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martes, 24 de julio de 2018

Prusia: Kriegsspiel, el juego de guerra para entrenar oficiales

Kriegsspiel, el juego de mesa que entrenó a los oficiales prusianos para ganar la guerra con Francia

La Brújula Verde

Un Kriegsspiel actual reproducción del original/Imagen: Matthew Kirschenbaum

¿Qué tenía aquel ejército prusiano que deslumbró al resto de Europa en el siglo XIX? ¿Cómo entrenaba a sus oficiales y mandos para conseguir tal nivel de efectividad que durante más de un siglo provocó la admiración general y no sólo convirtió un puñado de estados disgregados en un único país sino que hizo de él una potencia europea? La respuesta es que hubo varios factores, como siempre, pero vamos a ver uno de los más inauditos: Kriegsspiel, un juego de mesa que desarrollaba estrategias militares.

Hay que remontarse al siglo XVIII para ver cómo aquellos mercenarios que en la centuria anterior Federico Guillermo I de Brademburgo había convertido en un recio ejército permanente, fueron llevados por su nieto Federico II el Grande a la victoria en las Guerras de Silesia ante el Sacro Imperio Romano Germánico. De esta forma, los prusianos pasaron a ser un modelo que sólo cedió ante la formidable Grand Armeé napoleónica, aunque después, ya bien entrada la época decimonónica, renacieron bajo la máxima “Prusia no es un Estado con Ejército, es un Ejército con Estado”. Federico el Grande/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Tras imponerse sucesivamente al emperador, Dinamarca, Austria y otra vez Francia, fue la herramienta de la unificación germana ante la admiración general. Nombres como Bismarck, Moltke o Schlieffen, entre otros, se hicieron sinónimos de brillantez estratégica y táctica. Todos tenían un curioso detalle en común: la práctica del Kriegsspiel, un juego de simulación militar que desde su invención sirvió para fomentar y estimular la iniciativa y la praxis bélica entre las escalas superiores.


No en vano el título de su reglamento era Anleitung zur darstellung taktischer manöver unter dem deckmantel eines wargame, es decir, “Instrucciones para la representación de maniobras tácticas bajo el disfraz de un juego de guerra”, un conjunto de preceptos y normas compiladas en 1812 y presentadas de forma lúdica por el teniente Georg Leopold von Reiswitz y su hijo Georg Heinrich Rudolf von Reiswitz. El primero, barón de Reiswitz, consejero real y caballero de la Orden de San Juan, procedía de una aristocrática familia de Silesia, en cuyo seno nació en 1764, pasando a la posteridad sobre todo por un libro que escribió sobre la historia de los menonitas (una rama del anabaptismo de la que era seguidor). Helmuth von Moltke/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Su vástago nació en 1794 e ingresó en el Cuerpo de Artillería en 1810, fogueándose en el asedio de Głogów (donde obtuvo la Cruz de Hierro) y alcanzando el grado de primer teniente nueve años después. Pero antes, entre 1816 y 1819, tomó el testigo de su progenitor en desarrollar aquel corpus doctrinal de tácticas y convertirlo en algo más práctico a través de un concepto más lúdico: transformarlo en un juego de mesa, permitiendo llevar a cabo simulacros de batallas con movimientos de grandes contingentes militares sin el coste que supondría una práctica real.

En realidad no era la primera vez que se hacía algo así porque tenemos otros casos en la Historia. El ejemplo más evidente es el ajedrez, una evolución europea del juego persa shatranji, a su vez una versión del indio chaturanga, aunque las diferencias resultaban mínimas (la más importante era que el rey no partía de una posición fija sino que se podía colocar en cualquier casilla de la línea de partida). También están las modalidades china, llamada xianggi (significa juego del elefante, creado en el siglo V) y la japonesa, denominada shogi (que, al igual que el chino, desciende del chaturanga). Y no hay que olvidar el latroncoli o ludus latrunculorum romano, mezcla de ajedrez y damas. Tablero y piezas de un chaturanga/Imagen: Yanajin33 en Wikimedia Commons

El caso es que el Kriegsspiel, cuyo nombre significa literalmente “juego de guerra”, resultaba bastante completo. Tenía un tablero dividido en cuadrícula con fichas de colores y dados. Los jugadores debían utilizar mapas topográficos y tener en cuenta todo tipo de variables, desde condiciones meteorológicas a las irregularidades del terreno (la diferente orografía estaba marcada), pasando por la red viaria para las comunicaciones, etc. Se presentaban así multitud de situaciones diversas que cada jugador tenía que afrontar con los medios disponibles; para ser exactos jugadores, en plural, ya que podía haber hasta una decena simultáneamente, entre aliados y enemigos, más un árbitro que supervisaba el cumplimiento de las reglas.


