Mostrando entradas con la etiqueta ARA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ARA. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de mayo de 2024

Argentina: Maniobras de comandos en la Patagonia

Tropas de operaciones especiales están en la Patagonia: para qué se preparan


Llevan adelante un adiestramiento de siete días en Santa Cruz. Simulan ambientes hostiles, la mayoría durante la noche. ¿Pueden sumarse a la lucha contra el narco?

Edgardo Aguilera || Mdz



Ejercicios del Ejército Argentino en la Patagonia

El Comando Operacional de las Fuerzas Armadas a cargo del general Jorge Berredo y el Comando Conjunto de Fuerzas de Operaciones Especiales que conduce el coronel Néstor Oprandi, lanzaron un ejercicio multidominio de tropas de operaciones especiales en la Patagonia.

Las operaciones especiales se desarrollan en el nivel táctico para actuar sobre objetivos de alto valor en ambientes hostiles o políticamente sensibles en apoyo al esfuerzo estratégico o a las fuerzas convencionales desplegadas en un teatro de crisis o guerra.

Son siete días de incursiones, que comenzaron el 25 de abril y culminan el 2 de mayo. El entrenamiento incluye objetivos en el terreno, infiltraciones aéreas y desde el mar, lanzamientos en paracaídas, voladuras, combate urbano con uso de munición de guerra y otras misiones de alto riesgo.

Del adiestramiento integral participa la Agrupación Conjunta de Operaciones Especiales (ACOE), reúne efectivos pertenecientes a la agrupación Comandos Anfibios y a la agrupación Buzos Tácticos -por parte de la Armada-; las Compañías de Comandos 601, 602 y 603, la Compañía de Fuerzas Especiales 601 y la Compañía de Apoyo de Fuerzas de Operaciones Especiales -del Ejército-; y el Grupo de Operaciones Especiales -de Fuerza Aérea-.con apoyo de helicópteros UH-1H, aviones A4-AR, IA-63 Pampa, Hércules C-130, dos buques, la corbeta ARA Robinson con helicóptero embarcado y el patrullero oceánico ARA Storni.


Luis Petri asistirá el 2 de mayo para presenciar el ejercicio.

El ministro de Defensa Luis Petri asistirá el 2 de mayo. Luego de participar de la ceremonia en Puerto Belgrano por los caídos del crucero Belgrano, estará presente en diferentes puntos del terreno que le permitan observar casi en contacto las distintas etapas del ejercicio conjunto de tropas especiales.

Las maniobras se desarrollan en la provincia de Santa Cruz, son misiones que se ejecutan en secuencia cronométrica la mayoría nocturnas para capitalizar el sigilo y la sorpresa ante el enemigo y capturar los objetivos de alto valor señalados en la orden de operaciones.

La misión consiste recuperar y asegurar primero el aeropuerto de Santa Cruz, tomar y asegurar el puerto de Punta Quilla y neutralizar el cuartel enemigo ubicado en la localidad de Piedrabuena.  

A partir del 25 de abril distintas fracciones de comandos, las secciones de exploración de largo alcance (SELA) comenzaron la infiltración en aproximación al aeropuerto. Una misión donde el GOE de la Fuerza Aérea tiene expertise, en conjunción con los grupos especiales del Ejército.

La ejercitación incluye técnicas de inserción aérea con paracaídas desde un Hércules y despliegue con helicóptero. La playa cercana al puerto de Punta Quilla es el lugar del despliegue discreto de los buzos tácticos y comandos anfibios para el marcado de la playa. Tarea previa al desembarco de una fuerza mayor tal como en 1982 cumplió una sección de buzos tácticos encabezada por el teniente de fragata Carlos Robbio, anticipo de la operación Rosario de recuperación de las Malvinas.


Croquis del plan de ejercitación

En esta fase el objetivo es aislar y tomar la instalación de Punta Quilla que será vital en la planificación del ejercicio para el movimiento de buques propios y asegurar el territorio simulado.

La corbeta ARA Robinson desplegará su helicóptero Fennec para exploración en cercanías y efectuará fuego naval a objetivos terrestres al mismo tiempo los aviones A4-AR y Pampa harán apoyo de fuego cercano a los elementos de operaciones especiales.

En tanto que las compañías de comandos tomarán el cuartel enemigo simulado de Piedrabuena se prevé el uso de munición merodeadora Hero 30 un recurso (dron explosivo) de reciente adquisición que multiplica la capacidad de los grupos especiales.  Permite intercambiar la cabeza explosiva y colocar sistemas de vigilancia y reconocimiento del campo de batalla.

El despliegue de comandos siempre despierta recelos máxime cuando existen escenarios que imaginan su aplicación. Unos verán el ambiente geográfico, la tundra patagónica, similitudes con las Islas Malvinas, la proximidad con Chile y el irresuelto fenómeno mapuche, posibles desmadres en países donde sea necesario el rescate de personas (diplomáticos).

Una recreación de situaciones que pueden darse a semejanza de lo que ya ocurrió en Haití tras el golpe contra Bertrand Aristide en 2004 y la más reciente crisis política de Bolivia en 2019 que determinó la renuncia de Evo Morales y su huida a Méjico. En ambas situaciones tocó a personal de la Gendarmería Nacional la custodia y evacuación de los diplomáticos criollos, aunque de acuerdo con el art. 5 de la ley 23.554 (Defensa Nacional) el rol de protección de ciudadanos argentinos en el exterior corresponde a las fuerzas armadas.

El gobierno busca la modificación a la Ley de Seguridad Interior que permita a las Fuerzas Armadas "intervenir y realizar operaciones para devolverle la paz y tranquilidad a los rosarinos", había declarado Petri.

Aunque desde el gobierno se pretende reforzar con militares la lucha contra el narcotráfico, suena mala idea empeñar el Comando Conjunto de Fuerzas Operacionales Especiales. Se dice que por su entrenamiento y alistamiento son los únicos preparados en lo inmediato para salir al terreno.

Nimiedades por desconocimiento de la razón de ser y capacidad especial de estos efectivos de elite: actuar sobre objetivos de alto valor que distan de la persecución policial o mera destrucción de bunkers de acopio de drogas. Son militares que superaron exigencias de una selección rigurosa, adiestrados y capacitados para desempeñarse en ambientes extremos con destrezas en el manejo de distintas armas, técnicas de buceo, paracaidismo, esquí, andinismo y habilidad en vincularse para recibir apoyo de habitantes en el área de operaciones o donde se desarrolle la crisis.

domingo, 5 de agosto de 2018

Malvinas: La defensa de los Royal Marines de Grytviken

Francotirador de los Royal Marine vs. Buque de guerra: Francotirador gana

por Martin K.A. Morgan - American Rifleman




En 1982, Argentina y el Reino Unido lucharon entre sí en el Atlántico Sur en una guerra que empujó brevemente el destino político de las Islas Malvinas al centro de atención internacional. Este conflicto de 74 días de duración es mejor recordado por su dramática campaña aérea, marítima y terrestre, para Harriers, misiles Exocet, naves de guerra hundidas y el último asalto terrestre a la ciudad portuaria de Stanley. Lo que en gran parte se ha olvidado es que un segundo teatro de operaciones fue una parte importante de la Guerra de las Malvinas. Este teatro se encontraba a 900 millas al este de Stanley en la isla de Georgia del Sur, y fue el escenario de una batalla que enfrentó a 22 Marines Reales contra un destacamento naval argentino. Esta batalla se libró en la antigua estación ballenera de Grytviken, y se destaca como un episodio único en la historia militar, en el que un francotirador se enfrentó a un buque de guerra.


Mapa que muestra la ubicación de Georgia del Sur en relación con las Islas Malvinas.

Después de su descubrimiento por el comerciante británico Anthony de la Roché en 1675, Inglaterra finalmente declaró a Georgia del Sur como un puesto avanzado de su vasto imperio oceánico en 1775. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, se establecieron seis estaciones balleneras en la costa norte de Georgia del Sur. calas y bahías que proporcionan protección contra el clima antártico implacable que recorre la costa sur. La isla pronto se convirtió en el centro de caza de ballenas más grande del mundo y su población humana se expandió dramáticamente. Pero Argentina considera que Georgia del Sur es parte de su territorio de ultramar, negándose a reconocer la soberanía de Gran Bretaña sobre la isla. En 1927 Buenos Aires comenzó a reclamarla oficialmente con el nombre de Isla San Pedro y las Islas Malvinas bajo el nombre de Islas Malvinas, pero no surgió ningún enfrentamiento directo sobre el asunto durante más de tres décadas. El tema de la propiedad comenzó a ser cada vez más controversial después de que la actividad ballenera en Georgia del Sur terminara de una vez por todas en 1982. En 1982, las seis estaciones balleneras de Georgia del Sur se desmoronaban como pueblos fantasmas que recordaban la era moderna de una época en la que uno de los productos más valorados en el mundo.


Mapa de Georgia del Sur que muestra las ubicaciones de los antiguos pueblos balleneros de Leith y Grytviken.

Fue en este clima de metal oxidado y reclamos territoriales competitivos que un partido de salvamento argentino aterrizó en Georgia del Sur el 19 de marzo de 1982, en la antigua estación ballenera de Leith. Los trabajadores de la chatarra fueron llevados a Georgia del Sur a bordo del barco Bahía Buen Suceso, un transporte naval argentino fletado por un empresario llamado Constantino Davidoff. Aunque Davidoff había obtenido permiso para desechar los edificios y el equipo en Leith, ese permiso requería que la expedición se registrara con las autoridades británicas en el puerto de entrada oficial en Georgia del Sur: la aldea de Grytviken.


Mapa de Georgia del Sur que muestra las ubicaciones de los antiguos pueblos balleneros de Leith y Grytviken.

