lunes, 31 de agosto de 2015

Ejército: La transformación del ECh

El nuevo ejercito 
No sólo es hoy una de las instituciones más valoradas por los chilenos. Tras años de intenso trabajo, el Ejército de Chile es considerado uno de los mejores de la región. Esta es la historia de una profunda transformación. 

Por Ascanio Cavallo 

 


El Ejército chileno es hoy el más moderno de Sudamérica. Esta afirmación puede resultar sorprendente, si se piensa que hace sólo diez años se lo consideraba mal equipado, aproblemado y abultado, y si se suma que durante las dos décadas de la transición a la democracia ha sido episódicamente golpeado por los juicios sobre Derechos Humanos, los crímenes no aclarados, el largo procesamiento de Augusto Pinochet e incluso los escándalos en transacciones de armamento. 
Pero mientras todas esas informaciones sacudían en forma intermitente los noticiarios, por debajo, silenciosamente, el alto mando iniciaba la mayor intervención del Ejército desde el establecimiento de la ya fenecida “Doctrina de la Seguridad Nacional” en los 60, que a su turno había sido la más grande desde la “prusianización” de comienzos del Siglo XX. 
La base conceptual de este nuevo cambio es que, una vez que se constatan cambios significativos en el “campo de batalla” −el terreno imaginario de un conflicto armado−, un Ejército moderno debe modificar su doctrina operativa, para luego adecuar su tecnología y más tarde la disposición de sus fuerzas. Este proceso debería ser continuo y renovarse en períodos de cerca de diez años (ver diagrama abajo). 

 

Nuevos campos de batalla 
Para el Estado Mayor chileno, el cambio relevante del campo de batalla se produjo en dos niveles: uno global, con el fin de la Guerra Fría y la inserción en una comunidad internacional que requiere continuamente de fuerzas militares fuera de las fronteras nacionales; y otro vecinal, con el término de los diferendos con Argentina. Ambos no tienen el mismo peso −la defensa de la soberanía territorial siempre está primero−, pero se retroalimentan. Cuando se pregunta a los altos oficiales cuáles son las expresiones prácticas del “nuevo Ejército”, inmediatamente citan dos rasgos incorporados en los últimos años: primero, la “interoperabilidad”, que envuelve la capacidad de actuar en conjunto no sólo con las otras ramas de la defensa local, sino sobre todo con entes complejos, como la OTAN; y segundo, la “polivalencia” de las fuerzas, que significa que se pasó de una pesada maquinaria de guerra a un esquema de recursos versátiles, flexibles y veloces. 
En los últimos años, contingentes del Ejército chileno han actuado como nunca antes en su historia fuera del territorio nacional, en los conflictos de Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Haití y Chipre. Y este último caso es el más llamativo: participan en funciones “conjuntas” (con la Armada chilena) y “combinadas” (con tropas argentinas). La capacidad de adaptarse a estos contextos extraños sería uno de los rasgos distintivos de la “transformación” del Ejército. 

 
Y esta palabra es clave. No modernización, no actualización, no reforma: transformación. Hay diversas apreciaciones sobre cuál fue el momento de inicio, pero muchos coinciden en que el período clave tuvo lugar entre 2001 y 2002, cuando las unidades fueron reorganizadas como “sistemas operativos”, equipos integrados con todos los medios de maniobra, apoyo, inteligencia y control. 
El proceso alcanzó a los niveles máximos en enero de 2006, cuando se completó el cambio de la estructura superior, que pasó de un modelo linealmente jerárquico a uno funcional. Para entonces se estaba completando el proceso “en espiral”, con tres transformaciones fundamentales. 
La primera de ellas es el cambio de la doctrina operacional. Históricamente, el Ejército chileno trabajó sobre la base de una hipótesis de conflicto que amenazaba simultáneamente sus tres fronteras (HV-3), lo que determinaba la distribución de sus recursos y, sobre todo, su formación, orientada al empleo máximo de la fuerza en el mínimo de tiempo. De alguna forma, las características que tuvo el golpe de Estado de 1973 se explican mal sin la lógica de HV-3. El Tratado de Paz de 1984 con Argentina, consolidado en los 90, no cambió la hipótesis básica, pero sí las nociones sobre el “campo de batalla”, que ahora podría ser mejor focalizado –en el norte del país–, con mayores capacidades para identificar fortalezas y carencias. 
El segundo cambio ocurre en la organización de las fuerzas. Esta es una consecuencia inmediata de lo anterior. El antiguo Ejército estaba basado en regimientos y divisiones alineados con las regiones de posible enfrentamiento con Argentina. Aunque esa organización no ha desaparecido, se ha ido superponiendo una redistribución que pone el énfasis en la capacidad de movilidad y reunión del poder de fuego en tiempos muy cortos. Si la doctrina anterior privilegiaba la blitzkrieg "palabra que describe la doctrina militar de concentrar toda la fuerza en un pequeño punto del enemigo";, la de hoy sería una “súper blitzkrieg” debido a su velocidad, o una “blitzkrieg 2.0”, debido a su informatización. 
 