Éstas experimentaron modificaciones con el paso de los años. Las primeras para satisfacer el interés que mostró por el juego nada menos que Federico Guillermo III, rey de Prusia entre 1797 y 1840. Era quien estaba en el trono cuando Napoleón desbarató a su ejército y le obligó a buscar refugio al amparo del zar Alejandro I hasta la derrota final francesa en 1815. Entonces pudo regresar y hacer que Prusia liderase, junto a Rusia y Austria, la Santa Alianza, un tratado internacional que debía velar por el asentamiento del absolutismo en Europa, siguiendo los dictados del Congreso de Viena.
Federico Guillermo III/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Este monarca también tuvo dos iniciativas en la política militar. Primero, fue el creador de esa condecoración tan conocida que es la Cruz de Hierro; y segundo, en 1819 redujo las milicias (siempre afines al pueblo y, por tanto, susceptibles de ser utilizadas como instrumento revolucionario) y las subordinó al ejército regular. Sentó así las bases para que sus tropas pudieran afrontar las revoluciones de 1830 y 1848, además de convertir a Prusia en el motor de la futura unificación alemana.

No extraña, pues, que Federico Guillermo III se interesase por el juego de Georg Heinrich Rudolf von Reiswitz, especialmente tras una demostración pública realizada en 1824 en su castillo, a instancias de su hijo, el príncipe Guillermo, y ante el generalato prusiano. Guillermo estaba convencido de que aquello podía ser más que un simple juego y convenció al jefe del ejército, el general Karl Freiherr von Müffling, que decidió recomendárselo a sus oficiales diciendo que aquello era una verdadera “escuela de guerra”. Karl von Müffling/Imagen: Wikimedia Commons

Reiswitz rediseñó para el monarca un modelo de su juego que ampliaba la escala original de 1: 2.373 (3 centímetros del tablero equivalían a un centenar de pasos reales) a 1: 8.000 para así representar batallas más grandes. Se usaban figuritas de estaño o porcelana, así como bloques de madera que equivalían a unidades, regimientos o cuerpos de ejército; cada uno de ellos tenía asignado unos valores o atributos, como potencia de ataque, capacidad defensiva, rapidez, que se expresaban en puntos.


Cada jugador disponía de un par de minutos para hacer sus movimientos, aunque dependía de si las fichas a mover eran de infantería o caballería. Los distintos tiempos estaban pensados para reproducir el ritmo de traslado de las tropas en el siglo XIX en una época en que la velocidad de desplazamiento resultaba fundamental (el propio Napoleón lo había dicho con su célebre frase: “Podemos recuperar el terreno perdido. El tiempo perdido, no”). Antes de empezar su turno, el jugador anotaba las órdenes y se las pasaba al árbitro o director del juego, que era quien movía las fichas; hay que tener en cuenta que se establecían jerarquías de mando entre los participantes porque cada uno dirigía unas unidades concretas. Moldes y piezas de un Kriegsspiel/Imagen: In A Nutshell

En cuanto al combate, también se ajustaba a la realidad; por ejemplo, el alcance de los cañones sobre las casillas iba en función de su calibre. Asimismo, las unidades que estuvieran demasiado lejos entre sí no podían comunicarse ni darse instrucciones mutuas y era el árbitro quien les facilitaba informes para poder continuar el juego. Por supuesto, siempre hay un componente aleatorio en la guerra y en el Kriegsspiel se aplicaba con dados, si bien nuevamente el árbitro podía alterar lo que saliera si consideraba que cambiaba demasiado el resultado. La partida terminaba cuando un ejército derrotaba al otro o cuando el árbitro consideraba que la superioridad de una parte sobre la contraria era manifiesta al haber ocupado su territorio.

