Acero y silicio: el caso de la combinación de formaciones blindadas con vehículos aéreos no tripulados

Amaneció sobre las ondulantes colinas de Europa del Este mientras la Fuerza de Tareas Loki, un batallón de armas combinadas, se preparaba para abrir una brecha en un cinturón defensivo enemigo fortificado. Los informes de inteligencia confirmaron que un regimiento de fusileros motorizados enemigos había emplazado zanjas antitanque, campos minados y había desplegado infantería desmontada, armada con misiles guiados antitanque y apoyada por artillería. En lugar de desplegar exploradores a ciegas en la zona de aniquilación, el batallón lanzó una oleada de vehículos aéreos no tripulados (UAV) de ala rotatoria desde las torretas de los tanques de vanguardia y drones de ala fija desde el elemento orgánico de reconocimiento multidominio del batallón. En cuestión de minutos, las imágenes aéreas revelaron posiciones de combate camufladas, escondites de artillería y un segundo cinturón defensivo invisible a dos kilómetros de la retaguardia.
Un dron, una munición merodeadora conectada al sistema de objetivos con IA del batallón, detectó la señal térmica del personal en una línea de árboles, confirmando la presencia de una posición de combate. Un segundo dron, equipado con sistemas avanzados de imagen y software de reconocimiento de patrones, se puso en cola y confirmó la presencia de un sistema de armas antitanque guiado por cable. Segundos después, el equipo antitanque enemigo había desaparecido. Este proceso se repitió rápidamente más de una docena de veces en cuestión de minutos, mientras los vehículos aéreos no tripulados (UAV) de vigilancia comunicaban la información del objetivo en tiempo real a otras municiones merodeadoras. Otro UAV lanzó emisores electrónicos de señuelo que simulaban formaciones blindadas maniobrando hacia un punto de ruptura, atrayendo a la artillería enemiga a terreno vacío. Mientras los sensores enemigos se fijaban en el punto de engaño, la verdadera fuerza de ruptura avanzó al amparo del humo y la vigilancia de los UAV. Las municiones termobáricas impactaron en búnkeres y fortines enemigos justo antes de la extinción directa por fuego de los vehículos de combate Bradley. Los ingenieros de combate, guiados por las señales de drones en tiempo real, abrieron una vía segura a través del cinturón de obstáculos. Un pelotón de M1A2 avanzó rápidamente, apoyado por infantería desmontada y helicópteros de ataque Apache, que realizaban fuego sincronizado contra las posiciones de los vehículos identificadas por los UAV. La vulnerabilidad de los helicópteros de ataque se redujo mediante el empleo de UAV económicos y pequeños, cuyo propósito era servir como objetivos para los sistemas de defensa aérea enemigos.
A medida que las posiciones enemigas se desmoronaban, los UAV del batallón se adentraron en la siguiente línea de fase, alimentando objetivos para las fuerzas de explotación de seguimiento y la artillería de precisión de largo alcance. Transparentes para los tanquistas y soldados de infantería en combate, las señales de inteligencia de los drones de reconocimiento del batallón que operaban cerca de sus puntos de lanzamiento ayudaron a iluminar los nodos de los cuarteles generales de las brigadas y divisiones enemigas. Sin problemas, la información sobre las ubicaciones de comando y control se transmitió al grupo de trabajo conjunto de objetivos y fue alimentada por una combinación de municiones de ataque de precisión de largo alcance, tanto aéreas como marítimas. En menos de una hora, la Fuerza de Tareas Loki había destrozado una defensa estratificada sin que ningún vehículo cruzara la línea de partida a ciegas. Los UAV no solo reforzaron la brecha; la moldearon, la despejaron y la protegieron.
Tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022, algunos observadores cuestionaron la continua utilidad de los tanques en el campo de batalla. Sin embargo, tres años y medio después, los tanques se han mantenido obstinadamente como un elemento característico de la guerra, incluso cuando sus modos de empleo han cambiado. Los campos de batalla en el este de Ucrania son un excelente caso de estudio de la economía de la guerra moderna. El ejército ucraniano está dispuesto a cambiar los UAV que cuestan miles de dólares por sistemas blindados multimillonarios. Por lo tanto, en lugar de verse superadas por las armas antitanque y la proliferación de drones , las formaciones blindadas se enfrentan hoy al imperativo de adaptarse para superar estos nuevos desafíos. Resulta que los informes sobre la desaparición de los tanques han sido muy exagerados , pero esto solo seguirá siendo cierto para los ejércitos capaces de resolver el enigma de equiparlos con tecnologías de vanguardia.