Por último, se produce el cambio tecnológico. Hasta fines de los 90, el Ejército estaba anclado en un equipamiento proveniente de la Segunda Guerra Mundial y de la Francia de los 60. Un claro ejemplo era su dotación de tanques: M-51 y M-41, de los años 40, y MX30, de los 60. Las compras de oportunidad que se produjeron en los 90 –y que están en estos días bajo investigación por pago de comisiones irregulares–, tras el desarme de la OTAN y del Pacto de Varsovia, introdujeron los Leopard I, a los que han seguido, en años recientes, los informatizados Leopard II, que por ahora se acumulan, pero que terminarán por sustituir a los anteriores hacia el 2020. 

Desde cero 
Una de las paradojas del proceso de transformación es que sus bases se generaron cuando los recursos aun escaseaban. En 1976, la Junta Militar modificó la antigua "Ley del cobre" y asignó a las Fuerzas Armadas el 10% de las ventas de Codelco, una anormalidad política y financiera que este mes ha entrado en su fase de término, con un proyecto que provee financiamiento estatal de modo similar a otras instituciones. 
Con los flujos de Codelco se financió la adquisición de armamento para lo que llegó a ser una inminente guerra con Argentina, en 1978. Pero esas compras fueron muy superiores a lo que proporcionaba el cobre, y el Ejército se vio endeudado en varios miles de millones de dólares por muchos años después, hasta la insólita fecha de fines de 1999. 
Mientras los recursos del cobre se destinaban a pagar deuda, el mando militar inició la planificación de su futuro. Según oficiales que participaron de ella, “fue como empezar de cero, como construir un Ejército de la nada”. 
Liberados del peso de las viejas normas y las tradiciones –y sin preocuparse de un dinero que no tenían–, los equipos del Estado Mayor empezaron a concebir un esquema en que la Fuerza (la totalidad del aparato militar) fuese construida desde cuatro unidades centrales que debían replicar las cuatro funciones esenciales de la organización armada: Planificación, Preparación, Acción y Apoyo (ver esquema a la izquierda de la página). 
A partir de 2000, cuando los fondos del cobre quedaron libres para reanudar las compras, la nueva estructura de mando se fue poniendo paulatinamente en vigencia, hasta culminar el 2006, con la creación formal del Comando de Operaciones Terrestres, la primera de las cuatro mega-unidades. 
Entre otros, esto significó un cambio radical en el sistema de adquisiciones de armamento. Hoy, el proceso se inicia muy abajo, en las unidades básicas, con la identificación de las “brechas de capacidad”. Sigue con la proposición de “Requerimientos de Alto Nivel” (RAN) y luego de “Requerimientos Operacionales”, todos los cuales deben ser acompañados por análisis de perfiles de uso y ciclos de vida útil. 
Con un mecanismo tan complejo, dicen los altos oficiales, hoy sería difícil que se repitieran casos como el de los Leopard I, bajo investigación, o del Proyecto Rayo, base aparente de las comisiones mayores que Augusto Pinochet obtuvo en sus últimos años al frente de la institución. 
Otro cambio se produjo en la configuración del personal, de arriba hacia abajo. Al terminar el régimen de Pinochet, los generales eran 64, formando una pesada costra burocrática con muchas fracciones de mando y privilegios. Hoy ese número se ha reducido a 36, la mayoría de ellos operativos. Muchos coroneles, reclutados apresuradamente como oficiales ante las posibilidades de guerra de los 70, debieron pasar a retiro en los 90. 
También la conscripción sufrió una mutación cualitativa. Además de pasar de obligatoria a voluntaria, se redujo de 50.000 hombres en los 90 a 12.000 hoy. El año pasado, una ley introdujo la categoría más novedosa: la “tropa profesional”, consistente en conscriptos ya instruidos que pueden permanecer en el Ejército con contratos de cinco años. Está previsto que para el 2010 esta tropa llegue a 5.000 hombres, y para el 2014, a 10.000. 
Aunque lo parezca, no es totalmente paradójico que todo esto se haya producido mucho después de que el Ejército dejó el gobierno. El envolvimiento de los militares chilenos en la política de contingencia no produjo el efecto devastador sobre las capacidades profesionales que tuvo en Argentina (la guerra de las Malvinas dio una prueba dramática), o en Perú (donde podría explicar el crecimiento inaudito de Sendero Luminoso en los 80), pero erosionó su agilidad y su capacidad de adaptación. 
Al terminar el gobierno de Pinochet, el Ejército era una institución fofa y poco prestigiosa, casi sin capacidad de atraer a vocaciones jóvenes. Aunque desde la política pueda haber apreciaciones diferentes, la mantención de Pinochet en la Comandancia en Jefe no contribuyó a mejorar esa situación, porque el permanente tira y afloja con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei creó un dique para cualquier voluntad de cambio. 
Peor aún, ahora se sabe que en ese período la compulsión del general Pinochet y de su entorno inmediato por tomar seguridades ante un futuro que percibían amenazante condujo a la sucesión de operaciones ilícitas reveladas en las cuentas del Banco Riggs en 2004. Lo que quedaba del aura de servicio del veterano general se desplomó con esos hallazgos. 
El único movimiento virtuoso en esos últimos años se inició en la Academia de Guerra en la segunda mitad de los 80 y floreció con los generales más jóvenes, que, premunidos de postgrados y estudios de cuarto nivel, comenzaron a visualizar la nueva era. El símbolo de ese proceso fue el general Juan Emilio Cheyre, que en el 2003 cerró el compromiso de la institución con el golpe de 1973. 
Lo que ha venido después ha sido discreto y silencioso, pero ya el 2007 el estudio de marcas BAV −realizado por la consultora The Lab Y&R− situaba al Ejército sobre los 70 puntos de reputación (sobre un total de 100) y el de este año lo ubica en el sexto lugar entre las instituciones. Una posición que no era posible imaginar al inicio de la transición. 
Al acercarse el Bicentenario, el Ejército chileno atraviesa por uno de los momentos más despolitizados de su historia, lo que sí es una paradoja después de un compromiso tan intenso como el que tuvo hasta los 90. Sería ingenuo suponer que sus mandos carecen de opinión, y es un hecho que muchos de ellos continúan cooptados por la derecha. Pero el doble sentimiento de que no han sido desdeñados por los gobiernos recientes, y que han alcanzado una posición profesional de privilegio en la región, los vuelve naturalmente más escépticos respecto del carnaval de la política cotidiana. 