Reiswitz iría perfeccionando el juego progresivamente, añadiendo otras variables como ataques por sorpresa, líneas de apoyo o el uso de tablas de cálculo que permitían determinar la potencia de fuego del adversario y las bajas que se producirían en un choque cuerpo a cuerpo, entre otras. Él se suicidó en 1827 por una depresión pero su creación, que al principio no entusiasmó a los oficiales por lo complicado de su reglamento y el hecho de que el tiempo de juego superaba ampliamente el de una batalla real, siguió utilizándose y en 1876 experimentó una reforma que transformó aquellas reticencias en un éxito. Julius von Verdy du Vernois/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El mérito correspondió al general Julius von Verdy du Vernois, otro hijo de Silesia que ingresó a filas en 1850, tomó parte en las guerras contra Austria y Francia y pasó a ser uno de los ayudantes de Helmuth von Moltke en su Estado Mayor. Paralelamente a ese cargo Verny, como se le conocía amistosamente, colaboró con la Academia Militar Prusiana desarrollando un sistema formativo basado en su experiencia y en la aplicación de las ideas de su superior, debidamente sintetizadas y estructuradas.

En 1889 llegaría a ser Ministro de Guerra para retirarse a continuación pero antes, en 1876, el mismo año en que fue ascendido a generalmajor, encontró interesante el Kriegsspiel como herramienta de aprendizaje, aunque aplicando unos retoques para volverlo más interesante. Así, eliminó parte de las reglas que lo encorsetaban y alargaban, concediendo al árbitro más poder para aumentar su dinamismo. Ello ajustó el tiempo y volvió las partidas más realistas, haciendo que, efectivamente, los oficiales se mostrasen más interesados.
La expansión de Prusia entre 1807 y 1871/Imagen: Wikimedia Commons

La guinda del pastel la puso el mismo Moltke al ordenar que el juego se utilizara como un medio más en la formación de los militares, aparte de libros y prácticas. No era un sistema evaluable, en el sentido de poner nota a sus resultados, pero como complemento se lo considera uno de los factores que enriquecieron la capacidad de iniciativa de los oficiales prusianos y les permitieron machacar a Francia en 1870 con inusitada rapidez, entre otras campañas del último cuarto del siglo XIX. Y si había gustado a Federico Guillermo III (que premió a von Reiswitz nombrándole miembro de la Orden de San Juan), parece que también atrajo a su nieto Guillermo, el abuelo del futuro kaiser.

Por raro que parezca, el Kriegsspiel sigue fabricándose hoy en día, tanto en la versión original de Reiswitz como en la de Verdy, con su correspondiente material complementario de mapas imitando el estilo decimonónico pero adaptado a otras situaciones y nacionalidades en múltiples versiones.


Fuentes: Kriegsspiel – The 19th century war game that changed History (Laurence Kay en MHN)/Verdy’s free Kriegspiel including the Victorian Army’s 1896 war game (John Curry)/Human factors in simulation and training (VVAA)/Iron kingdom. The rise and downfall of Prussia 1600–1947 (Christopher Clark)/For King and Kaiser! The making of the Prussian Army officer, 1860–1914 (Steven E. Clemente)/Wikipedia

domingo, 23 de julio de 2017

lunes, 5 de junio de 2017

Animes e historia en la milicia japonesa: ¿Una mezcla saludable?

El Ejército lindo de Japón
Por Matt Alt | The New Yorker




La improbable asociación de las Fuerzas de Autodefensa de Japón con adorables personajes de anime podría reflejar una profunda incomodidad con la historia militar de la nación.


Rodeado por todos los lados por el océano, el Japón de la posguerra ha sido capaz de confiar en los militares de los Estados Unidos para la protección estratégica. Pero las tensas disputas territoriales con los países vecinos, la captura y decapitación de dos periodistas japoneses por isis en febrero y el horror de los ataques terroristas en París han servido para recordar a los japoneses los límites del aislamiento físico y la dependencia de otros. Esto, a su vez, ha alimentado un debate en curso sobre la misión de las Fuerzas de Autodefensa de Japón. ¿Es su papel realmente uno de autodefensa, puro y simple? ¿O es que la Constitución japonesa prevé huelgas preprogramáticas fuera de las fronteras nacionales, a la manera de un ejército tradicional? La pregunta no será resuelta pronto. Pero es fascinante ver cómo las fuerzas armadas de Japón se han enamorado del público japonés. Los ejércitos de muchas naciones aprovechan los medios de comunicación y la cultura pop para fines promocionales: Estados Unidos coopera con Hollywood; Rusia presenta ostentosamente un "centro de guerra" de tres niveles que aparentemente se inspira en la guarida de un bandido de Bond. Japón no es diferente. Pero lo que hace a su ejército inusual es que la imagen que se proyecta no es de poder o machismo, sino de cuteness.