Allí, el British Antarctic Survey mantuvo una base de operaciones modesta en King Edward Point, cerca de las ruinas de otra de las estaciones balleneras abandonadas de la isla. Esta instalación estaba bajo la dirección de un comandante de base, que también funcionaba como el magistrado de la isla, y por lo tanto, fue designado por la corona para emitir permisos de aterrizaje a los buques que visitaban. Pero cuando Bahía Buen Suceso llegó a Georgia del Sur el 19 de marzo, se dirigió directamente a Leith sin detenerse en Grytviken para registrarse. Una vez allí, un detalle de trabajo desembarcó y comenzó a desmantelar la estación ballenera, pero no estaban solos. El destacamento del barco de 50 marines argentinos uniformados también desembarcó, izó una bandera argentina y comenzó una pequeña práctica de tiro con sus rifles. Incluso dispararon a uno de los renos de la isla, lo vistieron y comenzaron a asar carnes a la parrilla.

El ruido de los disparos atrajo rápidamente la atención de un pequeño grupo de investigadores de la estación British Antarctic Survey que, justamente, estaba trasladando suministros a Leith ese mismo día en preparación para el próximo invierno. Informaron rápidamente los aterrizajes argentinos en Leith Harbor al gobernador de Stanley en las Malvinas, que luego transmitieron el informe a Londres. Dentro de las 16 horas, el Magistrado de Grytviken había recibido un mensaje para presentar al comandante argentino:

"Ha desembarcado ilegalmente en Leith sin obtener la autorización adecuada. Usted y su grupo deben regresar a bordo del Bahia Buen Suceso de inmediato e informar al Comandante de la Base en Grytviken para recibir más instrucciones. Debe eliminar la bandera argentina de Leith. No se permite que personal militar desembarque en Georgia del Sur. No se deben llevar armas de fuego a tierra ".


El antiguo pueblo ballenero de Grytviken, Georgia del Sur, tal como apareció en 2008.

Aunque el capitán de Bahía Buen Suceso finalmente derribó la bandera argentina, no se dirigió a Grytviken como se le ordenó, y los intrusos mantuvieron su trabajo de salvamento en Leith. Cuando el incumplimiento del buque se informó a Londres, el gobierno británico presentó inmediatamente una protesta oficial ante el gobierno de Buenos Aires. Para la junta militar argentina encabezada por el general Leopoldo Galtieri, la propiedad de Georgia del Sur era igual en peso a la propiedad de las Islas Malvinas, por lo que las dos reclamaciones pronto se fusionaron en una causa célébre imparable. En ese momento, la realidad interna de Argentina estaba profundamente perturbada, y la disputa territorial con Inglaterra ofrecía una oportunidad para distraer a la gente de su desesperación política y económica. Galtieri y la junta no se perdieron el ritmo e inmediatamente comenzaron a provocar cierto irredentismo pasado de moda.

El tono cada vez más estridente de la retórica argentina fue motivo suficiente de preocupación, ya que Londres tomó la precaución de enviar un barco a Georgia del Sur, el rompehielos HMS Endurance. El único buque de la Royal Navy en el Atlántico Sur en ese momento, el HMS Endurance, salió de las Malvinas el 21 de marzo con un destacamento de 22 Royal Marines a bordo. Estaban bajo el mando del teniente Keith Paul Mills, un oficial subalterno de 22 años con cuatro años de servicio y un período de servicio en Irlanda del Norte.


Estos son los Royal Marines que pelearon la batalla de Grytviken el sábado 3 de abril de 1982, y se posan en el muelle de la estación British Antarctic Survey en King Edward Point. El teniente Keith P. Mills está de pie, segundo desde la izquierda y el sargento de comando mayor Peter J. Leach está de pie, cuarto desde la derecha.

Cuando el barco llegó a Georgia del Sur el 25 de marzo, descubrieron que Bahía Buen Suceso ya no estaba allí; había partido el 21 de marzo. Sin embargo, en su lugar estaba el buque de exploración antártica de la Armada argentina Bahía Paraíso. Los Royal Marines colocaron a Leith Harbour bajo vigilancia encubierta el tiempo suficiente para confirmar que los miembros militares uniformados permanecían en tierra allí. Con eso, Endurance se dirigió a Grytviken y aterrizó al teniente Mills y sus hombres en la estación British Antarctic Survey. Cuando Endurance zarpó, los Royal Marines se trasladaron al dormitorio de la estación, Shackleton House, y de inmediato comenzaron a preparar posiciones de combate en la mata de hierba en una estrecha meseta que domina al rey Edward Point. También colocaron minas terrestres en la playa.

En los días que siguieron, mientras la confrontación se extendía sobre el Atlántico Sur, el entusiasmo del público argentino por algún tipo de movimiento agresivo alcanzó su punto más alto. El general Galtieri aprovechó la oportunidad ofrecida por esta ola de apoyo popular y puso en marcha un plan para apoderarse de las Islas Malvinas y Georgia del Sur. Este plan entró en acción unos días más tarde durante las horas previas al amanecer del viernes 2 de abril de 1982, cuando un destacamento naval argentino realizó desembarcos anfibios que rápidamente capturaron la ciudad portuaria de Stanley. Esto marcó el comienzo de una ocupación argentina del archipiélago de las Malvinas que continuaría durante las próximas 10 semanas. Pero el plan de la junta también exigía un ataque simultáneo contra Georgia del Sur. En apoyo de esto, la corbeta tipo A69 de fabricación francesa Guerrico fue enviada con un pelotón de marines argentinos embarcados a bordo. A su llegada a Leith, Guerrico transferiría el pelotón de los marines a Bahía Paraíso para que pudieran ser transportados por los helicópteros de ese barco a Grytviken, donde luego capturarían la estación británica Antarctic Survey al mismo tiempo que el ataque a Stanley en las Malvinas. Pero una violenta tormenta frenó el paso de Guerrico y el barco no llegó a Georgia del Sur a tiempo, llegando en cambio en la tarde del 2 de abril después de que las Malvinas ya habían sido capturadas. Sin embargo, el ataque fue reprogramado para el día siguiente, sábado, 3 de abril de 1982.


La corbeta Guerrico de la Armada Argentina: la nave que jugaría un papel central en la Batalla de Grytviken el sábado 3 de abril de 1982.

A las 9:00 a.m. el clima finalmente se había aclarado lo suficiente como para que los 40 infantes de marina a bordo de Guerrico se trasladaran a Bahía Paraíso. Poco después de esto, el helicóptero más pequeño del barco, un Aérospatiale Alouette III, despegó para el King Edward Point llevando al teniente Guillermo Jorge Luna y seis de sus marines. El teniente Mills y su Royal Marines eran plenamente conscientes de que las Malvinas habían caído el día anterior y, en consecuencia, esperaban problemas de las fuerzas argentinas que aún ocupaban Lieth. Por precaución, ocuparon las posiciones alrededor de Shackleton House que habían sido preparadas durante la semana anterior. Luego, a las 11:40 a.m., el Alouette se detuvo sobre el muelle en la estación British Antarctic Survey. Mientras giraba para aterrizar, el marine Robert Ashton, de 23 años, gritó que tenía el helicóptero en la mira. Estaba listo para abrir fuego con su ametralladora liviana L4A4 BREN de 7,62 mm, pero Marine John Stonestreet gritó: "¡No disparen!" Ashton supuso que la orden había venido del teniente Mills, por lo que mantuvo el fuego mientras el teniente Luna y sus hombres aterrizaron desde el helicóptero y rápidamente se dispersaron entre los edificios en el punto. Unos minutos más tarde, uno de los marines argentinos disparó, comenzando el combate.


Aérospatiale Alouette III volando sobre Grytviken

Cuando los Royal Marines respondieron al fuego, el teniente Luna se comunicó por radio con Bahía Paraíso, informando que estaba en contacto con la oposición y solicitando el apoyo del equipo de mortero que estaba esperando. Apenas habían pasado cinco minutos desde que la primera ola aterrizó cuando el equipo de morteros despegó a bordo del Alouette, y una fuerza de 15 marines despegó con un helicóptero Aérospatiale SA-330 Puma más grande para reforzar al equipo de Luna. El teniente Alejandro Villagra condujo al Puma hacia la estación de la Antártida Británica, pero debido a que el avión estaba equipado con patines, necesitaría un pedazo plano de tierra para aterrizar, por lo que no podría posarse cerca del muelle donde el Alouette había aterrizado al teniente Luna y sus hombres ocho minutos antes. En cambio, Villagra trajo el gran avión sobre la playa minada en un acercamiento para instalarse en el helipuerto de la estación. El Puma entró rápido y estaba frenando con la nariz levantada cuando Robert Ashton gritó: "¿Qué mierda quieres que hagamos ahora?" A las 11:48 a.m., cuando el helicóptero todavía estaba a unos 20 pies del suelo, el teniente Mills gritó "¡FUEGO!" De repente, el sonido de una docena de rifles L1A1 de carga automática, un par L7A2 GPMGs, y un par de BREN las armas resonaron en King Edward Cove. Uno de los Royal Marines incluso disparó un cohete de 66 mm contra el helicóptero desde un arma antitanque ligera M72 fabricada en los Estados Unidos, pero falló. Robert Ashton no tenía ninguna posibilidad de disparar contra el piloto o el copiloto, por lo que dirigió su fuego hacia el motor de babor y el rotor. En cuestión de segundos, aproximadamente 500 balas de 7.62 mm golpearon al Puma, dañándolo fuertemente. Con el fluido hidráulico rociando todo el avión, el teniente Villagra reaccionó rápidamente y se dirigió hacia el sur a través de la ensenada hacia la meseta justo al otro lado del cementerio de la estación ballenera. A pesar de que su sistema hidráulico estaba empezando a fallar, logró llegar al otro lado y poner al Puma de manera segura. Seis de los infantes de marina a bordo resultaron heridos por los disparos, dos tan graves que más tarde murieron.