Poder 360

domingo, 30 de agosto de 2015

Guerra del Paraguay: La Batalla de Tuyuty

Batalla de Tuyuty 

La batalla de Tuyuty fue de lejos el encuentro más grande de la guerra. Casi 60.000 tropas participaron en el combate. Se nombró por un extenso campamento de tiendas de campaña hacia el norte del Estero Bellaco donde las fuerzas aliadas se habían establecido a finales de Abril.

Después del encuentro del 2 de mayo, grandes fuerzas de unas 18.000 tropas, manejadas por el general Antonio Paranhos, vizconde de Porto Alegre, marcharon bordeando el río de Paraná que las confinaba, mientras que la mayor parte del ejército aliado, unas 35.000 tropas, seguían hacia el norte del Estero Bellaco y acampaban allí. El ejército brasileño, manejado por el general Osório, ocupó la parte del terreno próxima de Estero Bellaco y el argentino fue situado a la derecha. Los batallones uruguayos, con el 41vo batallón de infantería del ejército imperial, estaban delante del ejército aliado, hacia el sur de Tuyuty. El comandante aliado, general Bartolomé Mitre, todavía estaba preocupado con preveer la acción del enemigo. La acción a comienzos de mayo y las constantes escaramuzas, era evidencia que no llevaría el a los paraguayos tan fácilmente. Había también rumores de un ejército enemigo grande que esperaba una ocasión favorable para enfrentarlos. Para hacer cosas las peores, la flojedad diezmaba a sus grados. Las enfermedades causaron más bajas que las balas hicieron.
López, para su giro, llamó a sus oficiales para discutir la situación. Él se sentía confiado de hacer retroceder a los aliados, hacia las aguas de Paraná. En Tuyuty, los refuerzos de otros puntos del país hincharon a sus grados a más de 23.350 hombres. Él proyectó un asalto directo en las posiciones de la Triple Alianza. Este ataque iba a tener además el apoyo de cañones pesados. La izquierda fuerte 9.000 de sus tropas mantendría las fuerzas argentinas dedicadas. Serían llevadas por general Francisco Isidoro Resquin, que tendría en su disposición el bulto de la caballería paraguaya. A la derecha, general Vicente Barrios, con un número igual de tropas, pondría en marcha un asalto directo en el ejército brasileño. En el centro, Díaz, ahora ascendido al general, tenía el objetivo de destruir la vanguardia de los aliados. Al mismo tiempo él ayudaría a Barrios a romper la izquierda aliada. Él ordenaría a 5.000 hombres. Una pequeña reserva retrocedería el ataque, en caso de necesidad.

