El ejercicio combinado Beta, con Chile
La Fuerza Cruz del Sur
Con el sistema stand by-force, la Fuerza de Paz Combinada Cruz del Sur (FPCCS) podrá desplegarse en forma rápida, allí donde las Naciones Unidas la requieran. Un esfuerzo conjunto entre la Argentina y Chile, que se pensó en 2005 y hoy está cerca de su concreción definitiva. Solo faltan detalles y la prueba de fuego: probarse en el terreno. Con el reciente tercer ejercicio virtual, denominado Cruz del Sur-Beta -el cual DEF tuvo la oportunidad de presenciar-, por primera vez participaron componentes de las tres fuerzas armadas y autoridades políticas de ambos países. Por Lauro Noro / Fotos: Fernando Calzada.
Todavía está en los papeles. Sin embargo, desde hace más de cuatro años, la Fuerza de Paz Combinada Cruz del Sur pisa cada vez con mayor autoridad. Luego de intensas reuniones y de dos encuentros virtuales -el primero en 2007, para Cálculos y Esfuerzos Logísticos de Despliegue, y el segundo, en 2008, el Cruz del Sur-Alfa, en Chile, solo con el componente terrestre-, el Estado Mayor Conjunto Combinado (EMCC), esta vez desde la Argentina, puso en marcha la versión Beta. Con dos condimentos: la participación del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de los dos países y del Grupo Bilateral de Dirección Política, con funcionarios del Ministerio de Defensa y la Cancillería, que orientaron y coordinaron el proyecto. “Fue la parte política del ejercicio que funcionó como comité director y se estudió cómo integrarlo a su funcionamiento”, explica el coronel Gustavo Pérez Zoilo, jefe del EMCC de la FPCCS. Y puntualiza sus objetivos propuestos. “Pasaron por la interacción, interoperabilidad y el conocimiento de sus integrantes para comprobar si el equipamiento posibilitaba la planificación y la toma de decisiones, y permitir que los futuros comandantes de las unidades alcanzaran un alto grado de conocimiento mutuo”, agrega el responsable del ejercicio. La intención va más allá. “Esperamos obtener experiencia en los temas de doctrina conjunta y combinada, consolidar los manuales que desarrollamos para su creación y revisar toda la documentación que le dio origen en 2005 y que terminó con la firma del memorando de entendimiento en diciembre de 2006”.
La organización
El componente terrestre de la FPC -cuyos estandartes fueron intercambiados por las presidentas de ambos países-, tendrá casi mil hombres en dos batallones de Infantería con dos subunidades, una de comando y otra logística. El aéreo estará formado por ocho helicópteros -cuatro de cada país, dos de la Fuerza Aérea y dos del Ejército- y 190 hombres. En el naval, las armadas aportaron fragatas (Chile) y lanchas patrulleras, corbetas y un buque transporte (Argentina). Su diseño se encuentra bajo el sistema stand by-force de despliegue rápido. “Hay algunas actualizaciones de materiales que cada fuerza elevará al EMCC, encargado de coordinar los pedidos para presentarlos ante los respetivos Ministerios de Defensa en un plan que tiene como meta fines de 2010”, concluye el oficial superior.
La inauguración de las deliberaciones estuvo a cargo del comandante operacional de las Fuerzas Armadas, general de división Daniel Camponovo, y se desarrolló en instalaciones del Centro de Adiestramiento y Ejercitación para la Conducción y Experimentación de la Doctrina (CAECED), en Campo de Mayo, acompañado por el coronel Jorge Fuensalida, agregado de Defensa y Militar; José Miguel Capdevila, consejero político de la embajada de Chile; Carlos Maldonado, consejero del Ministerio de Defensa de ese país; el ministro Tettamanti y el secretario Rafael Dalo, de la Cancillería argentina; la licenciada Luciana Micha, directora de Cooperación para la Paz del Ministerio de Defensa; el general de división Alfred Edwing Pinochet, jefe del Estado Mayor de Defensa Nacional; el comandante de la 2ª División del Ejército de Chile, general de Brigada Bosco Pesee Quappe; y el secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa, Alfredo Forti, junto con Nicolás Domini, del mismo organismo.
