El futuro de nuestras tropas blindadas y mecanizadas
Tcnl Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere
La guerra del Golfo Pérsico combatida en el año 2003, y las acciones que hasta el momento de ser escrito este trabajo, vienen desarrollando las tropas aliadas en Irak, deberían ayudarnos a pensar sobre el empleo que, en el desarrollo de operaciones de combate, deberíamos dar a nuestras tropas blindadas y mecanizadas (en adelante TBM) en el futuro. Para ello, deberíamos hacer uso tanto de la experiencia que los recientes conflictos nos proporcionan, junto con la capacidad de configurar escenarios donde nuestras TBM podrían ser empleadas. Pero hacer esto, requiere de nosotros, efectuar el análisis con total honestidad, de manera que nuestro aporte pueda ser de utilidad a la Fuerza como un todo, y no que se trasunte en un mero justificativo de las creencias que tenemos profundamente arraigadas en nuestra cultura institucional.
Permítasenos aquí, hacer un breve comentario, que creemos, nos ayudará a percibir lo que más adelante trataremos de exponer respecto a las TBM en el trabajo. En el desarrollo de las operaciones en Irak del año 2003, se hizo otra vez la comprobación de una cuestión que sabemos viene repitiéndose en los conflictos desde que finalizara la 2da Guerra Mundial. No hay, en el campo de batalla actual, posibilidad para que fuerzas masivas aerotransportadas, puedan desarrollar operaciones de combate con probabilidad de éxito. Así, en Irak, vimos el año pasado, el lanzamiento de una fuerza militar de cerca de mil hombres en la zona norte del país, pero en modo alguno, observamos las masivas acciones que como las que en el norte africano y Europa Occidental, los aliados llevaron a cabo[1]. Esto es así, pues el despliegue aéreo necesario para que una fuerza aerotransportada pueda efectuar el tipo de operaciones tan comunes en la 2da Guerra Mundial, constituye hoy en día un blanco imposible de proteger de las acciones de las aeronaves y mísiles del enemigo. Este cambio operado, no suprimió la necesidad de contar con tropas de infantería capaces de ser estacionadas en la profundidad del enemigo, solo cambió la forma en que ello debe hacerse. ¿Qué queremos decir con todo esto?, Pues que para las TBM, ha cambiado el escenario, y creemos que las mismas deben de revisar su doctrina, de manera de poder operar eficientemente en los futuros escenario de combate.
¿Cómo tradicionalmente vemos nosotros al empleo de las TBM?
Consideramos que en el ambiente de las TBM, se continúa vislumbrando al empleo de las mismas, en una forma similar a lo que en la 2da Guerra Mundial pusieron en práctica en diferentes campañas alemanes y aliados; las operaciones de la Fuerza de Defensa de Israel hicieron en el Sinaí en sus varas campañas desde la independencia y hasta 1973; o lo que los aliados hicieron en Kuwait e Irak en 1991 y recientemente en Irak al comienzo de la campaña. Esa imagen, tan profundamente arraigada, parece a veces no percibir adecuadamente los cambios que aún en los conflictos antes mencionados fueron desarrollándose, y pareciera que queda solamente, la idea algo romántica de masas de TBM, desplazándose a gran velocidad, sobre terrenos llanos y descubiertos, en dirección a un punto vulnerable del enemigo.
Esta idea, desgraciadamente, ha sufrido el mismo embate que las masivas operaciones aerotransportadas. No es viable de ser siquiera concebida si, el enemigo a quien debemos enfrentar posee el dominio del aire mínimo y suficiente, como para que sus vectores puedan afectar severamente el enorme blanco que las TBM conforman, tanto en sus lugares de concentración como en los desplazamientos hacia sus objetivos. Cuando vemos con detenimiento la historia, percibimos claramente que Israel y los aliados en las dos versiones de la Guerra del Golfo, actuaron con masas de TBM, con total impunidad, ya que pudieron suprimir a la amenaza aérea enemiga[2]. Con absoluta honestidad, podemos mencionar, que resulta cuanto menos muy aventurado pensar que en la eventualidad de un conflicto, podremos contar con la aptitud necesaria como para lograr un dominio del aire siquiera parecido al que sirvió de marco a las operaciones que anteriormente hicimos referencia[3]. Por supuesto que quienes se desempeñan en TBM conocen acabadamente esta problemática, sin embargo, pensamos que no hemos hecho un esfuerzo por encontrar formas de avanzar positivamente al respecto.