Para algunos oficiales, estaba claro que el ataque era una equivocación. Tendrían que cruzar una tierra desigual, contra un enemigo atrincherado con poco apoyo de sus propios cañones. George Thompson, ingeniero inglés que luchó en el ejército de López como teniente coronel, conocido más adelante que El Supremo, hubiera decidido para una estrategia defensiva, los paraguayos hubieran infligido una gran derrota a los aliados, puesto que el terreno era apropiado para los defensores. A pesar de eso, López estaba resuelto. El ataque ocurriría el 24 de Mayo.

Entretanto, los aliados pasaron sus trincheras de excavación del tiempo. En la izquierda del campamento aliado la artillería estaba bajo mando de capitán Emílio Mallet, hombre de mediana edad francés que se había unido al ejército imperial. Estaba preocupado de sus piezas puesto que su posición estaba al finalizar el Estero Bellaco. Un ataque de ese punto o de una maniobra del flanco pondría los cañones en peligro serio. Cerca de su posición las 1ras y 3ro divisiones de infantería formaron el extremo a la izquierda del ala.

Díaz abrió el ataque sobre el 11:30. Rompió arriba en la vanguardia del ejército aliado. Los hombres de Flores eran de nuevo las receptores iniciales para experimentar la acometida paraguaya. Comenzaron a ser echado hacia atrás por la presión de los asaltadores.


En la izquierda del campamento aliado las unidades del ejército imperial estaban bajo ataque de los soldados de infantería de los paraguayos. Aquí, el terreno hizo la batalla un tumulto desde el principio. Los paraguayos se movían delante bajo fuego cercano de las líneas enemigas. Pronto, se ponía de manifiesto que los asaltadores se movían para flanquear a los aliados. La artillería del centro estaba en peligro. La 3ra división dispuso a algunos batallones proteger la posición la artillería. Por esa razón, sufrirían la mayor parte de los ataques.


Mapa de la batalla

Mapa de la batalla de Tuyuti, extraído del trabajo de Williams. Lo rojo muestra el ataque paraguayo. El rectángulo celeste indica las posiciones argentinas.

A la derecha, las cosas no vinieron tan bien a la fuerza atacante. Primero, el terreno estaba lleno de obstáculos para un asalto de la caballería. Era pantanoso y los asaltadores tuvieron que desviarse de centros comunes y de matorrales. Otra razón de las dificultades que los paraguayos eran cara tuvo que hacer con el hecho de que el argentinos desplegaron rápidamente a sus tropas en líneas del batallion. Sin embargo, los asaltadores se dirigieron hacia la artillería y luego esperan por algún tiempo, pero un contraataque de la caballería argentina bajo el mando del General Wenceslao Paunero pronto los expulsa. 





General Osorio (EB)

General Díaz (EP)

Mientras tanto, Díaz había unido a los paraguayos en su tentativa de romper la formación brasileña y de alcanzar la parte posterior del campamento aliado.

El extremo a la izquierda de los aliados fue dedicado a un combate desesperado para no estar implicado. Ambos, los soldados de infantería paraguayos y brasileños trataban con descargas constantes en uno a en una distancia corta. Cuando los paraguayos estaban a punto de alcanzar su meta, algunas unidades traídas del centro vinieron en el 1r y las 3ro divisiones a ayudar. Así, los defensores pudieron repeler el asalto. Para las 4 de la tarde los paraguayos se retiraron. No habían alcanzado sus objetivos.


Tuyuty representó un desastre inmenso para el ejército paraguayo: casi la mitad de la fuerza que atacaba fue perdida. Según algunas fuentes, los paraguayos tuvieron 6.000 muertos y 6.000 heridos o capturados.

Aniquilaron a algunos batallones. Por el resto del conflicto, López no podría colocar a un ejército como el que tuvo en Tuyuty.

Los aliados también tenían un gran costo de bajas. Las bajas sumaron unos 4.000, el 11% de los efectivos. Para el ejército imperial las bajas estaban: 719 a 736 muertos y 2.292 heridos. El general de brigada Antônio Sampaio, comandante de la 3ra división estaba entre los muertos. El argentinos tuvieron 126 muertos y 480 heridos. Para los uruguayos, las bajas contadas hasta 429, de este número, cerca de 133 fueron muertos.