El escenario ficticio anterior ayuda a ilustrar cómo puede desarrollarse esta colaboración. Sin duda, los tanques y los vehículos blindados de combate aún ofrecen una capacidad de supervivencia, movilidad y potencia de fuego inigualables en el campo de batalla moderno. Sin embargo, a medida que la niebla de la guerra se espesa en entornos saturados de amenazas antiblindaje, municiones merodeadoras y fuego de largo alcance, incluso la columna blindada más poderosa corre el riesgo de convertirse en un objetivo vulnerable. Para sobrevivir y dominar, las formaciones blindadas deben evolucionar. No reemplazando los tanques con sistemas más económicos y prescindibles, sino fusionándolos mediante la colaboración entre vehículos tripulados y no tripulados. Este imperativo se centra en la capacidad de supervivencia, la letalidad y el aumento del ritmo de las formaciones blindadas para garantizar que los comandantes de tanques sean tomadores de decisiones informados, capaces de ver, disparar y maniobrar con mayor rapidez que el enemigo. La colaboración de vehículos aéreos no tripulados con formaciones blindadas ya no es un lujo ni un proyecto científico. Es una necesidad para prevalecer en los conflictos del siglo XXI.
Uno de los desafíos constantes que enfrentan las unidades blindadas es el terreno que enmascara su línea de visión. La toma de decisiones de un líder de pelotón al coronar una colina se basa únicamente en su óptica y línea de visión. Un UAV, incluso un cuadricóptero lanzado desde una torreta, puede proporcionar reconocimiento sobre la colina sin exponer los vehículos de combate al fuego enemigo. Los UAV de mayor tamaño, que operan a nivel táctico y operativo, pueden ampliar ese alcance al identificar posiciones enemigas y corredores de movilidad mucho antes del primer contacto. Esta conciencia situacional vertical no es abstracta. En Ucrania, se han utilizado drones comerciales con un efecto táctico impresionante para la selección de objetivos y la evaluación inmediata de daños en combate tras un ataque. Imagine lo que un batallón de armas combinadas podría hacer con UAV dedicados, diseñados para integrarse en sus sistemas de gestión de batalla.
Los modernos misiles antitanque guiados, la artillería y las municiones merodeadoras hacen que sea peligroso para las unidades blindadas agruparse o avanzar a ciegas. Las ofensivas de verano de 2023 llevadas a cabo por brigadas ucranianas con equipamiento occidental sirven como un poderoso caso de estudio . Los UAVs permiten el enfrentamiento tanto en la detección como en el ataque. Al impulsar primero los sistemas no tripulados en las zonas en disputa, las unidades blindadas pueden preservar su poder de combate y elegir cuándo y dónde combatir. Esto es particularmente crítico en el área profunda, donde el reconocimiento por parte de las formaciones de caballería tradicionales se vuelve cada vez más peligroso. Al usar UAVs para sondear estas áreas, las unidades blindadas pueden mapear los envoltorios de amenaza, detectar concentraciones enemigas y moldear el campo de batalla antes de comprometer fuerzas. Esto crea oportunidades para fuegos de precisión y maniobras sincronizadas, que son principios básicos de las operaciones multidominio.
La combinación de UAVs con formaciones blindadas también mejora la precisión. La adquisición de objetivos ya no depende únicamente de observadores terrestres o exploradores avanzados. Los UAVs equipados con sensores avanzados, designadores láser y reconocimiento de objetivos con IA pueden identificar y designar objetivos más rápido que los exploradores humanos. Al combinarse con fuego de precisión de largo alcance o municiones merodeadoras, los UAVs se convierten en multiplicadores de fuerza. Permiten a las unidades blindadas actuar como observadores y rematadores. Imagine a un comandante de M1A2 usando un pequeño dron para detectar una columna mecanizada, solicitando inmediatamente fuego de HIMARS y maniobrando entre los escombros antes de que las fuerzas enemigas se den cuenta de qué los golpeó. Este tipo de cadena de aniquilación ya no es hipotética. Experimentos como el Proyecto Convergencia del Ejército y el programa de Vehículos de Combate de Próxima Generación están demostrando que la integración de sensores, IA y fuego puede reducir los plazos de decisión de minutos a segundos. Los UAVs son fundamentales en esa ecuación.