Por otra parte, seguimos teniendo ciertas prevenciones respecto al empleo de las TBM en terrenos que no son los que de manera natural, mejor se adaptan a sus aptitudes. Así, seguimos negándonos al combate urbano[4], pese a que el mismo ofrece a las TBM un campo propicio para la explotación de muchas de las aptitudes que las mismas poseen, como lo han demostrado también los israelíes en Ramala y los aliados en Irak. Todo ello, consideramos nos hace perder la potencialidad enorme de nuestras TBM, la que se conforma en primer lugar por décadas de experiencia en la formación de personal y en el mantenimiento y empleo de los medios.
La naturaleza preponderantemente urbana del futuro campo de combate
La población mundial tiende a vivir cada vez más en conglomerados urbanos, lo que hace que los ejércitos deban prepararse para la inevitabilidad de tener que combatir en ellas[5]. De manera tradicional, la doctrina trata de evitar el combate urbano, y aconseja el rodeo de los grandes centros poblados, de manera de mantener a las TBM fuera de ellas, y aprovechar así los espacios vacíos, donde explotar al máximo las aptitudes para la maniobra. Esta doctrina, no se compadece con la realidad de estos tiempos, ya que la imposibilidad que poseen ciertos enemigos de librar un combate en terreno abierto contra fuerzas regulares, hace que los mismos recurran al concepto de “guerra asimétrica” como procedimiento para el desarrollo de sus operaciones[6]. El terreno urbano, por su compartimentación presenta mayores posibilidades para que una fuerza pueda mantenerse a la defensiva durante lapsos extremadamente prolongados, con capacidad para infligir daños importantes a los atacantes. La TBM, han sido empleadas de manera marginal hasta el presente en este ambiente, ya que se piensa que lo constreñido de los espacios hace que puedan ser fácilmente blancos de acciones donde se desarrollan procedimientos de emboscadas antitanque. Para reforzar esta creencia, la experiencia en Grozny de los rusos, pareciera ser una suerte de recordatorio de los graves peligros que encierra para una fuerza de TBM el operar en ambientes urbanos. Los rusos perdieron centenares de blindados en operaciones urbanas en la capital chechena, pero probablemente la causa haya sido el haber echo uso de los mismos de una manera no inteligente, al tiempo que las agencias de apoyo de fuego rusas, destruían la ciudad, y por supuesto, creaban decenas de nuevos sectores para que los chechenios combatieran más apropiadamente a las TBN rusas.
Este ejemplo ha sido convenientemente analizado en los ejércitos de occidente, y debe darse el crédito a las Fuerzas de Defensa de Israel, las que en sus operaciones en territorio urbano palestino, hacen un empleo continuo de elementos de TBM, llegando inclusive a emplear vehículos de combate de infantería en etapa de prototipo. Asimismo, los aliados en Irak, en el 2003 y actualmente, hacen un uso intenso de TBM en sus operaciones urbanas, tanto en aquellas que desarrollaron contra tropas regulares como hoy en día que operan mayoritariamente contra irregulares. ¿Qué es lo que encontraron en las TBM? Hallaron en las mismas una aptitud inmensa para efectuar un combate urbano con cierta protección contra el enemigo, al tiempo de contar con un menú amplísimo de variantes que las TBM ofrecen para el combate urbano. Asimismo, aplicaron el viejo concepto de agrupamientos más o menos transitorios de tropas blindadas y mecanizadas que por muchos años rige en nuestra doctrina para el combate en terrenos abiertos, pero llevado a las condiciones compartimentadas del combate urbano. Avancemos en este aspecto. Si a una fracción de tropas mecanizadas de infantería se le da la misión de combatir en un terreno urbano, seguramente empleará a sus tropas desmontadas, avanzando por delante de los vehículos de combate de infantería (VCI). Esta tropa desembarcada, podrá aplicar las técnicas de combate en localidades que le son propias a cualquier infantería, y contaría con los VCI que avanzan más atrás como apoyo de fuego directo, para hacer frente a un punto fuerte que deba ser eliminado. Sin embargo, esa fracción mecanizada, carecerá de la potencia de fuego más pesado en caso de enfrentar una amenaza que este protegida contra la acción del arma