Las bajas combinadas fueron tan altas como 16.000. Alrededor 3.550 bajas fueron sostenidas por cada hora de la batalla. Tuyuty fue el día más sangriento de la guerra.

López marchó hacia el norte al área fortificada de Humaitá. Demostró ser un obstáculo serio para la fuerza aliada. Sin embargo, después de Tuyuty los aliados se colocaron firmemente en el territorio enemigo. La marea de la guerra cambio a favor de las fuerzas de la Triple Alianza.

Episodio de la 2da División Buenos Aires en la batalla de Tuyutí, Mayo 24 de 1866, República del Paraguay (1876-1885) 


Detalle de la caballería paraguaya

Fotos de soldados uruguayos del Batallón 24 de Abril en la trinchera de Tuyuty.


 
Y oficiales argentinos también en Tuyuty



Referencia

viernes, 28 de agosto de 2015

Conquista del desierto: La Fortaleza Protectora Argentina


Fortaleza Protectora Argentina 


La Fortaleza Protectora Argentina o Fuerte Argentino fue fundada el 11 de abril de 1828 por el coronel Ramón Bernabé Estomba, siendo el origen de la ciudad de Bahía Blanca en la Provincia de Buenos Aires, República Argentina.

Antecedentes 
En diciembre de 1823 el gobierno de Buenos Aires envió a José Valentín García a la Bahía Blanca con el fin de reconocerla en busca del lugar adecuado para un puerto. García publicó los resultados en el Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires el 16 de febrero de 1824. 
En 1824 el gobernador Martín Rodríguez realizó una campaña militar contra los indígenas llegando hasta la bahía Blanca. Iba con él el comerciante Vicente Casares, contratado para realizar la fundación, pero el gobernador la consideró impracticable y rescindió el contrato. 
El proyecto fundacional se vio impulsado por Bernardino Rivadavia durante la Guerra del Brasil cuando la flota brasileña intentó ocupar Carmen de Patagones en marzo de 1827. 

El gobernador coronel Manuel Dorrego dispuso el cumplimiento de la ley del 12 de diciembre de 1827 que ordenaba establecer una nueva línea de fronteras en el sur y ordenó al comandante general de la frontera, Juan Manuel de Rosas, que se dirigiera al Fuerte Independencia (actual Tandil) y de allí a la bahía Blanca para fundar un fuerte. Pero la orden se postergó brevemente por el pedido de Rosas sobre el envío de técnicos. 

La expedición fundadora 
 


Ramón Bernabé Estomba. 

El coronel Ramón Estomba, jefe del Regimiento 7° de Caballería de Línea que guarnecía el Fuerte de la Independencia, fue designado como jefe de la expedición fundadora en noviembre de 1827. Rosas informó el 16 de enero de 1828 que la expedición estaba lista para marchar. El 8 de marzo Estomba y el ingeniero militar Narciso Parchappe, designado director técnico de la fundación, se encontraron en el Fuerte Independencia y dos días después Parchappe viajó como avanzada a la bahía Blanca con una escolta de 25 coraceros, comandados por el teniente coronel Andrés Morel, junto con 30 indígenas amigos. 

El 21 de marzo de 1828 Parchappe llegó a destino y escribió: 

Llegaba al término de mi viaje. Al placer de haberlo logrado sin accidentes, se reunía el de contemplar el océano, que yo no veía desde hacía varios años y cuya superficie azulada hacía contraste con el aspecto amarillento y triste de las planicies que recorría desde hacía tanto tiempo. El baqueano que había tomado la delantera, vino a advertirme que había percibido un buque de dos mástiles anclado en la bahía; no podía ser otro que la embarcación enviada de Buenos Aires, con los materiales propios para la construcción con que se debía levantar el nuevo fuerte; todo concurría a asegurar el éxito de la empresa, y fui aliviado de un gran peso viendo disiparse las inquietudes que yo había alimentado hasta entonces sobre el resultado de mi misión. Caminamos aún una legua al O.N.O. a través de terrenos minados y cubiertos por chañares; después, habiendo descubierto las pendientes que bordean la fuente de la bahía Blanca, en una planicie extendida entre sus pies y la playa de la bahía, llegamos al borde de un pequeño arroyo, que supimos después era el Napostá de los indios. Acampamos en medio de un buen campo de pastoreo, resueltos a quedarnos provisoriamente en ese sitio, hasta que un más amplio reconocimiento de la bahía nos permitiera elegir el sitio para el fuerte proyectado. 

