y otras autoridades militares y políticas, facilitando la movilización de tropas. Sin embargo, también permitió la injerencia de líderes remotos. Un ejemplo claro ocurrió en la Guerra de Crimea (1855), donde el general Pélissier, comandante francés, se enfrentó a la interferencia de Napoleón III a través de telegramas. Pélissier, frustrado, pidió que le permitieran resignar su cargo debido a la interferencia constante.
En 1896, el General Baratieri, comandante italiano en Etiopía, recibió un telegrama del Primer Ministro Crispi exigiéndole actuar para proteger el honor del ejército. Bajo esta presión, Baratieri lanzó un ataque contra el Ejército etíope en la Batalla de Adowa, que resultó ser la mayor derrota colonial europea del siglo XIX. El 50% de sus tropas murió o fue capturado, y la noticia se transmitió rápidamente por telégrafo a Italia, lo que provocó disturbios públicos y la caída del gobierno de Crispi.
Conclusiones
- Ferrocarriles y telégrafos permitieron la movilización de ejércitos masivos, pero también introdujeron la injerencia de líderes políticos remotos.
- La carga logística aumentó drásticamente con ejércitos más grandes y más móviles, pero la corrupción de contratistas y la falta de infraestructura complicaron el suministro.
- La organización de cuarteles generales se volvió fundamental. El sistema de cuarteles de Napoleón era altamente eficiente, pero dependía totalmente de él.
- La introducción del Estado Mayor prusiano estableció una nueva norma para la profesionalización militar, con oficiales mejor capacitados en logística, mando y control.
- La derrota italiana en Adowa (1896) mostró los peligros de la interferencia política, mientras que la Batalla de Wagram (1809) mostró la vulnerabilidad de los sistemas de comando en ausencia de líderes clave.
En resumen, la era de la tecnología militar trajo nuevas oportunidades y riesgos, y marcó la transición hacia la guerra industrial y moderna.
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