En una cálida mañana de noviembre del mes pasado, estuve en las tribunas para el Desfile del Ejército del Este del Comando Oriental Japonés. A medida que los asientos a mi alrededor se llenaban lentamente antes de la actuación, noté a un par de hombres jóvenes con chaquetas hinchadas en el asfalto abajo. Observando más de cerca, pude distinguir la figura de acción de una heroína femenina de una serie de anime entre ellos. Uno de los jóvenes tomó una fotografía del juguete y, al parecer satisfecho con su encuadre de la niña de dibujos animados mini-bordeado contra el telón de fondo de vehículos militares, devolvió la figura a la cartera de su compañero y luego montó las gradas.

Tal escena hubiera sido impensable para una generación anterior. Para los japoneses de cierta edad, el Comando del Este está inextricablemente ligado a un día oscuro en la historia de su país. Hace exactamente cuarenta y cinco años, la semana pasada, el 25 de noviembre de 1970, un grupo liderado por el novelista y nominado tres veces al Premio Nobel, Yukio Mishima, asaltó la sede de Tokio del Comando Oriental, tomó al comandante como rehén y forzó a la guarnición reunida a Escuchar un discurso. Las exhortaciones de Mishima para levantarse contra el gobierno y recuperar la gloria militar perdida de su nación cayeron en oídos sordos. Las burlas de los soldados no impresionados enviaron a Mishima de vuelta al interior, donde cometió el desplume de seppuku-ritual por la espada. El horrible acto final del famoso escritor hizo titulares en todo el mundo, pero sólo sirvió para recordar a los ciudadanos japoneses la locura del militarismo de antes de la guerra.

Me hubiera sorprendido más los caballeros obsesionados con la figura de acción si no hubiera visto una escena muy similar unas semanas antes, a bordo del J.S. Izumo, el gigantesco portador de helicópteros de la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón. El Izumo se abrió al público como parte de la semana de la flota, a mediados de octubre, y sus gigantescos ascensores de aeronaves y cubiertas extensas estaban llenos de visitantes civiles, incluyéndome a mí mismo. En un rincón lejano, contra el telón de fondo amenazador de un letrero que me sirvió de ayuda fue un lanzador Raytheon RIM-116, lanzador de misiles SeaRAM, vi a un hombre que tomaba un tiro casi idéntico de una estatuilla de niña de anime casi idéntica. Una búsqueda rápida de Twitter muestra muchas fotos de juguetes y cosplayers en las cubiertas de los barcos de combate de Japón.

Este sentido de la ludicidad en torno al equipo militar puede ser difícil de cuadrar con las tensiones que se están ejecutando en la región. China y Corea han estado condenando enérgicamente la expansión del ejército japonés, aun cuando sus propias incursiones repetidas en aguas disputadas provocan aún más la situación. Pero aquí en Tokio, por lo menos, hay muy poco de los machos de pecho-golpeando normalmente se asocia con un resurgimiento militar-menos aún de la J.S.D.F. sí mismo. La Fuerza de Autodefensa del Terreno utiliza una mezcla incongruente de aguafiestas de dibujos animados y soldados camuflados para sus carteles de reclutamiento. Y cuando visité el destructor de misiles guiados Atago durante la Semana de la Flota, me encontré con un joven marinero de popa que estaba de guardia al lado de una escotilla abierta decorada con una chica de anime dibujada a mano bailando en las olas, dando la bienvenida a los visitantes de la Tercera Flotilla de Escorts.

Las cosas eran aún más lindas en la nave hermana de Atago, la Kirishima. El equipo había creado una descripción encantadora para un pedazo del engranaje con el nombre desalentador de las contramedidas de Super Bloom Offboard rápidas Chaff y sistema de lanzamiento del señuelo. El engranaje estaba compuesto de una serie de seis tubos lanzadores diseñados para lanzar señuelos en el cielo para confundir misiles entrantes, parecido a un calliope en cosplay militar. Pero a pesar de -o tal vez precisamente por- de la naturaleza inquietante de su misión, la explicación de la tripulación tomó la forma de un cómic. Destacó "Chaffy", el mismo lanzador de paja antropomorfizado en un conejo, completo con tubos de mortero para las orejas. Un compromiso prototípico se desarrolló en cuatro paneles, con el último proclamando con alegría: "¡Ahora que engañamos esos misiles, podemos perseguir a quien los lanzó!" Todo, desde las ojivas entrantes hasta la nube de paja, mostraba caras sonrientes.