    


El puerto sobre el Arroyo Naposta, que fue el empleado por los fundadores de la fortaleza 

La nave que llevó los materiales era la ballenera Luisa, comandada por el piloto Laborde. 

Al conocer los indígenas del lugar la llegada de los expedicionarios, se movilizaron hacia ellos. Lo cual le fue comunicado por el cacique aliado boroga Venancio Coñoepán. Parchappe escribió al respecto el 27 de marzo: 


A nuestro arribo el cacique Venancio había enviado un mensaje a su lugarteniente Montero, acampando con el resto de su gente en las cercanías del río Colorado; llegó, al anochecer, acompañado de un enviado del mismo Montero. Estos indios nos informaron haber visto nueve hombres a caballo en dirección a la Cabeza de Buey; los suponían espías o vanguardia de indios enemigos, que aseguraban venían en gran número con intención de atacarnos y de oponerse, con todo su poder, a nuestra instalación, mirada por ellos como una usurpación a sus posesiones; lo anunciaban, además como conocedores de nuestra poca fuerza y no ignorando que el resto de la expedición no llegaría hasta pasado un tiempo. Lo que parecía justificar las precauciones e indicar un peligro real era que el cacique Venancio parecía atemorizado; reunió en asamblea a todos los suyos y mantuvo consejo durante toda la noche. Nuestra posición parecía tornarse más crítica y despachamos al día siguiente, un expreso al coronel Estomba instándolo a apresurar la marcha y de a enviarnos refuerzos de tropa. 

El 9 de abril Estomba avisó de su llegada con el 7° regimiento de caballería de línea, 2 piezas de artillería y muchas carretas con elementos para la construcción del fuerte y víveres. 


Fundación 

El 9 de abril de 1828 llegó Estomba y se procedió a levantar un acta de fundación: 


En la Fortaleza Protectora Argentina a nueve de Abril de 1828 reunidos en la tienda del Cnel. Ramón Estomba Jefe de la Expedición de Bahía Blanca el Teniente Coronel Andrés Morel, los Sarg. Mayores del Valle y Juan de Elias, el Cap. Martiniano Rodrigez, el Ingeniero agrimensor Narciso Parchappe y los vecinos pobladores Nicolás Peres, Pablo Acosta y Polidoro Couhn para tomarles su parecer sobre el lugar en que deve situarse la Fortaleza y Población, combinieron de opinión unánime que la posición elegida por el Sr. Parchappe, y aprobada por el referido Coronel es la mejor que puede presentar la Campaña en esta parte de la Costa por la inmediación de su buen Puerto, y la reunión de un Río, de excelente agua; y la mejor tierra bejetal, pastos abundantes; combustible para muchos siglos; por cuya reunión de circunstancias está llamado a ser algún día uno de los establecimientos de más interés para la Provincia de Buenos Aires. Firmado R. Estomba - Andrés Morel — Narciso del Valle - J. de Elias — Nicolás Peres - Pol. Coulin — Narc. Parchappe -Mart. Rodríguez - Pablo Acosta. Acta fundacional 

El 11 de abril terminó de llegar la expedición y se procedió a realizar la fundación. 
Como el material transportado fue insuficiente, se envió la embarcación a Carmen de Patagones en busca de más materiales. Una goleta partió desde Ensenada de Barragán para sumarse a la expedición. 

El 19 de mayo llegaron animales y un decreto del gobierno señalando 100 leguas cuadradas como territorio jurisdiccional del fuerte. 

Estomba decidió llamar a la fortaleza como Protectora Argentina y al puerto como de la Esperanza. El ministro de guerra Juan Ramón Balcarce dispuso el 3 de mayo que la fundación se llame Nueva Buenos Aires, pero el nombre se olvidó rápidamente. 


Construcciones 
La construcción del fuerte demandó cuatro meses. El fuerte tenía forma cuadrangular, con cuatro bastiones de 65 metros de longitud según los puntos cardinales. Los muros eran de 4 metros de altura y otros tanto de espesor. Un foso de 5 metros de ancho y lo mismo de profundidad rodeaba al fuerte. Hacia el noroeste se hallaba el única portón de madera con un puente levadizo. 
Completaban la construcción los edificios de la Comandancia, del cuerpo de guardia y tropa, polvorines, cuarteles, y en el centro un mangrullo. 


Primeros años 
En julio de 1828 Parchappe regresó a Buenos Aires, mientras que Estomba se plegó a la revolución de Juan Lavalle contra Dorrego, partiendo en enero de 1829 hacia Tandil, quedando como comandante el teniente coronel Andrés Morel. 