La corbeta argentina Guerrico se ve aquí cuando ingresa a Stromness Bay, Georgia del Sur, en la mañana del sábado 3 de abril de 1982. Dentro de unas pocas horas, el barco estará en combate con los Royal Marines en King Edward Point.

Con el Puma abajo, era obvio para el Teniente Luna que el Rey Edward Point era en realidad un LZ "caliente" y que se necesitaría fuego de apoyo para presionar a casa el asalto. Por consiguiente, colocó una llamada de radio solicitando que Guerrico se moviera para unirse a la batalla. El comandante del buque, el capitán Carlos Luís Alfonso, respondió rápidamente, guiando a Guerrico a la cala y preparándose para enfrentarse a los Royal Marines, pero tuvo que operar a baja velocidad debido a la presencia de gruesas parcelas de algas cerca del punto. Sin embargo, el Capitán Alfonso se colocó en posición y su tripulación preparó sus armas: cañones de 20 mm montados en los lados de babor y estribor del barco, una montura doble de 40 mm justo detrás del puente, y el armamento primario de la nave, una torreta montada 100 mm pistola en la cubierta delantera. A las 11:55 a.m., el cañón de 20 mm de estribor abrió fuego contra el King Edward Point, pero solo se disparó dos veces antes de funcionar mal. Un minuto después, la montura gemela de 40 mm abrió fuego, pero no se manejó mucho mejor: el cañón izquierdo falló después de solo cuatro disparos, y el extractor del cañón derecho falló después de solo cinco. Luego, a las 11:59 a.m., cuando el barco estaba a aproximadamente 550 metros del punto, los Royal Marines abrieron fuego. El fuego de la ametralladora comenzó a golpear a Guerrico, produciendo un sonido "ping" que podía escucharse fácilmente en tierra. Las balas destrozaron la ventana de estribor del puente y penetraron en la cabina de la radio del barco. Cuando los artilleros de los 40 mm gemelos intentaron despejar sus obstáculos, Marine Steve Parsons tuvo una clara oportunidad con su arma L4A4 BREN. Dirigió la masa central contra uno de los tripulantes y disparó una ráfaga de apertura, pero se quedó corto. Al ver el chapoteo de las rondas, Parsons elevó su punto de mira, y disparó de nuevo con ráfagas cortas y controladas. Las balas de su BREN golpearon al monte, hiriendo a dos y matando al suboficial Patricio Guanca.


La cubierta de popa de la corbeta argentina Guerrico muestra el montaje gemelo de 40 mm del barco y los lanzadores de misiles antibuque Exocet.

Al mismo tiempo, el cañón principal de 100 mm disparó una vez, pero luego experimentó una falla en su mecanismo de carga como resultado de los depósitos de sal acumulados que no habían tenido tiempo de limpiar después de la travesía aproximada del barco a Georgia del Sur. Mientras que la tripulación del arma luchó para que el mecanismo de carga funcionara nuevamente, uno de los Royal Marines disparó otro cohete LAW que se inclinó hacia el barco a 475 pies por segundo. Cuando golpeó, el cohete explotó e inutilizó el mecanismo de elevación de la torreta. Luego, el marine real Dave S. Combes disparó un arma antitanque del escuadrón: el rifle sin retroceso L14A1 de 84 mm Carl Gustav. El proyectil se dirigió hacia su objetivo a 800 pies por segundo, saltó una vez en la superficie del agua, rebotó en el casco del barco y explotó con un ruido sordo.


Mapa que muestra la estación British Antarctic Survey en King Edward Point y las posiciones de combate que los Royal Marines ocuparon durante la batalla del 3 de abril de 1982.

Cuando Guerrico pasó detrás de los edificios de la estación británica Antarctic Survey, el barco ya no estaba en el campo de fuego de los Royal Marines. Con eso, el teniente Mills y sus hombres soltaron un grito y un grito de alegría por lo que acababan de hacer. En cuestión de segundos, habían disparado más de 1.000 proyectiles que infligían bajas, y dañaron seriamente una nave de guerra que alguna vez fue intimidante. Pero su celebración fue prematura. Las balas que pasaban a través de la hierba maleza les recordaron que aún había infantes de marina argentinos en la estación que eran perfectamente capaces de dirigir disparos precisos contra Shackleton House. Todavía le preocupaba la pequeña cuestión del buque de guerra herido. Los bajíos a ambos lados del estrecho canal que Guerrico usó para acercarse al Rey Edward Point impidieron que la nave maniobrara, y esto significó que el Capitán Alfonso se comprometió irreversiblemente a entrar en la ensenada. No pudo dar la vuelta al barco hasta avanzar hacia la amplia cuenca de giro en el paseo marítimo de Grytviken, por lo que siguió adelante con un enorme agujero en el costado de estribor debido al golpe de Carl Gustav. Allí, el barco se detuvo por completo cuando las partes de control de daños se pusieron a trabajar y los médicos comenzaron a tratar a los heridos. Desde una distancia de aproximadamente 750 metros, los Royal Marines observaron al inmóvil Guerrico y se preguntaron si intentaría escapar. Las cosas no habían ido bien para el Capitán Alfonso en el primer asalto, pero era un oficial naval lo suficientemente astuto como para saber que estaba atrapado, y que pasar de nuevo al Rey Edward Point era su única salida. Graduado de la clase de la Academia Naval Argentina de 1958, había servido anteriormente a bordo del crucero Belgrano, el dragaminas Chaco y los destructores Buenos Aires y Rosales, por lo que no era inexperto ni imprudente. Su decisión fue un cálculo medido. Creyendo que era el mejor curso de acción, el Capitán Alfonso despejó el puente y dio la orden de correr el guante una vez más.


Sargento mayor de comando Peter J. Leach: el francotirador que tomó un buque de guerra.

Los hombres en el punto observaron a Guerrico con cautela y, cuando una columna de humo finalmente salió de su embudo después de unos pocos minutos, se dieron cuenta de que la segunda ronda estaba por comenzar. El sonido de los brazos siendo recargados resonó en la hierba cuando el barco se hundió, pero mientras casi todos los Marines Reales se preparaban, el sargento mayor de 37 años, el comandante Peter J. Leach, dejó su posición y se encontró con Shackleton House.


King Edward Point y los edificios de la estación British Antarctic Survey en Georgia del Sur. El Sargento Mayor de Comando Peter J. Leach usó Shackleton House, el edificio de dos pisos en el extremo derecho, como su posición de disparo durante la batalla del 3 de abril de 1982. La Diligencia Auxiliar de la Flota Real está a la izquierda y la estación ballenera abandonada de Grytviken se puede ver a lo lejos en el centro de la fotografía.

Una vez dentro, subió las escaleras hasta el segundo piso y corrió por el pasillo hasta el final del edificio frente a Grytviken. Luego, usando la culata de su rifle, Leach rompió el cristal de una ventana de la esquina y arrastró una mesa al centro de la habitación. En 1982, había estado en servicio durante 19 años y era un veterano de las giras de combate en Borneo, Irlanda del Norte y Chipre. En épocas anteriores de su carrera, se había desempeñado como observador aéreo, instructor de fotografía aérea y operador de un pequeño barco. Pero, lo más importante, Leach era un francotirador calificado. De hecho, según los informes, era capaz de hacer un agujero en el centro de la frente de un hombre a 1.000 metros. Leach fue armado ese día con el arma adecuada para ese trabajo: el rifle L42A1. Una conversión de Lee-Enfield No. 4, Mk. 1 (T), el L42A1 tenía cámaras para el cartucho OTAN de 7.62x51 mm y montaba el telescopio 3.5X Nº 32.

El Sargento Mayor de Comando Peter J. Leach usó un rifle de francotirador L42A1 en 7.62x51mm contra la corbeta Guerrico de la Armada Argentina durante la batalla del 3 de abril de 1982.

Acostado sobre la mesa en el segundo piso, el sargento mayor colocó el poste de su retícula sobre el puente de la nave que se acercaba. Para entonces, Guerrico estaba una vez más frente al canal y se estaba acercando al King Edward Point. Un momento después, mientras los otros Royal Marines comenzaban a golpear la nave por segunda vez, Sgt. El mayor Leach comenzó a disparar con cuidado a la nave. Dirigió sus rondas de apertura a las cinco ventanas del frente del puente. En este punto, solo el Capitán Alfonso, el timonel y el intendente estaban manejando esa estación cuando el vidrio comenzó a romperse. Los tres hombres se vieron obligados a agacharse detrás de las estructuras del barco para evitar ser golpeados por la rápida sucesión de disparos precisos procedentes del rifle de francotirador de Leach.


Mapa que muestra el recorrido seguido por la corbeta de la Armada Argentina Guerrico durante la batalla de Grytviken, Georgia del Sur el 3 de abril de 1982.

Hubo una pausa en los disparos de la Royal Marine cuando Guerrico se movió detrás de la cubierta de los edificios de la estación British Antarctic Survey, pero no duró mucho. El sargento mayor Leach, que ya no tenía un disparo, aprovechó esa oportunidad para moverse a otra posición. Abrió otra ventana y luego volvió a disparar, esta vez a las tres ventanas en el lado del babor del puente de la nave. El sonido del cristal al romperse se escuchó una vez más cuando Leach arrojó más francotiradores bien dirigidos contra el intendente, el timonel y el Capitán Alfonso. Luego Guerrico salió de detrás de los edificios de la estación de British Antarctic Survey y el resto de los Royal Marines se abrió de nuevo. Ellos arrastraron la nave de proa a popa con otra descarga de armas automáticas, y Dave Combes lanzó una segunda ronda de 84 mm del Carl Gustav. Esa ronda se estrelló contra el lanzador de misiles antibuque Exocet de Guerrico, lo que lo dejó fuera de servicio. Durante los últimos momentos, cuando el barco se retiró del campo de armas pequeñas, el sargento. El mayor Leach se trasladó a una tercera ventana en el segundo piso de Shackleton House, y lanzó algunos disparos de despedida a Guerrico mientras pasaba junto al rey Edward Point. La nave había sobrevivido corriendo el guantelete, pero para entonces estaba listando a estribor, y parecía un colador. Cuando Guerrico se acercó a King Edward Cove, era un buque de guerra bien armado y peligroso. Ni siquiera 15 minutos después, el barco era poco más que un naufragio flotante que necesitaba urgentemente reparaciones.



