Guerra de guerrillas y pensamiento militar en Europa del Este
Weapons and WarfareLa tradición rusa en la guerra de partisanos se remonta al siglo XVIII: un biógrafo de Barclay de Tolly señaló que su héroe fue “iniciado en la práctica de la guerra de partisanos por el conocido caucásico, conde Tsitsianov”. Pero el verdadero héroe fue el poeta-guerrero Denis Davydov, cuya contribución notable a la teoría de la guerra de partisanos se analiza con detalle en otra parte de este estudio. La doctrina militar rusa no ignoró por completo la guerra de partisanos, aunque gran parte de su esfuerzo se centró en una definición teórica precisa del tema, una empresa de dudosa promesa.
Según la Enciclopedia Militar Rusa, existía una diferencia sustancial entre la “guerra menor” y la “guerra de partisanos”: esta última era llevada a cabo por un destacamento separado del ejército principal. La guerra de partisanos, según esta definición, solo se producía cuando la retaguardia del enemigo era vulnerable, y cuanto más vulnerable, más prometedora era la perspectiva. Pero también había una diferencia entre la guerra de partisanos y la guerra popular (guerrilla); esta última era llevada a cabo por grupos locales que actuaban por su propia cuenta.
La literatura militar rusa sobre el tema siguió esta misma tendencia hacia la sistematización, con énfasis en las grandes unidades que operaban en estrecha cooperación con el ejército regular. Un ejemplo de ello es el título de un artículo de Conde Golitsyn publicado en 1857: “Sobre operaciones de partisanos a gran escala llevadas a un sistema regular”. Golitsyn (1809-1892) fue el único oficial de infantería entre los escritores rusos sobre el tema.
Los defensores rusos de la guerra de partisanos enfrentaron un dilema: las acciones independientes y la iniciativa personal eran poco compatibles con el sistema político autocrático zarista. A pesar de la experiencia rusa en la lucha contra los partisanos en Polonia, el Cáucaso y Asia Central, los autores militares rusos ignoraron estas lecciones y se centraron en ejemplos de guerras en Europa y América, o la campaña de 1812.
El coronel Vuich, en un libro de texto para la Academia Imperial de Guerra, redujo la guerra de partisanos a un capítulo breve y la guerra popular a un solo párrafo. Según él, la guerra menor incluía todas las operaciones de pequeños destacamentos, pero estas acciones eran de importancia secundaria, ya que no podían, por sí solas, lograr la derrota del enemigo.
Gershelman, coronel del estado mayor y comandante de la Academia de Oficiales Cosacos de Oremburgo, criticó a Vuich por no diferenciar entre una unidad de partisanos y un destacamento ligero. Argumentó que una unidad partisana podía tener varios miles de hombres y desplegar artillería de campaña, a diferencia de la definición francesa de un grupo de 200-300 jinetes. La tarea de los partisanos, según Gershelman, era hostigar al enemigo sin asumir grandes riesgos, especialmente en zonas donde las grandes unidades no podían operar libremente. Su éxito dependía de la sorpresa, la velocidad y la discreción.
El coronel Klembovski, cuyo trabajo sobre operaciones de partisanos se publicó en 1894, se centró en el uso de grandes columnas volantes. Tomó como ejemplos la Guerra Civil Americana y las operaciones de los francotiradores franceses (franc-tireurs) de 1870-1871. Uno de sus héroes fue el general ruso Geismar, cuyas hazañas en Francia en 1814 demostraron que la guerra de partisanos podía tener éxito incluso en territorio enemigo.
La caballería rusa estaba bien entrenada para realizar operaciones de partisanos. Los observadores militares austriacos en 1885 consideraron prudente vigilar esta preparación. En el Ejército Austriaco, la guerra de partisanos también fue objeto de estudio. Un importante teórico, Wlodimir Stanislaus Ritter von Wilczynski, propuso unidades con hombres armados con hoces (kossiniere) y cañones ligeros. La estructura organizativa contemplaba la figura de un comandante de distrito, y las unidades no debían ser demasiado grandes para mantener la movilidad.
Hron, un estratega austriaco, enfatizó la importancia de la sorpresa y las emboscadas en las guerras de montaña, especialmente en lugares como Bosnia y Herzegovina, donde la guerrilla fue activa en 1878-1879. En su opinión, las unidades partisanas ideales debían tener entre 800 y 1.000 hombres. Un grupo más grande perdía movilidad y uno más pequeño carecía de la fuerza necesaria para mantener su moral de combate.
El Ejército Austriaco se enfrentó a guerrillas enemigas durante la Primera Guerra Mundial, especialmente en Serbia en 1917, donde las bandas guerrilleras fueron organizadas por Kosta Vojnovic y Capitán Pecanac, este último lanzado en paracaídas desde la sede aliada en Salónica. Los austriacos combatieron la guerrilla con pequeñas columnas volantes de 40 hombres y unidades de contraguerrilla compuestas por turcos y albaneses.
En conclusión, tanto Rusia como Austria desarrollaron teorías avanzadas sobre la guerra de partisanos. Los rusos la consideraban una herramienta estratégica, mientras que los austriacos la asociaron con la guerra en territorios montañosos. Ambos países destacaron la importancia de la sorpresa, la movilidad y el mando efectivo para el éxito de estas operaciones.