Un lugar llamado Navidad
El ejercicio se inició con una situación ficticia. En la isla Navidad, en una costa conocida, imaginaron el país Marmolia en conmoción por conflictos étnicos, religiosos y de extrema pobreza. Allí entró en acción la FPC. La idea era simple: actuar con los cánones de la ONU y servir como puente entre la salida de las fuerzas de estabilización que llegaron primero y el posterior arribo de permanentes fuerzas de paz. Los militares no actuaron solos. Los miembros del Grupo Bilateral marcaron las directivas del nivel político cuando la situación no permitía ser resuelta por los comandantes dentro de sus reglas de empeñamiento. A través de la plataforma Simupaz (desarrollo de entrenamiento para operaciones de paz) y con una matriz de 80 eventos -en la que no faltaron manifestaciones, agresiones de todo tipo, piratería en el mar, entre otras cosas-, los participantes debieron resolver cada uno de ellos de acuerdo con los manuales y las pautas que recibieron. En las distintas salas de trabajo, atiborradas de mapas, computadoras y otros elementos, oficiales y suboficiales de los tres componentes pusieron a prueba la doctrina. “No eran nuevos esos escenarios, pero se corrigieron y, cuando fue necesario, se lo hizo con situaciones nuevas, para criticarlas y mejorarlas”, explica Pérez Zoilo.
-¿Qué hicieron con el componente aéreo y naval?
-Con el primero tratamos de recolectar las últimas experiencias de Chile en las misiones en Chipre y en Haití, y, en el caso de la Armada, la participación de nuestras unidades no solo en los ejercicios bilaterales sino también en las misiones desarrolladas en el Golfo de Honduras, por ejemplo. Hemos extraído situaciones que han sucedido. Son experiencias que hemos trasvasado a la matriz del Beta para comprobar si las tablas de organización de equipos y la doctrina son coherentes con las tareas futuras a realizar.
-¿En qué se diferencia la FPC de los Cascos Azules?
-En cuanto a la orgánica, no hay una que la tipifique y distinga; sí en el planteo de cómo va a operar. Está previsto que, luego de un requerimiento de Naciones Unidas, la FPC -con el acuerdo de ambos congresos y la autorización respectiva- pueda desplegarse en un lapso de 90 días. O sea, con un tiempo de alistamiento más corto y rápido que una fuerza estándar de paz. No es una fuerza de primer empleo.
-¿Cómo ha sido la interacción entre ambos países en los tres años que llevan con este proyecto?
-Ha sido realmente un hito para destacar. En los primeros conceptos de su desarrollo, allá por 2005, uno de los puntos era anclar aquellas medidas de confianza mutua, y hoy nuestra preocupación pasa por la interoperabilidad. La integración es algo que se trabaja día a día. En el Estado Mayor Combinado es un elemento típico tener durante todo un año la mitad de sus componentes conformada por oficiales chilenos, de los cuales el 50% es jefe de departamento. Lo mismo pasa con los argentinos cuando rotan en Chile. Es algo concreto, diario y palpable.
Miran desde fuera
La orgánica de los elementos previstos es, por supuesto, conjunta y combinada. “La cuestión es poder aunar y volcar todo lo que nosotros estamos viendo y sumar el grado de compromiso en lo combinado, que es distinto y hace que la FCP tenga un perfil que no existe en Sudamérica”, asegura nuestro entrevistado. Corrobora un hecho vinculado directamente con la integración tan buscada. “En las ejercitaciones terrestres, como el Ejercicio Aurora, se han intercalado puestos de comando y jefes de fracción en ciertos niveles, donde lo combinado se dio realmente. También, en situaciones de apoyo entre patrullas terrestres de ambos países”.
-Me imagino que estará saliéndose de la vaina por ver a la FPC en una misión.
-Será su bautismo de fuego. Ahí va a quedar demostrado si el trabajo fue efectivo. Hoy es un elemento que está siendo visto por muchos países del mundo. Nos preguntan cómo lo estamos llevando adelante, cuáles han sido los problemas para armonizar lo combinado. Lo que ayudó fue que nuestras Fuerzas Armadas mantuvieran con las chilenas un programa de entrenamiento combinado con ejercicios anuales.
-¿Cuál ha sido el secreto de esta FPC?
-Esto nuclea el aspecto conjunto a nivel nacional porque son organizaciones que tienen componentes de todas las FF.AA.; parte de ellas son binacionales y, a su vez, las hemos combinado para economizar medios y materiales, dándoles funcionalidad. Es probable que un argentino se atienda en un puesto de socorro chileno y que un trasandino racione en una cocina argentina.