El uso de la linda iconografía alrededor del armamento puede desestabilizar a los espectadores occidentales, quienes lo confunden con un atractivo para los niños. Pero es importante recordar que la belleza es un negocio serio en Japón, el origen de muchos de los personajes más adorables del mundo, desde Pikachu a Hello Kitty. Este "culto del lindo" es una característica tan distintiva de la cultura japonesa moderna que, incluso en inglés, a menudo se conoce con su nombre de kawaii. Mientras kawaii es simplemente uno de muchos estilos visuales desarrollados en dibujos animados japoneses y cómics, ha sido codificado en una especie de lindo filtro que se puede aplicar a casi todo, incluso a los militares. Es una taquigrafía visual que utiliza formas redondeadas, ojos exagerados y proporciones aplastadas para desarmar e incluso avivar una sensación de protección parental en el espectador.

La industria japonesa del entretenimiento ha abrazado desde hace mucho tiempo temas militares, desde dramatizaciones históricas estrechezadas hasta fantásticas fantasías: los diminutos tanques pisotearon en las películas de Godzilla, los ejércitos robóticos de alta tecnología que libraban batallas en el espacio ultraterrestre. Y la J.S.D.F. ha utilizado mascotas de varios diseños durante décadas. Pero sólo en el siglo veintiuno los ciudadanos han vuelto a echar a las fuerzas armadas japonesas a un estilo tan popular como el kawaii. El ejemplo más destacado es el videojuego enormemente popular y la franquicia de anime "Combined Fleet Girls Collection". La serie reencuentra los acorazados de la Segunda Guerra Mundial como lindas chicas vestidas con uniformes reveladores. Viven juntos en una base naval, donde los dramas adolescentes se desarrollan en medio de las incursiones contra los invasores submarinos. En la vida real, miles de hombres perdieron la vida a bordo de las naves en las que las niñas están modeladas. Es difícil imaginar que los norteamericanos le den el mismo tratamiento al Arizona oa los alemanes Bismarck.

Pero estas imágenes kawaii no se conciben ni se perciben como irrespetuosas. Más bien, es un testimonio de la profunda ambivalencia que los japoneses mantienen sobre la historia y el papel cambiante de sus fuerzas armadas. Esta primavera, el primer ministro hawkish Shinzo Abe fue obligado a publicar una disculpa pública después de referirse a "nuestro ejército" en lugar de la norma "nuestras fuerzas de autodefensa" durante una reunión del comité presupuestario. Unos meses más tarde, escaló la situación al poner fin a la prohibición de larga data del país de enviar tropas japonesas al extranjero. Este proyecto de ley extraordinariamente polémico, que fue forzado a través de puñaladas en el Parlamento y manifestaciones masivas por toda la capital, inspiró gran preocupación entre los ciudadanos y los países vecinos.

Este debate estresante y continuo alimenta la aparente paradoja de una fuerza militar "entrañable". En Japón, donde la comunicación indirecta es altamente valorada, ilustraciones lindas han jugado el papel de tensores y mediadores en situaciones de conflicto. Así, las mascota kawaii, ya sean miniskirtadas o lanzadoras de conejo-conejo, son a la vez un reflejo de las tendencias pop-culturales y una manera de desactivar los temas muy delicados que rodean la presencia innegable de los militares. Dicho de otra manera, el momento de preocuparse es cuando las ramas del ejército japonés abandonan sus atavíos de kawaii, porque eso señalaría que los ciudadanos y los soldados habían hecho la paz con el sujeto.

Aparte de la llamada obligatoria a presentarse para el himno nacional, nary una bandera ondeada o cualquier otro signo manifiesta de patriotismo estaba en evidencia entre la multitud en el Desfile del Ejército Oriental. Muchos de los asientos estaban llenos de familias obviamente allí para una actividad fuera de la mañana ordinaria; Otros llevaban racimos de hombres jóvenes en camisetas de anime. Los soldados, aunque obviamente bien disciplinados, equipados y practicados, simplemente no irradiaron la amenaza implícita que una fuerza militar masiva generalmente hace. En el transcurso de una hora, unos mil cuatrocientos soldados, ciento cincuenta vehículos y veinte helicópteros de varios tipos se agolparon y rugieron más allá de los espectadores. Pero después de haber visto convoyes similares de vehículos militares japoneses en innumerables espectáculos y películas, era muy fácil imaginarlos rodando por el horizonte para enfrentarse a otra invasión monstruosa. "Esta es la menor amenaza de fuerza que he visto", dijo mi esposa japonesa cuando la ceremonia llegó a su fin. Y entonces, como para puntuar el pensamiento, la Banda del Ejército del Este se lanzó a la canción. Fue la obertura de "Star Wars".

martes, 13 de agosto de 2013

Fuerzas Especiales: ¡¡¡Ay chuchi!!!