Esta fotografía muestra al Rey Edward Point y los edificios de la estación British Antarctic Survey tal como aparecieron en noviembre de 2008. Shackleton House una vez estuvo en la estrecha meseta directamente más allá de los tejados rojos a la derecha.

Aunque el teniente Mills y su Royal Marines habían logrado expulsar a un poderoso buque de guerra con solo armas ligeras de infantería, su situación era tenue. Durante el enfrentamiento con Guerrico, el Alouette continuó transportando marines argentinos adicionales a la zona cercana al cementerio, a 1.100 metros de ancho a través de la ensenada. Podrían oírse gritando esporádicamente, e incluso estaban empezando a disparar ametralladoras hacia Shackleton House. Además de eso, la fuerza de Infantes de Marina del Teniente Luna aún se mantenía entre los edificios de la Estación de Topografía Antártica. De hecho, fue uno de los hombres de Luna quien hirió a Royal Marine Nigel Peters en los momentos finales del tiroteo con la nave. Peters había tomado dos rondas por la parte superior del brazo y estaba en estado crítico. Pasaron los minutos mientras el equipo de Guerrico trabajaba para reparar la detención en el sistema de alimentación automática de la pistola de 100 mm. Resolvieron ese problema lo suficientemente rápido, pero la torreta permaneció atascada en una posición como resultado del lanzamiento del cohete M72 LAW. El Capitán Alfonso estaba decidido a hacer que la nave volviera a la lucha y lo hizo utilizando sus motores para apuntar la torreta inamovible. A las 12:25 p.m., el cañón de 100 mm comenzó a disparar contra King Edward Point. Cuando las municiones comenzaron a caer, sargento. El mayor Leach salió de Shackleton House gritando por cubrir el fuego, y corrió hacia el teniente Mills para discutir el siguiente movimiento. Sabiendo que no podrían aguantar mucho más tiempo contra la oposición argentina, y que solo la intervención médica de emergencia podría salvar a Peters, el teniente Mills tomó la decisión de rendirse. Con eso, la Batalla de Grytviken llegó a su fin. Mills y sus hombres fueron transportados a Río Grande, Argentina a bordo de Bahía Paraíso y luego finalmente volaron a Montevideo, Uruguay, para su repatriación. Regresaron a Gran Bretaña el 20 de abril e informaron que habían sido bien tratados por sus captores argentinos. Georgia del Sur fue recapturada por las fuerzas del Reino Unido el 25 de abril durante la Operación Paraquet, y la guerra fue más de 50 días después de eso.


Los restos del helicóptero Aérospatiale SA-330 Puma que piloteó el teniente Alejandro Villagra durante la Batalla de Grytviken aún descansa donde aterrizó de manera forzada a tres kilómetros al sur de King Edward Point el 3 de abril de 1982.

Hoy, Grytviken se ve casi igual que durante la guerra: la antigua estación de caza de ballenas todavía está allí y los restos del Puma de Alejandro Villagra todavía se encuentran donde se estrelló en 1982, pero Shackleton House fue derribado en 2001. A pesar de eso, pasó Todavía se pueden encontrar envolturas de municiones en la maleza donde estuvo el edificio. Después de la batalla, la Guerrico fue reparado rápidamente y vuelta al servicio, pero parte del daño infligido por los Royal Marines no pudo ser borrado. Con los agujeros de bala aún marcándolo, el barco permanece en servicio hasta el día de hoy. El ex capitán de Guerrico, Carlos Luís Alfonso, se retiró de la Armada Argentina como vicealmirante y luego recordó que "los eventos en Gryviken le dieron a cada individuo la oportunidad de apreciar nuestra capacidad para enfrentar la adversidad". Falleció en Buenos Aires el pasado 1 de noviembre de 2014. Su antiguo antagonista, Peter James Leach, por otro lado, está vivo y bien y vive en Liverpool. Fue galardonado con la Medalla al Servicio Distinguido por su papel en la Batalla de Grytviken, una acción única en la que un francotirador solitario cambió la marea de la batalla contra un buque de guerra.

viernes, 27 de julio de 2018

Antiterrorismo: Las exitosas tácticas de eliminación de la Subversión

Protocolos internos para la represión del terrorismo

Las Fuerzas Armadas comenzaron los preparativos para el “Día D” seis meses antes del golpe de Estado. Los reglamentos militares se modificaron y describían el funcionamiento de las “patrullas de allanamiento” y de los “lugares de reunión para detenidos”. La guardia nocturna de los “técnicos interrogadores”

Por Marcelo Larraquy | Infobae




Las Fuerzas Armadas prepararon el golpe de Estado durante el gobierno de Isabel Perón con seis meses de anticipación. El tiro de gracia para el quiebre del orden constitucional lo proporcionó el decreto 2770/75 firmado el 6 de octubre de 1975 por los ministros del gabinete y el presidente en ejercicio, el senador Ítalo Luder. El decreto trasladó toda la estructura represiva del Estado a la cúpula militar, liderada por el teniente general Jorge Videla.


A partir de entonces se sucedieron decretos, modificaciones reglamentarias y directivas secretas que fueron organizando la represión, mientras en el discurso público las Fuerzas Armadas continuaban anunciando su "prescindencia política" y "fidelidad al orden constitucional".


En octubre de 1975, la primera directiva del Ejército estableció a Tucumán, Capital Federal, La Plata, Córdoba, Rosario y Santa Fe como áreas prioritarias para "detectar y aniquilar a las organizaciones subversivas". Durante ese mismo mes se modificó el Reglamento Militar. Su idea rectora era "aplicar el poder de combate con la máxima violencia para aniquilar a los delincuentes subversivos donde se encuentren".


También se estableció que no habría encuadramiento legal, con trato de "prisioneros de guerra", para los "elementos subversivos". De este modo, el Ejército intentaba prevenirse de reclamos por violación a los acuerdos de la Convención de Ginebra, que prohíbe torturas, fusilamientos y desapariciones.



En el nuevo Reglamento Militar se describía:
"La acción militar es siempre violenta y sangrienta", por lo cual, "cuando las FFAA entran en operaciones no deben interrumpir el combate ni aceptar rendiciones. Las órdenes deberán aclarar, por ejemplo, si se detiene a todos o a algunos, si en caso de resistencia pasiva se los aniquila o se los detiene, si se destruyen bienes o se procura preservarlos".


La modificación también estableció la creación de centros clandestinos de detención. Se los mencionaba con LRD, "lugar de reunión de detenidos". Indicaba que el "sospechoso" sería detenido en base a informes de inteligencia y trasladado al LRD para interrogarlo, sin posibilidad de defensa legal.



Los centros clandestinos eran parte del "Operativo Independencia", constituido en Tucumán desde febrero de 1975. Ocho meses después, comenzarían construirse en el interior de guarniciones. Uno de ellos fue la cárcel militar de La Ribera, en Córdoba. También se crearía "La Perla", a 12 kilómetros de la capital de esa provincia. En la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) se iniciarían las refacciones internas para la conformación de su campo de concentración.

Durante el gobierno de Isabel Perón ya había seis centros clandestinos "operativos". En 1976 funcionaron 365.



El Plan de la Marina


La Armada creó su protocolo interno para el "combate a la subversión" en noviembre de 1975. En su Plan de Capacidades Internas (Placintara) marcaba fases "defensivas" (preservación de instalaciones y personal de la institución) y "ofensivas" (hostigamiento, inteligencia previa, selección del objetivo y detención de personas) para destruir al "oponente subversivo".



La fuerza naval se propuso acabar con la "subversión y sus ideólogos" con "patrullas de allanamiento" de 15 hombres, que incluía también a otros miembros de fuerzas de seguridad. El Plan funcionaba como un manual operativo para los "allanamientos". Según la descripción, los "subversivos" debían desalojar su casa por el frente y con las manos en alto. Si esta orden no se cumplía, los miembros de la patrulla debían rodear el objetivo y batir a fuego puertas y ventanas a fin de "evitar fugas".



Para los detenidos en procedimientos, la Armada preveía la creación de una instancia denominada "guardia transitoria", que funcionaría como un centro clandestino de detención, hasta que se resolviera su destino. El detenido podría ser juzgado por un tribunal militar, derivado a la autoridad policial, a una cárcel común –a disposición del Poder Ejecutivo-, decidir su libertad o mantenerlo secuestrado. No tenía posibilidad de defensa legal.

La Fuerza Aérea fue la última en incorporarse al plan del golpe de Estado. Fue a partir del pase a retiro del brigadier Héctor Fautario, el 22 de diciembre de 1975, que se había opuesto a la interrupción institucional. El centro clandestino de mayor relieve de la Fuerza Aérea sería la "Mansión Seré", en Morón.

Los técnicos interrogadores del 601


La clave para la represión ilegal se asentaba en la inteligencia, un área a cargo del Batallón 601, dependiente del Ejército. El edificio, ubicado en Callao y Viamonte, en Buenos Aires, había albergado en su sótano al cadáver de Evita, antes de ser trasladado a Italia en 1957.

El Batallón de Inteligencia 601 era un centro incesante de flujo informativo. Estaba a cargo del coronel Alfredo Valín. A partir de la directiva secreta 404/75 del Ejército, conformó su "comunidad informativa", en la que confluían los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, las de seguridad y de la SIDE.



El 601 concentraba a la elite de la inteligencia militar.