El 25 de agosto de 1828 la fortaleza fue atacada por Pablo Pincheira y sus aliados indígenas, participando en la defensa Venancio Coñoepán y por el capitán Juan de Dios Montero: 


En la madrugada del 25 del actual vinieron los bárbaros a estrellarse contra la Fortaleza, en numero de 400 a 450 hombres, entre ellos como 100 de tercerola; teníamos avisos anticipados y los esperamos desde medianoche; hice formar fuera a caballo la tropa disponible, en su totalidad 130 hombres y con los indios amigos del cacique Venancio y el capitán Montero, salimos a encontrarlos; ellos aguardaban y resistieron la carga pero el fuego de una pieza de que sacamos con nosotros los hizo retirarse, después de haber dejado en el campo 8 a 10 hombres. Parte de Estomba 

En febrero de 1829 al producirse la sublevación unitaria de Juan Lavalle, el comandante de la Fortaleza Protectora Argentina, teniente coronel Morel, se plegó a ella e intentó dirigirse al Fuerte Independencia con el cuerpo de coraceros, los auxiliares de Venancio Coñoepán y los borogas. Al llegar al arroyo Napostá Grande se produjo una sublevación pro rosista de los indígenas que comandaba Morel, quien murió durante la misma junto con 50 coraceros. El sargento mayor Narciso del Valle quedó a cargo de la comandancia de la fortaleza. 

El 5 de agosto de 1834 se dictó el Decreto N° 1270 que fijó el ejido de la Fortaleza o Fuerte Argentino: 



"Delineamiento de Bahía Blanca" segun un cuadro de A. Pellegrini en el Museo de Bellas Artes 



Buenos Aires, Agosto 5 de 1834. No pudiendo estenderse por el Este y Sud las cuatro leguas del égido del Fuerte Argentino, designado por el artículo 1.° del decreto de 9 de Junio de 1832, en razon de tocar con el mar por una parte, y por otra con los cangrejales accesorios, el Gobierno acuerda y decreta: Art. único. El éjido, que por decreto de 9 de Junio de 1833, fué señalado á la poblacion del Fuerte Protector Argentino, se estenderá limitado por uno de sus lados, por la Costa Occidental del Sauce Grande, desde sus nacientes en la Sierra de la Ventana hasta su desembocadura en el mar, con la altura correspondiente hácia el mismo Fuerte. Comuniquese al Departamento Topográfico y publiquese. Viamont. 

Campaña de Rosas al Desierto 
Sabiendo Rosas que Manuel Bulnes estaba preparando en Chile una expedición en contra de Chocorí, delineó en septiembre de 1832 un plan de conquista basado en una expedición que debía partir desde la Fortaleza Protectora Argentina. Posteriormente el plan fue modificado y Rosas partió de San Miguel del Monte el 22 de marzo de 1833 con unos 2.000 expedicionarios. 

El 1 de mayo la expedición acampó sobre el río Sauce Chico. Desde allí Rosas viajó con su escolta hasta la Fortaleza Protectora Argentina en viaje de inspección de las municiones allí almacenadas y para recoger los pertrechos llegados por barco desde Buenos Aires, para lo que había despachado un día antes las carretas. Allí Rosas recibió noticias: el regreso de la columna del centro, que nada se sabía de la columna de Aldao y que el cacique Chocorí ya estaba alertado de la expedición en su contra. A la fortaleza llegaron también por mar soldados de refuerzo. 
Una vez concluida la expedición a principios de 1833, la fortaleza quedó reforzada con una guarnición de 300 hombres al mando de Martiniano Rodríguez. 

Fue visitada por Charles Darwin en su periplo por Sudamérica en septiembre de 1833. El 16 de noviembre de 1834 fue creado por decreto el Partido de Bahía Blanca al establecerse un juez de paz.  


N.° 1273 Estableciendo el Juzgado de Paz de Babia Blanca. Buenos Aires, Setiembre 13 de 1834. En conformidad con los artículos 8.° y 9.° de la ley de 24 de Diciembre de 1821, el Gobierno ha acordado y decreta: Art. 1.° Se establece por ahora un Juzgado de Paz para todo el distrito compresivo á la Fortaleza de Bahia Blanca y sus adyacencias. 2.° Sus atribuciones serán las mismas de los demás Jueces de Paz de la Provincia. 3.° Queda nombrado Juez de Paz de la Bahia Blanca, por el resto del presente año, don Francisco Casal. 4.° Comuniquese y publiquese. VIAMONT. 