El militar que se transformó en mujer tras 20 años de servicio 
Stuart Hughes 
BBC 

Beck decidió revelar que era transexual al retirarse de las fuerzas armadas de EE.UU. 

Chris Beck pasó 20 años trabajando de forma encubierta en líneas enemigas como miembro de los Navy Seal, la unidad de élite de la marina de Estados Unidos que realiza operaciones especiales o comando. 
Pero el oficial condecorado siempre ocultó un secreto mucho más personal; desde su niñez, sintió que era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. 

Como integrante de los Navy Seal, el mundo de Chris era rudo, machista y algunas veces violento. Participó en misiones encubiertas en el Océano Pacífico y en Medio Oriente y luchó junto a miembros del SAS (Special Air Service) de Reino Unido, que forma parte de las fuerzas especiales británicas. Esto último ocurrió en el río Shatt al-Arab -que desemboca en el Golfo Pérsico- durante la invasión a Irak en 2003. 
Pero en febrero de este año, cuando había transcurrido más de un año desde su retiro de las fuezas armadas, cambió la foto que tenía en su perfil de LinkedIn y la reemplazó por la de una mujer sonriente, alta y de cabello oscuro, con la bandera de EE.UU. como fondo. 
"Me estoy quitando todos mis disfraces y anunciándole al mundo mi verdadera identidad como mujer", escribió. Chris se había convertido en Kristin. 
Mientras esperaba para saber cual sería la reacción de sus colegas ante la noticia, Kristin sabía que no había manera de retractarse de su decisión de hacer pública su historia personal. 

Integridad, lealtad y confianza 

 
El exoficial pasó 20 años trabajando de forma encubierta en líneas enemigas. 

Los Navy Seal son enviados a las misiones militares más peligrosas y difíciles del mundo. Una de las unidades a las que perteneció Beck, el Grupo Especial de Desarrollo de Guerra Naval -también conocido como Equipo Seal 6- estuvo a cargo de la operación que dio muerte a Osama Bin Laden en Pakistán, en mayo de 2011. 
Según las reglas de los Navy Seal, sus integrantes tienen que ceñirse a valores inquebrantables como integridad, lealtad y confianza. Por eso, Kristin temía que sus compañeros la acusaran de deshonrar sus principios al revelar públicamente que era transexual. 
Aunque para algunos fue difícil aceptar su decisión, la respuesta que recibió fue abrumadoramente positiva. 
"Muchos me dijeron: 'Kris, no entiendo la situación que estás atravesando, pero sé lo que has pasado. Estuviste en el terreno por 20 años e hiciste un trabajo excelente. Te apoyo 100%, espero saber más de ti y verte en nuestro próximo encuentro'", le contó el exmilitar a la BBC. 
Consciente de que la noticia se propagaría, Kristin decidió contar su historia antes de que alguien más lo hiciera. 
Así fue como decidió escribir el libro "Princesa guerrera: el camino de un Navy Seal para reconocer su transexualidad" junto con Anne Speckhard, profesora de psiquiatría de la Universidad de Georgetown, en Washington. Allí habla de su niñez en un hogar conservador y religioso, de sus intentos para suprimir su verdadera identidad –al comprar a escondidas ropa de mujer y luego botarla- y de sus dos matrimonios fallidos. 
"Estaba tratando de vivir tres vidas", dice Kristin. "Tenía una vida secreta con mi identidad femenina, otra con el equipo de los Navy Seal y una más en mi hogar, con mi esposa, hijos, padres y amigos". 
"La gente veía fragmentos de mi verdadera personalidad, pero la mayoría no me conocía realmente". 

Dolor, cerveza y motos 

 
Integridad, lealtad y confianza son considerados valores fundamentales para las tropas de élite. 