Sus agentes estaban formados para la infiltración en fábricas, universidades, sindicatos, ámbitos culturales, sociales. Lo venían haciendo desde hacía varios años. La información que recababa "la comunidad informativa" se evaluaba en la Sala de Reunión, en el sexto piso.

El Batallón 601 disponía de "técnicos de inteligencia" –militares y civiles- que servían de apoyo para "interrogar" a un detenido ilegal en un procedimiento. Los "técnicos" permanecían de guarda por la noche si algún "grupo de tareas" requería de sus servicios para un extraer información.

La información producida se analizaba en la Sala de Situación, que elaboraba un informe sobre el detenido que luego derivaba a los Comandos de Zona, que se correspondía con cada Cuerpo de Ejército, donde se decidían sobre el destino del secuestrado.

En febrero de 1976, el "Plan del Ejército" estableció que los detenidos ilegales estarían incomunicados y a disposición de la Junta de Comandantes, y no habría para ellos posibilidad de justicia.

El Plan también delimitó a sus enemigos: organizaciones gremiales del peronismo ortodoxo y del peronismo combativo, distintos frentes de izquierda, agrupaciones estudiantiles y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, al que asignaban peligrosidad por "su definida prédica socializante".

También preveía la detención de las autoridades provinciales, funcionarios públicos, legisladores, la suspensión del derecho a huelga, de los fueros sindicales y la actividad política. Las embajadas comenzaron a ser controladas para evitar el asilo político.

Hasta que llegó el "Día D", en la madrugada del 24 de marzo de 1976. La orden de represión comenzó a ejecutarse. Los centros clandestinos comenzaron a recibir secuestrados.

La máquina de matar se puso en marcha.

El autor es es periodista e historiador (UBA). Su último libro es "Primavera Sangrienta" (Editorial Sudamericana, 2017). 

domingo, 11 de junio de 2017

Biografías: CN (VGM) Carlos Hugo Robacio (Argentina)

Adiós a un héroe 

Carlos Hugo Robacio comandó nada menos que al Batallón de Infantería de Marina Nº 5 durante la guerra de Malvinas (1982) y los combates que libró fueron memorables. Fue un patriota, ejemplo de entrega y coraje. Murió el 29 de mayo de 2011, a los 76 años. Ahora descansa en paz en el cementerio de Bahía Blanca. 


 
Robacio, durante un adiestramiento de 1981 con el BIM5, antes de la guerra por las Malvinas (1982). El último a la derecha es el Capitán Giachino, primera baja de la recuperación de las Malvinas. 

Durante la guerra de Malvinas hubo desempeños excepcionales de la Armada Argentina. Entre ellos, el de nuestra Aviación Naval, reconocida en todo el mundo por su pericia, precisión y efectividad, y el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5). 

En este último caso, los jefes británicos pidieron conocer al comandante de esos hombres que se asemejaban a “demonios tirando”; al comandante de esos hombres que no pudieron hacer retroceder. Ese comandante era el entonces capitán de fragata de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio. 

Con el tiempo, ya con el grado de contralmirante y en situación de retiro, Robacio repasaría una y otra vez su experiencia al frente del BIM5, llegando a redactar el libro Desde el frente, que recorre los más de 70 días del batallón en las islas, sus percepciones y experiencias, los detalles de aquellos momentos de gloria y dolor. 

Cita:
“Había llegado la orden de repliegue. Sobre nuestras posiciones caían mil proyectiles de obuses por hora, además del bombardeo naval, más los aviones y los helicópteros. Era tremendo… También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿por qué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces seguí preguntando: ¿Y ustedes qué hubieran hecho, aún así? “Hubiéramos cumplido la orden… Eso era el BIM5”, contó alguna vez.


Retroceder, nunca
Como comandante del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, el entonces capitán de fragata Carlos Hugo Robacio estuvo a cargo de los hombres que se negaron a retroceder en Malvinas. Comandó a 700 Infantes de Marina (entre personal de cuadro y conscriptos) y alrededor de 200 hombres del Ejército Argentino durante los combates desarrollados en el monte Tumbledown, Sapper Hill y monte William. Allí enfrentaron a dos batallones de paracaidistas ingleses, a la guardia real inglesa y a los gurkas. Lo hicieron hasta agotar toda su munición.

“Fue el primero en llegar y el último en irse de Malvinas”, recuerda el suboficial mayor Carlos Sini, que en aquel entonces era cabo segundo del batallón de Robacio. Ahora, cumple funciones en el Comando de la Fuerza de Infantería de Marina Austral con asiento en Río Grande.

Con su mirada puesta en el recuerdo, asegura que no olvidará la figura del comandante pidiendo el alistamiento para ir al frente de batalla.



“Estábamos desplegados haciendo nuestra segunda o tercera salida al terreno. Cubríamos desde Hito I, en el extremo norte de Tierra del Fuego, hasta la cabecera del lago Fagnano, en el centro. Se ordenó el repliegue del batallón y nos reunió a todos en la plaza de armas. Pidió a la gente que no se desaliste, que en menos de lo que pensábamos tendríamos que estar en Malvinas. Nos habló de muerte y de heridos. Dio opción. Todos elegimos ir”, relata Sini

El pasaje a la isla comenzó por aire en la madrugada de 7 de abril de 1982. Al otro día estaban todos en Malvinas y no hubo que esperar mucho para el bautismo de fuego.

Cita:
"Si exigía sacrificios, era el primero en sacrificarse."


"El 1º de mayo sucedió el primer ataque británico y en ese momento –recuerda Sini– el capitán Robacio utilizó el sistema de radio y dijo 'la guerra ha llegado. El enemigo está presente. Les deseo suerte a todos'. Esa noche el batallón tuvo su primer muerto."



Robacio recorrió todas las posiciones del batallón durante los 72 días que estuvieron desplegados. No estaban cerca; había 10 o hasta 12 kilómetros entre ellas. Pero él estuvo al lado de su gente en todo momento. "Si exigía que caminen, era el primero que caminaba. Si exigía sacrificios, era el primero en sacrificarse; fue un líder por naturaleza”, cuenta Sini.

Y es que el ejemplo es la mejor forma de asumir y ejercer el liderazgo en el combate. Los Infantes de Marina sabían del riesgo al que estaban expuestos, su comandante se los había dicho, debían estar en el terreno frente a un enemigo más grande. Por ello la labor de Robacio mereció el reconocimiento enemigo, porque es en la total desventaja capaz de desmotivar a cualquier hombre donde se torna fundamental la orientación del líder. Su voz cohesiona corazones, moviliza voluntades, da valor en momentos en donde todo se desploma. Los resultados dan apenas un ejemplo del talento y determinación del entonces capitán Robacio: 16 muertos y 105 heridos contra más de 350 caídos de las fuerzas británicas.

Pero también sus palabras dieron otro ejemplo, años después, vinculadas a la humildad con la que un hombre de su desempeño vivió a pesar de las glorias obtenidas: "Yo no soy ni bravo ni valiente ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente no me podían permitir el privilegio de tener miedo", declaró alguna vez el almirante Robacio.

Condujo estoicamente a sus hombres en todo momento y quienes fueron parte de aquel feroz batallón marcaron a fuego en su memoria cada acción del comandante. “Él siempre nos llevó al límite en tiempos de paz. Nos fue formando y forjando. Sabía que teníamos que estar preparados para algo más duro, ver morir al camarada al lado y seguir peleando –dice Sini en un tono reflexivo–. Supo conducir a su gente y no titubeó cuando tuvo que ponerla en combate.”

Cita:
El BIM5 soportó durante más de 40 días el fuego naval y de artillería sobre sus posiciones. Defendió hasta la última piedra agotando toda su munición.


De igual manera el suboficial mayor de Infantería de Marina Daniel Benítez, hoy destinado en la División Veteranos de Guerra y en aquel entonces cabo segundo, recuerda al contralmirante Robacio como un comandante que, pese a todas las inclemencias, siguió combatiendo y contraatacando. De carácter firme pero siempre al lado de la tropa.



“Dado su accionar fue admirado por comandantes gurkas y galeses y reconocido por el Ejército Argentino y demás fuerzas”, concluyó Benítez quien participó del conflicto como miembro del BIM5 en la zona de Sapper Hill.

Fue como un padre para muchos
Carlos Robacio dejó --además de su familia compuesta de su mujer Estela, sus 2 hijos Carlos y Edda y sus 5 nietos-- a un puñado de hijos que lo adoptaron como un referente de la vida, ya que muchos de sus hombres llegaron a considerarlo un segundo padre. Y también dejó un legado para los oficiales y suboficiales de la Infantería de Marina: la necesidad del adiestramiento. Es esa preparación para el combate lo que une al espíritu actual del BIM5 con el de los héroes de Malvinas.

Con su figura desaparece otro de los grandes jefes de la Armada Argentina en el campo de batalla, de los que tuvo la Nación Argentina en la defensa de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. Entre sus laureles se encuentra la condecoración de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate; la del Congreso de la Nación a los Combatientes de Malvinas; y las del Ejército Argentino “Orden a los Servicios Distinguidos” y al “Merito Militar” en grado de Comendador. También le dieron las medallas “Cruz Peruana al Mérito Naval” y “La Legión al Mérito” en grado de Comandante de la República del Perú.

Sin embargo, el valor más alto en sus 76 años fue el afecto de su gente, de la familia naval que lo honra y admira, de los compatriotas que volvieron con él y gracias a él de nuestras Malvinas, y de los familiares de los héroes que quedaron allá custodiando eternamente ese suelo y que reconocieron en su figura a la de un comandante ejemplar que no dejó a nadie atrás en la batalla.

El contralmirante retirado Carlos Hugo Robacio falleció en Bahía Blanca el pasado domingo 29 de mayo de 2011. Con él se fue un referente militar y guerrero, un ejemplo de ética profesional que no dudó en arriesgar su vida y la de sus hombres en la defensa de la Patria, pero sobre todo, que no vaciló en cuidarlas, dando una lección de conducción y liderazgo.