principal del VCI. Ese fuego, tradicionalmente, era proporcionado por armas pesadas de infantería o por la artillería de campaña. Este tipo de fuego, es contraproducente, ya que como mencionáramos para el caso de los rusos en Grozny, lo que en la práctica sucede, es que se termina trabajando para mejorar las posibilidades de defensa del enemigo, ya que el margen de error de los proyectiles, sumado a los problemas de enlace que normalmente poseen los observadores adelantados en un terreno compartimentado, son la causa que se favorezca el reforzamiento del enemigo, así como se contribuya a compartimentar aún más el terreno que presenta la urbe. Ante este panorama, es que se le agrega tropa blindada a la fracción de infantería mecanizada, la que marchando lo más próxima posible a la tropa a pie, proporciona a la misma el fuego de apoyo directo y preciso necesario; sin crear restricciones insalvables a la transitabilidad por la localidad[7]. La combinación de tropas blindadas hacia las mecanizadas en combate urbano, revierte, cuando en ciertas urbanizaciones, se cuenta con espacios abiertos de relativa importancia, que favorecen el empleo principalmente de los blindados. En este caso, son las tropas mecanizadas las que se agregan a fracciones blindadas, de manera que éstas últimas cuenten con la posibilidad de combatir a elementos antitanque que pudieran obstaculizar el combate de los blindados. Cabe que nos preguntemos ¿Qué nivel de integración puede darse?. Pensamos que el mismo en modo alguno debe restringirse a los que nuestra doctrina establece, cuales son las de Fuerza de Tareas o Equipo de Combate, ya que habrá situaciones donde deberá llegarse a la integración al nivel de sección. De esa forma, a cuatro tranques se le podrá agregar un VCI, o a cuatro tanques un VCI; sin que por esto, pueda llegar a conformarse agrupamientos más equilibrados, los que dependerán de las circunstancias, nivel de instrucción previa alcanzado, etcétera.
Obviamente, las TBM que en la actualidad contamos, presentan un diseño que le es propio para el combate en terrenos abiertos, y difícilmente podamos esperar contar en un futuro previsible con TBM montadas en vehículos de combate que presenten un diseño específicamente concebido para este ambiente tan complejo. Sin embargo, creemos que aún en nuestros días, sería importante que ante la eventualidad de combatir en zonas urbanas, pudiera contarse con al menos las siguientes previsiones:
- Tropas Blindadas: La munición del arma principal, debiera ser mayoritariamente de tipo explosivo, aunque tendría que contarse en cada tanque con munición específica para batir tanques, toda vez que puede encontrarse con vehículos blindados enemigos, incapaces de combatir en movimiento, pero emplazados en lugares específicos como un punto fuerte. La ametralladora de torre, será importante que cuente con un número relevante de munición trazante y perforante, de manera que permita al tanque batir posiciones de armas antitanque, al menos mientras las tropas de infantería mecanizada se colocan en posición de atacar al emplazamiento enemigo. El teléfono externo de los tanques deberá estar en muy buenas condiciones de empleo, toda vez que las comunicaciones en muy alta frecuencia, tendrán una tendencia importante a ser dificultadas por la compartimentación del terreno. El teléfono facilitará el fuego de apoyo en circunstancias difíciles, pero altamente factibles de suceder.
- Tropas Mecanizadas: Deberán contar con una cantidad reforzada de munición para las armas antitanque, no tanto para su empleo en ese rol, sino para atacar puntos fuertes del enemigo y para abrir pasos en los edificios, que posibiliten a los grupos de tiradores la posibilidad de “envolver” en el terreno urbano. Asimismo, se deberá contar con cargas explosivas, como para complementar el empleo de las armas antitanque. Por otra parte, elementos como cuerdas, pequeñas escaleras, pintura y pinceles, serán útiles a la hora de franquear obstáculos, así como para identificar edificaciones limpiadas por la propia tropa. La munición del arma principal de los VCI, debe tener una mayor preponderancia del tipo perforante, y rige para las ametralladoras externas, un criterio igual que al expresado para el mismo tipo de armas de los tanques.