La rapidez y agresividad con la que empezaron a actuar las fuerzas especiales de EE.UU. después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, unido a una gran intensidad emocional en lo personal -un aspecto de su vida que, según ella, estaba anulado- le pasó factura en el plano mental. Kristin desarrolló estrés postraumático. 
Cuenta que durante muchos años trató de enfrentar el impacto psicológico que tenían tantas muertes y tanto dolor con cerveza, motos y más cerveza. 
Sin embargo, reconocer su transexualidad ha tenido un gran efecto en los síntomas que experimentaba debido al estrés postraumático. "Ahora duermo mejor y ya no estoy tan molesta, y eso es sencillamente porque me siento más feliz". 
"Muchas personas me han dicho: 'Kris, es la primera vez que te veo sonreír'", comenta la exintegrante de los Navy Seal. 
La derogación de la política de las fuerzas armadas estadounidenses conocida como "no preguntes, no cuentes" (Don't ask, don't tell) en 2011 puso punto final a la prohibición de que personas abiertamente homosexuales y lesbianas formen parte de las fuerzas armadas. Sin embargo, esto no se aplicó a transexuales, a quienes se les podría dar de baja si son descubiertos. 
Kristin cree que esta política puede -y debería- cambiar. Propone que el personal que siente que pertenece a otro sexo sea designado en función del género dentro de las fuerzas armadas a cambio de cumplir su tiempo de servicio una vez que el proceso de transición haya terminado. 
"Es una condición humana. Los militares necesitan dejar de lado el tema del género y mirar a sus integrantes como personas, no como hombres o mujeres, y entender que ese individuo puede hacer un gran trabajo. Puede que yo no sea capaz de participar en misiones como en las que estuve anteriormente, pero puedo hacer otro tipo de trabajos. Podría ser analista de inteligencia o encargarme de la seguridad en un puesto de control". 

Ni Conan ni una Barbie 

Los Navy Seal son enviados a las misiones militares más peligrosas. 

La exmilitar afirma que nadie es perfecto. "No soy Conan el Bárbaro y tampoco soy una Barbie. Todos somos distintos". 
Kristin dice que habría preferido que su proceso de transición sexual transcurriera en privado y no en público, pero esto último fue inevitable después de la publicación de su libro. 
Añade, sin embargo, que está cumpliendo con su nueva función como portavoz no oficial de la comunidad transexual con el mismo espíritu guerrero que la caracterizó durante su carrera militar, con liderazgo y compromiso absoluto. 
"Creo que he salvado varias vidas. He recibido correos electrónicos desgarradores de gente que vive con dolor en medio del prejuicio, y eso hace que lo que estoy haciendo valga la pena". 
"También he recibido mensajes de hombres heterosexuales que me agradecen por el servicio que le he prestado a nuestro país. Me dicen que no entendían de qué se trataba la transexualidad, pero que ahora sí", dice Kristin. 
"El miedo a lo desconocido es el principal problema, y creo que leer mi libro ha ayudado a desterrar ese miedo. No voy a hacerle daño a nadie, no es contagioso. Sencillamente, soy yo".

viernes, 19 de abril de 2013

Ejércitos: El ejército como ascensor social en la Armee de Terre

Ejército: ¿ascensor social?, por el líder del escuadrón Alexander BADIN 

Stephen Gaudin 
Theatrum Belli 

Quince años después de la suspensión del servicio militar obligatorio, puede plantearse la cuestión ante los ojos de la opinión pública en cuanto a si el ejército sigue siendo una escalera social. Esto es particularmente importante en un contexto económico y social difícil y la percepción de la regresión social a medio plazo está presente. El estudio de las realidades de la primera elevación social de los ejércitos, será posible entonces ver las limitaciones endógenas y, finalmente, algunas consecuencias que merecen un seguimiento cuidadoso. 


Crédito de la foto: Stephen Gaudin / Theatrum Belli 

En primer lugar, hay que señalar que el ejército es más parecido a una escalera social que a un ascensor social. Con el fin de ascender en la jerarquía, cada paso cuenta y requiere esfuerzo. Los pasos sucesivos otorgan comodidades. Algunas paran en los primeros, otros siguen al siguiente. En este sentido, el general Bigeard ilustra este principio, comenzando como un simple soldado para terminar en el Cuerpo General. Mientras en algunas épocas son más azarosos y las promociones más comunes. ¿Estos cursos de acción son posibles hoy en día? La respuesta podría ser fácilmente proporcionada por un número de oficiales de alto rango de la clasificación. Estos oficiales fueron capaces de ascender en la escala de uno en uno para llegar a amplias responsabilidades. De hecho, varias puertas de enlace están disponibles a las filas para convertirse en un sargento y éstos se conviertan luego en un oficial. Estos dispositivos, basados ​​en una carpeta de la contratación o de un concurso destinado a seleccionar el mejor para sus nuevos horizontes. Los reclutas del ejército y el 70% de los suboficiales de las filas. Además, un dispositivo de reciente permite, bajo ciertas condiciones, ciertas filas del ejército para pasar un concurso para convertirse en un oficial. Puentes existen por lo tanto, su número y sus condiciones evolucionan en función de las necesidades específicas militares. 