Foto de Carlos Robacio como comandante del Batallón de Infantería de Marina N° 5

Fuente:
ESPECIAL de GACETA MARINERA digital


domingo, 2 de abril de 2017

Malvinas: La recuperación

La recuperación de las Islas Malvinas

Wikipedia


El 2 de abril de 1982, las fuerzas argentinas lanzaron la recaptura de las Islas Malvinas, iniciando la Guerra de las Malvinas. Los argentinos montaron desembarcos anfibios, y la invasión terminó con la entrega final de la Casa de Gobierno.



Un Amtrack de la IMARA en Port Stanley, 1982.


Defensa

El Gobernador Rex Hunt fue informado por el Gobierno británico de una posible invasión argentina el 1 de abril de 1982. A las 15:30 de la noche ese día recibió un telegrama de la Oficina de Relaciones Exteriores y de la Commonwealth en el que declaraba:

Tenemos aparentemente pruebas confiables de que una fuerza de tarea argentina podría reunir a Stanley al amanecer de mañana. Usted deseará hacer sus disposiciones en consecuencia. [7]

Fuerzas implicadas 

El Gobernador convocó a los dos altos oficiales de los Marines Reales del Partido Naval 8901 a la Casa del Gobierno en Stanley para discutir las opciones para defender las Malvinas. Dijo durante la reunión: "Parece que los malditos quieren decirlo". [8]

El mayor Mike Norman recibió el mando general de los marines debido a su antigüedad, mientras que el mayor Gary Noott se convirtió en el asesor militar del gobernador Hunt. La fuerza total fue de 68 marines y 11 marineros, lo cual era mayor de lo que normalmente se habría podido conseguir porque la guarnición estaba en proceso de cambio. Tanto los reemplazos como las tropas que se preparaban para marcharse estaban en las Malvinas en el momento de la invasión. [9]

Esto se redujo a 57 cuando 22 Royal Marines se embarcaron a bordo de la nave de patrulla antártica HMS Endurance para observar soldados argentinos con base en Georgia del Sur. La Royal Navy, por otro lado, [aclaración necesaria] afirma que un total de 85 marines estaban presentes en Stanley. [9]

Su número fue reforzado por al menos 25 miembros de las Fuerzas de Defensa de las Islas Malvinas (FIDF). [10] Graham Bound, un isleño que vivió la ocupación argentina, informa en su libro Islanders Falkland At War que la cifra más alta de aproximadamente 40 miembros del FIDF (de servicio y pasados) informó de su deber en su sala de ejercicios. Su comandante, el comandante Phil Summers, encargó a los milicianos voluntarios que custodiaran puntos clave como la central telefónica, la estación de radio y la central eléctrica. El capitán Jack Sollis, a bordo del buque civil Forrest, operó su barco como una estación de radar improvisada frente a Stanley. Otros dos civiles, el ex Royal Marine Jim Alister y un ciudadano canadiense, Bill Curtiss, también ofrecieron sus servicios al gobernador. [1]


El destructor argentino ARA Santísima Trinidad

Operación Rosario 

La operación anfibia argentina comenzó en la tarde del jueves 1 de abril, cuando el destructor ARA Santisima Trinidad desembarcó fuerzas navales especiales al sur de Stanley. El grueso de la fuerza argentina iba a desembarcar algunas horas más tarde desde el barco anfibio de guerra ARA Cabo San Antonio cerca del aeropuerto, en una playa previamente marcada por ranas del submarino ARA Santa Fe. [11]

La operación se llamó Azul durante la etapa de planificación, pero finalmente se renombró Rosario. [12]

ARA Santa Fe

El primer movimiento de la Operación Rosario fue el reconocimiento de Port William por el submarino ARA Santa Fe y el desembarco de 14 miembros del grupo de buzos tácticos cerca de Cape Pembroke, incluyendo al comandante de esta unidad de élite, el Capitán Cufré. La misión de reconocimiento comenzó tan pronto como el 31 de marzo, cuando el rastreador Forrest fue visto a través del periscopio a las 10:00 PM de Puerto Stanley. Al día siguiente, Santa Fe se enteró de que las autoridades de Stanley eran conscientes de los planes argentinos, por lo que un cambio era necesario. En lugar de desembarcar en Pembroke, los comandos tomarían inicialmente una playa cerca de Menguera Point, al sur de Kidney Island. [13] [14]

Salieron el Santa Fe a las 1:40 PM. Desde la playa, las tropas especiales se dirigieron hacia la península de Pembroke en barcos Zodiac. Llegaron a Yorke Bay a las 4:30 AM del 2 de abril. Después de plantar balizas para el desembarco principal, tomaron la pista de aterrizaje y el faro sin resistencia. Fuentes argentinas afirman que capturaron a unos cuantos prisioneros. A este equipo se le dio más tarde la tarea de reunir y tomar bajo custodia a los Royal Marines después de la rendición británica. [13] [14]

Ataque a los barracones de Moody Brook

En la noche del 1 de abril de 1982, la Santísima Trinidad se detuvo a 500 metros del arroyo Mullet y bajó 21 embarcaciones de asalto Gemini al agua. Contenían 84 soldados de las fuerzas especiales [15] del Primer Grupo de Comandos Anfibios del Teniente Comandante Guillermo Sánchez-Sabarot y un pequeño grupo [16] bajo el Teniente Comandante Pedro Giachino, quien normalmente era el segundo al mando del 1r Batallón de Infantería de Marina, que era capturar la Casa de Gobierno. [17] El Contraalmirante argentino Jorge Allara, a través de un mensaje transmitido por radio de Santisima Trinidad, había pedido a Rex Hunt una rendición pacífica, pero la propuesta fue rechazada [17].

La partida de Giachino tenía la distancia más corta a recorrer: dos millas y media al norte. Moody Brook Barracks, el destino de la fiesta principal, estaba a seis millas de distancia, sobre terrenos accidentados. El teniente-comandante Sánchez-Sabarots, en el libro La lucha argentina por las Malvinas, describe el progreso del partido principal en la oscuridad:

Fue una noche agradable, con una luna, pero la nube cubrió la luna la mayor parte del tiempo. Fue muy difícil ir con nuestras cargas pesadas; Fue un trabajo caluroso. Finalmente nos dividimos en tres grupos. Sólo tuvimos una noche vista; El teniente Arias lo tenía. Uno de los grupos se separó cuando un vehículo llegó a lo largo de la pista que teníamos que cruzar. Pensamos que era una patrulla militar. Otro grupo perdió contacto, y la tercera separación fue causada por alguien que iba demasiado rápido. Esto hizo que mi segundo al mando, el teniente Bardi, cayera. Sufría una fractura en el tobillo y tenía que quedarse con un hombre para ayudarlo. Estábamos en Moody Brook a las 5:30 de la mañana, justo en los límites del tiempo planeado, pero sin tiempo para el reconocimiento de una hora por lo que esperábamos.
La principal partida que los marines argentinos suponían que había en Moody Brook Barracks sería a Royal Marines durmiendo. El cuartel estaba en silencio, aunque había una luz en la oficina del comandante de los Royal Marines. No se observaron centinelas, y era una noche tranquila, aparte de la ocasional llamado animal. El teniente-comandante Sánchez-Sabarots no podía oír nada de ninguna acción en la Casa de Gobierno, ni de las distantes playas de desembarco; Sin embargo, ordenó que comenzara el asalto. El teniente-comandante Sánchez-Sabarots continúa su relato:

Todavía estaba completamente oscuro. Íbamos a usar gas lacrimógeno para forzar a los británicos a salir de los edificios y capturarlos. Nuestras órdenes no eran causar víctimas si es posible. Esa fue la misión más difícil de mi carrera. Todo nuestro entrenamiento como comandos era luchar agresivamente e infligir las víctimas máximas en el enemigo. Nosotros rodeamos los cuarteles con equipos de ametralladoras, dejando sólo una ruta de escape a lo largo de la península al norte del puerto de Stanley. Cualquiera que se escapara no podría llegar a la ciudad y reforzar a los británicos allí. Entonces lanzamos las granadas de gas en cada edificio. No hubo reacción; Los cuarteles estaban vacíos. [18]

El ruido de las granadas alertó al Mayor Norman de la presencia de los argentinos en la isla, y así regresó a la Casa de Gobierno. Al darse cuenta de que el ataque provenía de Moody Brook, ordenó que todas las secciones de tropas convergieran en la casa para permitir la centralización de la defensa. [8]

Aunque no hubo testigos reales del ataque, las descripciones británicas del estado de los barracones de Moody Brook contradicen la versión argentina de los hechos. Después de la acción, algunos de los infantes de marina reales fueron permitidos para volver a los cuarteles para recoger artículos personales. El mayor Norman describe los muros de los cuarteles como acribillados con fuego de ametralladora y que llevan las marcas de las granadas de fósforo blanco - "una operación clásica de houseclearing". [8] Los argentinos sostienen que los cuarteles fueron destruidos en un ataque aéreo el 12 de junio que mató a tres reclutas e hirió al mayor José Rodolfo Banetta. [19] [20] [21]

Desembarco anfibio en la bahía de Yorke

Hubo una acción más urgente en el borde oriental de Stanley. Veinte LVTP-7A1 de los Estados Unidos construyeron vehículos blindados anfibios de transporte de personal del primer Batallón de Vehículos Anfibios del Teniente Comandante Guillermo Cazzaniga, que transportaban las Compañías D y E del Segundo Batallón de Infantería Marina (BIM-2) de Puerto Belgrano, Desembarcando desde la nave ARA Cabo San Antonio en la bahía de Yorke, y estaban siendo observados por una sección de los infantes de marina reales bajo comando del teniente Bill Trollope.