Cabe aquí que hagamos un breve comentario sobre el combate nocturno de las TBM en terreno urbano. En principio, creemos que el mismo debe ser evitado, ya que si bien podemos contar con distintos tipos de visores, las particularidades del terreno urbano no permiten confiar en que los mencionados ingenios puedan ser útiles en el desarrollo de un avance. Antes bien, creemos que podrían darse con mucha facilidad actos de fratricidio, así como existiría un importante margen para que se produjera un elevado daño colateral en las acciones. La noche debiera servir para establecer un perímetro de seguridad para las TBM, las que aprovecharían esas circunstancias para reaprovisionarse, mantener los vehículos y descansar. Sin embargo, situaciones particulares podrán imponer el combate en este tipo de condiciones, y al respecto, las ejercitaciones efectuadas a nivel sección en la Escuela de Infantería en el año 2002, parecen indicar que con dificultades y con empleo de precisas medidas de coordinación es factible combatir de noche en terreno urbano. Básicamente, el peso de la acción la llevarían las tropas de infantería mecanizada desembarcadas, con los vehículos blindados avanzando relativamente más próximos que durante el día, para que su fuego pueda ser más preciso. La tropa desembarcada, deberá dividirse en dos. Una de ellas dedicada a la ejecución de la operación que corresponda, y otra, a la protección de los tanques. Esta última, deberá servir asimismo de guía en la ejecución de los desplazamientos, dependiéndose en una medida importante de las comunicaciones radioeléctricas y de señales luminosas simples y precisas. Reiteramos, no es un empleo éste último recomendable, pero puede ser inevitable.
¿Hay que olvidarse del combate en terreno abierto? De ninguna manera. Entre las ciudades hay terreno que debe ser conquistado o defendido, de acuerdo al tipo de operación que se trate, y allí todo el bagaje de conocimientos que nuestras TBM poseen, debe ser explotado. Teniendo en cuenta fundamentalmente la amenaza grave que los diferentes vectores aéreos del enemigo poseen para cualquier agrupamiento más o menos masivo de TBM. Lo que hemos tratado de potenciar en este trabajo, es la imperiosa necesidad que las TBM asimilen la idea que el campo de combate está cambiando a una velocidad que supera incluso el desarrollo tecnológico a nuestra disposición. Si no encaramos el desafío que el mutante ambiente operativo presenta, corremos el riesgo de quedar atados a consideraciones doctrinarias que en modo alguno resultarán de utilidad en los ambientes en que puede llegar a darse el combate en el futuro. Contamos con el conocimiento y el personal idóneo para encarar el combate urbano en muy buenas condiciones, solo resta que pensemos en el mismo no como una eventualidad en el curso de una campaña, sino como algo rutinario; para que de esa manera encaremos los ajustes en los procedimientos que nos permitan encarar este tipo de acciones con una chance importante de resultar victoriosos.
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[1] El My I Alejandro AGOGLIA, un profundo conocedor de todo lo relacionado con operaciones aerotransportadas, ha publicado en la Revista de la Escuela Superior de Guerra (Nro 550, Pag 105), un muy interesante trabajo sobre el empleo de lo que se conoce como “Infantería Ligera”.
[2] Para el caso de los asaltos masivos aerotransportados, cabe recordar que al efectuarse los mismos a bajas alturas, no son los aviones de transporte un blanco rentable solamente para la aviación enemiga, sino para las tropas en el terreno, tanto las de artillería antiaérea, como las que pueden hacer uso de mísiles AA portátiles.
[3] En la Revista de la Escuela Superior de Guerra Nro 538, Pag 99, presentamos un trabajo donde mencionamos un escenario donde nuestro instrumento militar podría operar.
[4] El Tcnl (US Army / Retirado) Ralph Peters, ha escrito profusamente sobre el tema del combate urbano, así como de las características que el campo de combate presentará en el futuro. Al respecto se recomienda, consultar sus trabajos en la revista Parameters (US Army War College) en la siguiente dirección: http://carlisle-www.army.mil/usawc/parameters/a-index.htm.
[5] Ver el artículo “Urban warfare and urban warfighter of 2025”, escrito por R. Hahn II y B. Jezior en el volumen XXIX, Nro 2, pagina 74 de PARAMETERS.
[6] En un trabajo titulado “La Guerra Asimétrica del Siglo XXI” (Publicado en la Revista Ejército de España en el Nro 730), nos hemos explayado ampliamente sobre este
tema.
[7] En el año 2002, durante el desarrollo del Curso Básico de las Armas, se llevaron a cabo en la Escuela de Infantería, ejercitaciones de conjuntos de nivel Sección de Tiradores Mecanizados en terreno urbano, practicándose operaciones ofensivas, defensivas y aún retrógradas en ese ambiente; tanto de día como de noche; obteniéndose importantes experiencias.
Una carencia muy propia y enquistada de nuestras fuerzas blindadas y mecanizadas es el de vehículos de defensa AA pura sangre, no teniendo en cuenta AAA ensamblada sobre carriers tipo M-113. Digo esto respecto de otros paises vecinos que sí cuentan con estos medios, como los Guepard de Chile y Brasil, o los Shilka peruanos.
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