-¿Dónde se dio mejor ese entendimiento, en la cúpula, a nivel inferior o con los funcionarios civiles?
-Nuestra relación con el GBDP fue muy fluida; es más, generamos situaciones para que nos ayudaran a resolver un tema castrense. En lo militar no hubo diferencias porque somos muy parecidos. Participaron oficiales y suboficiales de las tres FF.AA. de los dos países; de las distintas armas y especialidades del Ejército; marinos navales; infantes de Marina; pilotos de helicópteros; aviadores (N de la R: en una de las salas trabajaba un comodoro de la Fuerza Aérea de Chile con un teniente coronel piloto de helicóptero chileno y un mayor piloto del Ejército Argentino. En otra, dos capitanes de navío -uno argentino y otro chileno, del componente naval-, jugaban con todos los medios previstos para ver cómo se articulaba la cadena de mandos navales en el mar).
-Además, ¿para qué aprovecharon el ejercicio?
-Para hacer un ajuste sobre los manuales doctrinarios y ponerlos en el año de prueba que deben tener antes de que se promulguen como doctrina. Las situaciones planteadas son disparadores para comprobar si lo que está escrito es factible y si la organización alcanza para cumplir las tareas.
-¿Cómo analizaron la diferencia de equipamiento que puede existir entre ambos países?
-El primer punto fue estandarizarlo. Por eso, se tipificó cómo debe ser una unidad de Infantería, un grupo de helicópteros, cuáles son las necesidades, y así, cada país aportó lo que disponía. Las falencias o diferencias se volcaron en un particular plan de equipamiento para cada componente; pero se han minimizado organizaciones porque -excepto las que son estrictamente necesarias y las nacionales-, son binacionales, y entonces se economizó personal y medios.
De acá y de allá
La mañana lluviosa en Campo de Mayo no disminuyó el entusiasmo conjunto. En la recorrida por las diferentes salas de trabajo, el típico decir porteño contrastó con la pegadiza tonada trasandina. En una de ellas, frente a la pantalla, el capitán de corbeta de IM Sergio Guevara, 2º comandante del Batallón Chile, dio su parecer sobre la experiencia. “Lo más importante es buscar y tratar de acopiar el máximo de experiencias para que cuando tengamos que actuar en el terrenos salga lo más fácil y coordinado posible”. Por su parte, el teniente coronel Fernando Gómez Verón, jefe del Batallón del Ejército Argentino, aportó su opinión. “No hemos tenido ningún tipo de inconvenientes desde el punto de vista de la resolución de problemas o de la aplicación de la doctrina, pese a que a muchos colegas chilenos no los conocíamos. Cuando tuvimos que analizar la doctrina particular, las observaciones surgieron espontáneamente entre nosotros y los puntos de vista fueron coincidentes”.
La clave de esa armonía, según el capitán de fragata IM Alvaro Recabeitia, jefe del Batallón de la Armada Argentina, fue el conocimiento por un trabajo de años. “Eso hace que, en definitiva, el trabajo conjunto o combinado salga más fluido. Lo digo pensando que en 1978 estuvimos a punto de ir a la guerra con Chile y hoy ya tenemos a sus oficiales en nuestra Escuela de Guerra y viceversa. Esas diferencias se limaron porque existió buena voluntad de ambas partes a partir de políticas concretas de gobierno, que se transformaron en hechos específicos en el ámbito de las FF.AA.”. Sobre el Beta, comentó que “la finalidad ha sido resolver problemas y tratar de que el día que esto se aplique sea realmente útil para aquellos que lleven a cabo una tarea como esta, que es difícil, en un lugar donde las condiciones son hasta podríamos decir hostiles, desde todo punto de vista”. Su colega chileno, el capitán de navío Eduardo Aranda, apuntó que la integración se dio a través del conocimiento entre los oficiales y la existencia de una doctrina común. “Los resquemores del pasado quedaron completamente superados”. Finalmente, el teniente coronel Patricio Vandemale, comandante del Batallón chileno, frente a la pregunta de cómo juzgaba el paso del ejercicio virtual al terreno, no dudó. “Ya hemos tenido ejercicios prácticos y, a la larga, esos momentos son los que han sido menos dificultosos. Hubo más problemas en el área de la conducción en algunos niveles que en lo táctico. Es donde tenemos que coordinar más detalles en las maneras de actuar”.
DEF Digital
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