La columna blindada se movió a lo largo de la carretera del aeropuerto en Stanley, con tres Amtracés (números 05, 07 y 19) en la vanguardia, y cerca de la estación de investigación ionosférica, exactamente a las 7:15, fue contratado por una sección de infantes de marina reales con Cohetes antitanques y ametralladoras. Esto es del informe oficial del teniente-comandante Hugo Santillán después del combate:

Estábamos en el último tramo de la carretera hacia Stanley. Una ametralladora disparó desde una de las tres casas blancas a unos 500 metros de distancia y golpeó la derecha Amtrac. El fuego era muy preciso. Luego hubo algunas explosiones de un lanzador de cohetes, pero eran inexactas, cayendo muy lejos de nosotros. Seguimos nuestro procedimiento operativo estándar y tomamos medidas evasivas. El Amtrac de la derecha devolvió el fuego y se cubrió en una pequeña depresión. Una vez que estuvo fuera de peligro, les dije a los tres vehículos que desembarcaran a sus hombres. Ordené a la tripulación con el rifle sin retroceso que disparara una ronda de carga hueca en la cresta del tejado de la casa donde estaba la ametralladora para provocar un estallido pero no una explosión. Seguimos siguiendo nuestras órdenes de no infligir víctimas. La primera ronda fue de unos cien metros de corta, pero la segunda golpeó el techo. Las tropas británicas arrojaron una granada de humo púrpura; Pensé que era su señal para retirarse. Habían dejado de disparar, de modo que el Comandante Weinstabl inició el movimiento de las dos compañías alrededor de la posición. Algunos riflemen en una de las casas comenzaron a disparar entonces; Que era bastante incómodo. No pude localizar su ubicación, pero uno de mis otros Amtracs pudo pedir permiso para abrirme con un mortero que tenía. Lo autoricé, pero sólo con tres rondas y sólo en los tejados de las casas. Dos municiones quedaron cortas, pero la tercera golpeó justo en el centro del techo; Eso fue increíble. Los británicos dejaron de disparar entonces.
El Amtrac a la derecha maniobró a sí mismo de la carretera en una pequeña depresión y como lo hizo, desembarcó a los infantes de marina dentro de la vista. Esto alentó a los Royal Marines a pensar que el marino Mark Gibbs había marcado un impacto directo en el habitáculo de la APC.

El Teniente Bill Trollope, con la Sección No. 2, describe la acción:

Seis tranportes de personal blindados (APC) comenzaron a avanzar a velocidad por el Airport Road. La primera APC se ocupó en un rango de unos 200 a 250 metros. Los tres primeros misiles, dos de 84 mm y uno de 66 mm, fallaron. Posteriormente, un 66 mm disparado por el Marine Gibbs, golpeó el habitáculo y un 84 mm de los Marines [George] Brown y [Danny] Betts golpeó el frente. Ambas municiones explotaron y no se recibió fuego de ese vehículo. Los cinco APC restantes que estaban a unos 600 a 700 metros de distancia desplegaron sus tropas y abrieron fuego. Los involucramos con GPMG, SLR y un rifle de francotirador [Sargento Shepherd] durante aproximadamente un minuto antes de lanzar una granada de humo de fósforo blanco y saltar hacia la cubierta de los jardines. El fuego entrante en esa etapa era bastante pesado, pero sobre todo inexacto. [22]
El teniente Trollope y sus hombres se retiraron por la calle Davis, corriendo detrás de las casas con los marines argentinos en persecución, y fueron a tierra disparando la carretera cuando se hizo evidente que no podían llegar a la Casa de Gobierno.

El cabo Lou Armour, al mando de '1 Sección', fue posicionado en el punto de Hookers cuando comenzó la invasión. Poco después del ataque a Moody Brook, se le ordenó retirarse a Govt House, reuniéndose con la sección del cabo David Carr en el camino.

Los infantes de marina, que ahora era dieciséis, decidieron intentar llegar hasta la parte trasera de la cordillera donde estaban los argentinos y luego cargarlos a la Casa de Gobierno, con la esperanza de tomar al enemigo por sorpresa. Pero a medida que se movían a través de los bordes de la ciudad que recibió fuego en cada esquina de la calle y que finalmente fue tan pesado que tuvo que abandonar su plan.

Mientras ambas secciones se dirigían a buscar a los hombres del Lt Trollope, el Cpl Armor decidió tener un intento más para entrar en la Casa de Gobierno. Utilizando el fuego y la maniobra para cruzar un campo de fútbol, ​​luego se arrastraron por el seto que conducía a los jardines donde, después de ser disparados por atacantes y defensores, llegaron a la seguridad a través de la puerta de la cocina. Cpl Armor explica:

Una sección de pimienta en maceta por el camino hacia la madera donde sabíamos Gobierno House para ser. El movimiento fue lento ya que tuvimos que gatear y correr mono hasta llegar al hospital. Ahora era de día. Desde allí la sección disparó y maniobró detrás de la casa de las enfermeras y cruzando el campo de fútbol hasta que llegamos a una seta. Le informé a Marine Parker que llamara, "¡Marinos reales!" Cuando nos acercamos a la casa. Al cabo del tiempo fuimos escuchados por el cabo Pares, quien nos dijo dónde estaba el enemigo. La sección, cubierta por el cabo Pares, luego se precipitó a la casa donde nos desplegó arriba el Mayor Noott. [25]

Batalla de Casa de Gobernador y rendición

El teniente comandante Pedro Giachino, que se encontraba en una pequeña colina al sur de la Casa de Gobierno, se enfrentó a la dificultad de capturar este importante objetivo sin radio y con una fuerza de sólo 16 hombres. Dividió su fuerza en grupos pequeños, colocando uno a cada lado de la casa y otro en la parte trasera. Desconocida para ellos, la residencia del gobernador era el principal punto de concentración de los Royal Marines, que superaban en número a los comandos por más de dos a uno.

El primer ataque contra este edificio llegó a las 6.30 de la mañana, apenas una hora antes del desembarco anfibio de la bahía de Yorke, cuando uno de los pelotones de Giachino, conducido por el teniente Gustavo Lugo, empezó a intercambiar el fuego con las tropas británicas dentro de la casa. Al mismo tiempo, el propio Giachino, con cuatro de sus subordinados, entró en el anexo de los sirvientes, creyendo que era la entrada trasera de la residencia. Tres marines reales, los capos Mick Sellen y la flota y el marino Harry Dorey, que fueron colocados para cubrir el anexo, golpearon apagado el primer ataque. Giachino fue golpeado instantáneamente cuando atravesó la puerta, mientras que el teniente Diego García Quiroga recibió un disparo en el brazo. Los tres restantes se retiraron a los cuartos de la criada.

Giachino no estaba muerto, sino muy herido. Un paramédico argentino, el cabo Ernesto Urbina, intentó llegar a Giachino pero fue herido por una granada. Giachino, viendo lo que había pasado, sacó el pasador de una granada de mano y amenazó con usarlo. Los Royal Marines intentaron persuadir al oficial para que se deshiciera de la granada para que pudieran darle tratamiento médico, pero él se negó, impidiéndoles alcanzar su posición. Después de la rendición de las fuerzas británicas en la Casa de Gobierno, unas tres horas después, Giachino fue llevado al Hospital Stanley pero murió por la pérdida de sangre.

ARA Granville

En la oficina del gobernador, el comandante Norman recibió un informe de radio de la sección del cabo York, que se colocó en la península de Camber, observando cualquier posible barco argentino que ingresara al puerto de Stanley. El cabo procedió a informar sobre tres objetivos potenciales a la vista y que debía ocupar primero. ¿Cuáles son los objetivos? -preguntó el mayor. El objetivo número uno es un portaaviones, el objetivo número dos es un crucero, en cuyo punto la línea se fue muerta.

El cabo York decidió retirar su sección y se dirigió a la trampa de su arma Carl Gustav sin recoiless, antes de remando su barco de asalto Gemini al norte a través de Port William. Al hacerlo, York reclamó que un destructor argentino comenzó a perseguirlos (la corbeta ARA Granville según fuentes argentinas). Su iniciativa condujo a que los Géminis llegaran a un buque pesquero polaco anclado, ocultando el pequeño bote de asalto bajo su sombra. Esperaron pacientemente una oportunidad, antes de trasladarse a la orilla y desembarcar en una pequeña playa. [17]


Comando anfibio argentino

De vuelta en la Casa de Gobierno, la presión de los comandos argentinos continuó sin cesar. Hay alguna evidencia de que su uso de granadas de aturdimiento y su cambio continuo de posiciones de tiro durante la batalla llevó a los infantes de marina reales dentro de creer que estaban haciendo frente a una compañía de infantes de marina y fueron desesperadamente superados en número. En realidad, después de que el pelotón de Giachino fracasara en la residencia, los británicos estaban rodeados por una docena de tropas de élite. Estos hombres estaban bajo el teniente Lugo, el segundo al mando de Giachino. Los Land Rovers utilizados por los Royal Marines fueron desactivados por disparos automáticos de los comandos. [28] El gobernador Hunt llamó por teléfono a Patrick Watts (en la emisora ​​de radio Radio Stanley) y dijo que creía que la fuerza de asalto era el equivalente de una compañía reforzada:

Nos quedamos aquí, pero estamos presos. No podemos movernos (...) Deben tener 200 alrededor de nosotros ahora. Han lanzado granadas de rifle contra nosotros; Creo que puede haber morteros, no lo sé. Ellos vinieron muy rápido y muy cerca, y luego se retiraron. Tal vez están esperando hasta que los APC [Amtracs] vienen y piensan que perderán menos víctimas de esa manera. [29] [30] [31]

El cabo Geordie Gill junto con el cabo Terry Pares, ambos francotiradores, también afirmaron haber disparado a varios argentinos a través del pecho y la cabeza mientras intentaban esparcir a lo largo de la ladera con vistas a la Casa del Gobierno:

Dejamos caer a un número de argentinos como se acercaron y yo tenía una pareja en mi mira y se aseguró de que fueron sacados del juego. Inicialmente se estimó que habíamos matado a cinco y herido a diecisiete, pero sólo contamos los cuerpos que vimos caer frente a nosotros. [32]

La estimación del mayor Norman es que los cabos Corporales Pares y Gills mataron o hirieron a unas cinco fuerzas especiales argentinas:
Los cabos Pares y Gill, estaban haciendo un excelente trabajo. Gill miraría a través de su alcance de francotirador y le diría a Pares dónde estaba el enemigo, y Pares lanzaría diez rondas rápidas, y tan pronto como eso los pusiera en movimiento, Gill los sacaría con el rifle de francotirador. Sacaron cuatro o cinco de esta manera y todo el tiempo nos dieron el resto de nosotros un comentario corriente.
Eventualmente, Hunt decidió entablar conversaciones con los comandantes argentinos alrededor de las 8:00. El enlace era el vicecomodoro Héctor Gilobert, jefe de las islas de LADE, la compañía aérea del gobierno argentino. Gilobert y un diputado del gobernador fueron a la sede argentina con una bandera blanca. En ese momento se puso en práctica un cese del fuego de facto, que ocasionalmente fue violado por el fuego de armas pequeñas. [34]

Los enviados del gobernador encontraron al comandante argentino en el ayuntamiento de Stanley. El jefe argentino aceptó la oferta británica de una reunión cara a cara con Hunt en su maltrecha oficina.