En 1835 fue creada la parroquia de Nuestra Señora de la Merced. 

    


Panorama alusivo a la fundacion del Fuerte de Bahia Blanca (Cuadro de Augusto Ferrari) 

Calfucurá y Coñoepán 

El 9 de septiembre de 1834 Calfucurá efectuó la masacre de Masallé sobre los borogas, por lo que estos reaccionaron auxiliados por tropas de la Fortaleza Protectora Argentina y sus auxiliares indígenas encabezados por Venancio Coñoepán, obligando a Calfucurá a huir por el camino de Chalileo. 

El boroga Cañiuquir proyectó una invasión y una partida de soldados fue atacada, por lo que Rosas dirigió contra ellos dos avances de la guarnición de blandengues de la Fortaleza Protectora Argentina y sus auxiliares indígenas, derrotándolos en Guaminí y Languillú y matando a 650 borogas (entre ellos a Cañiuquir), tomando 900 prisioneros, rescatando el ganado y a los cautivos. Al regresar a la fortaleza unos 800 auxiliares aliados se sublevaron, mataron a cuantos cristianos encontraron, entre ellos dos oficiales y 70 soldados, y apresaron a Venancio Coñoepán.  

En la primavera de 1836 el cacique boroga Railef procedente de Chile realizó un malón con 2.000 guerreros con la finalidad de atacar a Calfucurá y vengar la matanza de borogas hecha por éste en Masallé en 1835. Se desvíó de su objetivo y atacó las tolderías de indígenas aliados del gobierno en la zona de los arroyos Napostá y Sauce Chico y luego la fortaleza defendida por los coroneles Zelarrayán y Rodríguez, matando a muchos soldados. Luego se dirigieron a Tapalqué atacando el 1 de octubre y logrando robar 100.000 cabezas de ganado. Calfucurá los atacó en Queutrecó, matando a Railef y a 1.500 guerreros.  

Calfucurá asistió con guerreros a Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, que culminó con la caída de Rosas y el ascenso del triunfante gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza. Al día siguiente Calfucurá, de acuerdo con pampas y ranqueles atacó la fortaleza con 5.000 guerreros y le puso sitio. 

En 1859 el Ministro de Guerra del Estado de Buenos Aires, general José Martínez Zapiola, organizó el Ejército de Operaciones del Sur para enfrentar a Calfucurá, el cual tenía una división el Fuerte Independencia y otra en la Fortaleza Protectora Argentina. 

El 19 de mayo de 1859 se produjo un ataque al fuerte con aproximadamente 3.000 guerreros, comandados por Calfucurá, Catricurá, Antemil y Cañumil. 

A fines de agosto de 1870 indígenas de Calfucurá hicieron un malón en la zona de la fortaleza, robando unas mil cabezas de ganado. El comandante teniente coronel José Llano logró desbaratar el ataque. Poco después Namuncurá intentó un nuevo ataque con 2.000 guerreros, que fue repelido.6 Texto en superíndice 


 


Plano de la Fortaleza Protectora Argentina 

La Fortaleza frente a la plaza de Bahía Blanca 

Bahía Blanca 

En 1856 llegaron inmigrantes a instalarse en la zona de la bahía Blanca, fundando la Colonia Nueva Roma. La conquista del Desierto de Julio Argentino Roca y la llegada del ferrocarril en 1885 iniciaron el despegue poblacional de la fortaleza convertida en la ciudad de Bahía Blanca en 1895. 


Una vista del fuerte en 1880 


Una antigua imagen de la oficina de Correos que funcionaba en la Fortaleza Protectora Argentina, la construcción que dió origen a la ciudad de Bahía Blanca 

Referencias 

  • Historia y Arqueologia Marítima. LA "FORTALEZA PROTECTORA ARGENTINA" UN BALUARTE FRENTE A LOS INDIOS PAMPAS. Historia de la fundación de Bahía Blanca por DANIEL HAMMERLY DUPUY 
  • Historia de la Confederación Argentina: Rozas y su época. Tomo II. Escrito por Adolfo Saldías. Publicado por F. Lajouane, 1892 
  • Historia Integral de Bahía Blanca 
  • El indio del desierto/the Indian of The Desert. Escrito por Dionisio Schoo Lastra. pp. 142 
  • La Sangre de la Tierra. Pág. 47-48. Escrito por Ricardo Noceti. Publicado por Editorial Didascalia. ISBN 950-787-060-1, 9789507870606 
  • Heráldica de Punta Alta

Enlaces externos 


Wikipedia