Sin embargo, la combinación de varios acontecimientos recientes puede interrumpir esta visión positiva. En primer lugar, los ejércitos profesionalizados. Esta revolución humana y cultural, aunque en silencio, tuvo muchas consecuencias. Por lo tanto, con la desaparición gradual de los conscriptos, el número de contratistas ha aumentado de manera espectacular, hasta el punto de que ahora representan el 64% del personal del Ministerio de Defensa. Este cambio responde a una necesidad de la juventud para mantener una edad media de 33 años para la población militar. Además, se presta especial atención a la conservación de una pirámide de grados en consonancia con la estructura jerárquica del ejército. Anteriormente, el control de estos dos factores se vio facilitada por el servicio militar obligatorio, que garantiza un flujo constante de reclutas. Algunas escuelas fueron enmarcadas marcos de reclutas para la duración de su servicio, posiblemente un poco extendidos. Estos cuadros contingente no supone una amenaza o una molestia para la progresión normal de la gestión activa frente a una competencia suficiente. Este dispositivo permitió a los ejércitos aparecen como una institución en la que casi se aseguró el progreso, lo que ilustra a la perfección el modelo de escala social. Junto con el profesional, el formato de los ejércitos se ha reducido significativamente desde el Ejército de cerca de 400.000 hombres en 1990 a 120.000 en la actualidad. Los gerentes contratados hace veinte años eran un ejército tres veces más que en el formato actual. Si los formatos se han adaptado a esta nueva situación, sigue siendo los marcos antiguos están sobre-representados, nadie puede hacer que renuncien o regresan. Sigue un acentuado por las nuevas disposiciones de la ley sobre las pensiones de envejecimiento y el aumento de las rebanadas terminal llamado para NCO y rangos de oficiales. Por tanto, esta va en contra de las demandas de los jóvenes y piramidal antes mencionados. Estos efectos fueron particularmente bien descrito en el debate de la caída en la reducción de mesas avances. Esta contradicción se difumina así la imagen de la escalera social, lisa y brillante, separando unos pocos pasos. 

Otro fenómeno de la profesionalización viene de esta imagen en términos de recursos humanos. En efecto, RGPP (1) y OBL (2) llevaron al Departamento de Defensa para distribuir una serie de tareas, sobre todo en el área de apoyo. Con el fin del servicio militar obligatorio y la mano de obra barata, sobre todo en el apoyo, hemos tenido que encontrar formas alternativas para volver a centrarse en tareas operativas militares activos. El aumento del número de funcionarios que se prohibió, externalización de determinadas funciones tanto privilegiado. 

Sin embargo, la tarea sigue siendo la misma. Un cocinero llamado fue reemplazado por un cocinero de una compañía civil para muchas tareas militares. Estas tareas requieren poca habilidad, el personal empleado se compone generalmente de las personas con contratos temporales o de duración determinada (3) y, a menudo tiene un idéntico al perfil conocido del pasado. Aunque en general se reconoce que el servicio nacional tiene las virtudes de la integración social, la situación sería mucho más contraste a estos puestos de trabajo precarios. Por tanto, la pregunta es si el ejército queda doblemente limitado por la profesionalidad y las restricciones presupuestarias no generan, a su vez, la tensión social en el que estaban haciendo el cemento social. Sería contra-productiva ya que esta cuestión viene a perturbar la percepción pública vis-à-vis del verdadero sentido de la perspectiva social dentro de las fuerzas armadas. 

CEN Alexander BADIN 

Egresado de la Escuela Militar Especial (MSS) Saint-Cyr en 2001, CEN BADIN, del Ejército de Entrenamiento del Cuerpo europeo, el MEDE, de la Brigada franco-alemana y SGA antes de unirse Escuela de Guerra. Se expresa a título personal.


(1) Révision Générale des Politiques Publiques.
(2) Loi Organique sur la Loi de Finance.
(3) Contrat à Durée Déterminé.