Mientras las negociaciones aún estaban en marcha, otro incidente ocurrió dentro de la residencia. Tres buzos tácticos argentinos que sobrevivieron a la primera escaramuza a lo largo del recinto inadvertidamente alertaron al Mayor Noott sobre su presencia, mientras se preparaban para abandonar su escondite. El comandante disparó su metralleta Sterling al techo de la habitación de la doncella. Según los informes británicos, los aturdidos comandos cayeron por las escaleras, poniendo sus armas en el suelo. Se convirtieron en los primeros prisioneros de guerra argentinos de la Guerra de las Malvinas, aunque para entonces el Gobernador Hunt ya había estado en contacto con funcionarios argentinos que negociaban los términos de la rendición.

La versión del comandante de los ranas tácticas, el teniente comandante Alfredo Raúl Cufré, que entonces estaba en el aeropuerto de Stanley, es que los tres buzos mantuvieron su posición de lucha hasta el final de las hostilidades.

El almirante Carlos Büsser, comandante en jefe de la operación, declara que ya existía un alto el fuego cuando los tres comandantes, tras darse cuenta de que la batalla estaba llegando a su fin y que cualquier pérdida de vidas en ese momento sería inútil, Armas a los marines para ayudar a los heridos. Pocos minutos después de este evento, la Casa del Gobierno capituló. [35]

Rendición

Mientras tanto, los infantes de marina reales en la casa vieron los amtrac que se acercaban que habían sido contratados antes por el teniente Trollope y su sección. Los vehículos avanzaron hacia Moody Brook para conectar con las fuerzas de Sánchez-Sabarots. Sus comandos anfibios avanzaban lentamente por el camino para reforzar a sus colegas que sitiaban la Casa del Gobierno después de tomar algunos prisioneros cerca del hipódromo. [37] [38] El comandante Norman había informado previamente al gobernador Hunt de que los marinos reales y el gobernador podían irse al campo y establecer una "sede de gobierno" en otra parte, pero cuando finalmente se reunió con el comandante en jefe de las operaciones argentinas, el almirante Büsser, Accedió a entregar sus tropas a las ahora agobiantes fuerzas argentinas a las 9:30 am. Hunt declararía más tarde en Londres que los defensores dispararon 6.000 tiros en los combates en la Casa del Gobierno y en otros lugares. [39]

Después de la rendición, los Royal Marines y los miembros de la FIDF fueron conducidos a los campos de juego. Se tomaron fotografías y películas de los prisioneros británicos dispuestos boca abajo en el suelo. Este fue probablemente un intento de demostrar la falta de víctimas británicas, pero fue contraproducente: las imágenes galvanizaron al público británico cuando fueron transmitidas por televisión y aumentaron la oposición pública a la invasión. La sección del Coronel Armor había luchado en el segundo piso [25] en la Casa de Gobierno y fue tomada prisionera:

Había tres bajas en el jardín de la Casa de Gobierno. Usted piensa: ¿Qué tipo de estado de ánimo van a estar en cuando su oposición se disparó? Cuando en realidad estábamos acostados me sentí un poco humillado, pero también me sentí aprensivo sobre lo que iba a suceder a continuación. Uno de los oficiales argentinos llegó y golpeó a uno de los guardias y nos dijo que nos pusiéramos de pie. Nos levantamos y él me estrechó la mano y las manos de algunos otros chicos y dijo que no debíamos tumbarnos, que deberíamos estar orgullosos de lo que habíamos hecho ". [40]

Poco después, los Royal Marines fueron trasladados a un avión de transporte C-130 Hercules, que los llevaría a Comodoro Rivadavia, donde serían recogidos por otro avión a Uruguay y al Reino Unido. Los miembros de la FIDF no fueron llevados a Argentina junto con miembros del NP 8901; Sino que fueron desarmados y devueltos a sus hogares. [41] Cuando los marines fueron llevados a Montevideo, uno de ellos le dijo a un guardia argentino: "no te hagas demasiado cómodo compañero, volveremos". [17]

La sección del cabo York permaneció en libertad. El 4 de abril, llegaron a una choza aislada de pastor, propiedad de una señora Watson. York no tenía radio, y debido a las preocupaciones sobre posibles muertes civiles, optó por rendirse a las fuerzas argentinas. Ellos dieron su posición al Ejército Argentino usando la radio local de un isleño, y posteriormente York ordenó a sus hombres destruir y luego enterrar sus armas. [42]

En Buenos Aires, inmensas multitudes ondeando la bandera inundaron la Plaza de Mayo al oír la noticia. Las pérdidas argentinas en la operación fueron una muerta y tres heridas. En Londres, donde las malas noticias eran plenamente conocidas por fuentes argentinas, el gobierno estaba en estado de shock. La crisis motivó la renuncia del ministro británico de Asuntos Exteriores, Lord Carrington. [43]

Al día siguiente, las fuerzas argentinas capturaron la cadena de islas de Georgia del Sur, a 1350 km al este de las Malvinas. En esa acción, los argentinos sufrieron un marinero de la corbeta ARA Guerrico y dos marines muertos (el cabo de la Armada Patricio Guanca y los conscriptos marinos Mario Almonacid y Jorge Aguila). Un Royal Marine británico resultó herido en un intercambio de fuego con las tropas argentinas. Los Infantes de marina se rindieron eventual cuando esta posición fue corregida por el arma principal de 10mm de la Guerrico.

Cronología de la operación 

Operación Rosario

El cronograma de la operación fue el siguiente: [11]

21:30 1 abril - El destructor Tipo 42 ARA Santisima Trinidad comienza a cargar comandos navales del Grupo de Comandos Anfibios en 21 botes inflables pequeños. Éstos salieron para el cala del salmonete pero navegan el norte demasiado lejano y son cogidos para arriba en camas del quelpo, que causan problemas para los barcos. Ellos deciden dirigirse a la playa más cercana, que está cerca de Lake Point.
23:00 1 de abril - El primer grupo de 84 hombres desembarca en una playa sin nombre en Lake Point. El grupo se divide en una fuerza más pequeña dirigida por el Teniente-Comandante Giachino que se dirige hacia la Casa de Gobierno, y una fuerza más grande comandada por el Teniente-Comandante Sabarots que se dirige hacia los barracones de Moody Brook.
04:30 2 de abril - Un pequeño equipo avanzado del grupo táctico de los buzos tácticos es desembarcado sin ser detectado del submarino ARA Santa Fe cerca de la bahía de Yorke.
05:30 2 de abril - La fuerza del Teniente-Comandante Sabarots alcanza y rodea el cuartel. Ellos lanzan granadas en los edificios y la tormenta de los edificios con fuego de ametralladora pesada. Encuentran los edificios abandonados.
06:00 2 de abril - 20 FMC Amtracs y varios vehículos LARC-V que transportan vehículos desembarcan en la bahía de Yorke desde la LST ARA Cabo San Antonio. La fuerza se divide en 3 grupos:
Una vanguardia Amtrac cuatro. Incluyendo uno que llevaba el pelotón del ejército.
La fuerza principal de 14 Amtracs.
El segundo al mando, una recuperación de los vehículos Amtrac y LARC.
06:30 2 de abril - Los primeros Amtrac no encuentran resistencia. El pelotón del Ejército asegura el aeropuerto desierto, previamente barrido por buceadores tácticos de la Marina.
06:30 2 de abril - Una fuerza argentina de 16 comandos navales llega a la Casa de Gobierno, donde son detenidos por 31 Marines Reales, 11 armados de la Marina Real y 1 local. Tres argentinos resultan heridos, entre ellos el líder del pelotón, el teniente comandante Giachino, quien más tarde muere. Otros tres se capturan más tarde dentro de la Cámara, aunque para entonces (alrededor de las 8:00) conversaciones con funcionarios argentinos sobre la entrega ya había comenzado.
07:15 2 de abril - Al no haber encontrado resistencia, los Amtracs argentinos avanzan sobre Stanley, cuando son emboscados desde una casa a unos 500 metros de la carretera. Los Marines reales utilizan cohetes y ametralladoras. Los Royal Marines vuelven a la casa del gobierno. Uno de los Amtracs está marcado por el fuego de una ametralladora, y hay una lesión menor.
08:30 2 de abril - La fuerza argentina de Amtrac aseguran Stanley.
El pelotón 25 del Regimiento del Teniente Coronel Seineldín comienza a despejar la pista, mientras que los buzos tácticos de la Marina proveen seguridad en el aeropuerto y se apoderan del faro.