Los UAV no reemplazan el juicio de un comandante de tanque experimentado ni la adaptabilidad de un pelotón de exploración. La potencian. El futuro no se trata de que los robots reemplacen a los humanos. Se trata de que los robots extiendan el alcance humano, reduzcan el riesgo y agilicen la toma de decisiones. El trabajo en equipo requiere más que la coubicación. Exige redes integradas, sistemas de control interoperables y entrenamiento compartido. Las tripulaciones de los vehículos deben entrenarse para volar, combatir e interpretar los datos de los UAV de forma natural. Las consolas de control de los UAV deben integrarse en los futuros vehículos blindados, no añadirse como una adición de último momento. Las unidades deben integrar las operaciones de los UAV en sus ejercicios de combate. Una brecha o un ataque deben incluir automáticamente la supervisión de los UAV. Una defensa deliberada debe asumir un reconocimiento aéreo constante. Los líderes deben familiarizarse con la toma de decisiones basadas en la información de los drones, confiando en sus sensores como confían en sus exploradores. ¿Cuándo se integrarán los UAV en las pruebas de insignias de soldado experto o infantería? ¿Qué equipo de combate de brigada blindada será el primero en incorporar UAV en su recorrido de espuela? A pesar de la promesa de la colaboración entre vehículos aéreos no tripulados y blindados, existen desafíos operativos e institucionales que deben superarse. Estos obstáculos no son insuperables, pero requieren decisiones de diseño deliberadas, la participación de los líderes y una inversión sostenida en doctrina, organización, capacitación, material, liderazgo, personal, instalaciones y políticas.
En un combate cuerpo a cuerpo, los UAV no operarán en condiciones permisivas. Las interferencias rusas en Ucrania han demostrado que incluso los drones comerciales pueden resultar inutilizados por una guerra electrónica agresiva. Para mitigar esto, el Ejército debe desplegar UAV con comunicaciones seguras y de baja probabilidad de intercepción, autonomía a bordo para escenarios de pérdida de enlace y resiliencia electromagnética integrada en su diseño. La desconexión del espacio aéreo presenta otro desafío. En combates de rápida evolución, especialmente cerca de artillería y helicópteros, los UAV corren el riesgo de fratricidio o interrupción de fuegos. Esto exige una mayor integración en las redes de fuegos digitales y medidas tácticas estandarizadas de control del espacio aéreo. Rompiendo con las prácticas de la disciplina de suministro del mando, los UAV deben considerarse prescindibles y consumibles en el entrenamiento y el combate. Se estrellarán, sufrirán interferencias y requerirán reemplazos frecuentes. Las formaciones blindadas deben tratar a los drones como munición, un recurso esencial y reabastecible. Los sistemas de mantenimiento deben incluir repuestos, baterías y técnicos capacitados en UAV dentro de la red de mantenimiento.
Quizás la oportunidad más importante resida en conectar las operaciones de vehículos aéreos no tripulados (UAV) blindados con la cadena de destrucción conjunta más amplia. Los UAV no solo deben compartir lo que observan con los comandantes de compañía y batallón, sino también suministrar datos a los recursos aéreos, navales, cibernéticos y espaciales. Asimismo, deben ser gestionables desde células de fuego conjuntas y centros de fusión de inteligencia a nivel de teatro de operaciones. Esto exige estándares de interoperabilidad conjuntos, protocolos de datos compartidos y entrenamiento conjunto. Los operadores de UAV del Ejército deben entrenarse rutinariamente con los JTAC de la Fuerza Aérea, los controladores de fuego de superficie de la Armada y los equipos de apoyo cibernético, ya que la sinergia multidominio no puede esperar hasta la guerra. Finalmente, la inercia institucional puede ser el mayor desafío. Los líderes blindados deben adoptar los UAV no como facilitadores externos, sino como partes integrales de su formación. La doctrina, los manuales de campo y los cursos de desarrollo de líderes deben evolucionar para reflejar un futuro donde cada vehículo blindado forme parte de una red de sensores y cada decisión de maniobra se base en datos aéreos persistentes.
Los blindados siguen siendo la piedra angular del combate terrestre decisivo. Pero como el futuro pertenece a quienes ven primero, atacan primero y deciden primero, solo las formaciones blindadas con vehículos aéreos no tripulados (UAV) totalmente integrados estarán mejor posicionadas para mantener su papel como arma de combate decisiva. Esto no solo permitirá a las unidades blindadas actuar con mayor velocidad, precisión y capacidad de supervivencia, sino que, al combinarlas con UAVs en escalón, también las integrará a la perfección en la fuerza conjunta y su red de aniquilación. No debemos esperar a la próxima guerra para aprender esta lección. Ha llegado el momento de unir acero y silicio.
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