Mostrando entradas con la etiqueta Medioevo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Medioevo. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de octubre de 2024

Islamismo: La batalla de Poitiers

La batalla de Poitiers




La batalla de Poitiers, antiguamente llamada batalla de Tours, tuvo lugar el 10 de octubre de 732 entre las fuerzas comandadas por el líder franco Carlos Martel y un ejército musulmán a las órdenes del valí (gobernador) de Al-Ándalus Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi, cerca de la ciudad de Tours, en la actual Francia. Durante la batalla, los francos (cristianos) derrotaron al ejército musulmán y al-Gafiqi resultó muerto.1​ Esta batalla frenó la expansión musulmana hacia el norte desde la península ibérica y es considerada por muchos historiadores como un acontecimiento de gran importancia histórica, al haber impedido la invasión de Europa Central por parte de los musulmanes y preservado el cristianismo como la fe dominante durante un periodo en el que el islam estaba sometiendo gran parte de los territorios del Imperio romano de Oriente y había acabado por conquistar al Imperio persa sasánida, expansión que comenzó en el 632 tras la muerte de Mahoma.​ Las fuentes de esta batalla son escasas, y ni siquiera se sabe con certeza el año de la batalla, puesto que las fuentes musulmanas de Al-Ándalus de la época la situaron en torno al 732, pero la Crónica de 754, cristiana y contemporánea, sugirió que el combate se produjo a finales de 733 o 734, probablemente en octubre.


Antecedentes

Los sarracenos llegaron a Europa, a la península ibérica, en el 711,1​ y a partir del noreste de esta península sometieron fácilmente Septimania, establecieron Narbona como su capital (denominándola Arbuna), otorgando unas condiciones honorables a sus habitantes, pacificaron rápidamente el suroeste de lo que hoy es Francia y amenazaron durante unos años los territorios francos. El Duque Odón de Aquitania (también conocido como Eudes el Grande) había derrotado decisivamente una importante fuerza musulmana en 721 en la denominada batalla de Tolosa, pero las razias musulmanas continuaron, llegando en el año 725 hasta la ciudad de Autun en Borgoña. Amenazado por los musulmanes por el sur y por los francos desde el norte, Odón se alió en 730 con Uthman ibn Naissa, denominado «Munuza» por los francos, el que posteriormente sería emir bereber de la región que más o menos coincidiría con la actual Cataluña.[cita requerida] Como tributo, Odón dio a su hija Lampade en matrimonio a Uthman para sellar la alianza, y las razias musulmanas a través de los Pirineos (la frontera sur de Odón) terminaron.

Sin embargo, el año siguiente Uthman se sublevó contra el valí de Al-Ándalus al-Gafiqi, pero este acabó rápidamente con la revuelta, dirigiendo después su atención contra el antiguo aliado del traidor, Odón. El paso de los Pirineos lo realizaron por los puertos de Somport y Roncesvalles, según una fuente árabe no identificada: «Aquel ejército pasó por todas partes como una tormenta devastadora». El duque Odón (denominado rey por algunos) reunió su ejército en Burdeos, pero fue derrotado en la batalla del Garona, y Burdeos saqueada. La matanza de cristianos en el río Garona fue especialmente terrible. Según las crónicas de Isidoro Pacense (Incipit Epitome Imperatorum, vel Arabum Ephemerides, atque Hispaniae Chronographia Sub Uno Volumine Collecta) «solus Deus numerum morientium vel pereuntium recognoscat» ("solo Dios conoce el número de muertes"). Las tropas musulmanas procedieron entonces a devastar totalmente aquella parte de la Galia, y sus propias crónicas afirmaron:[cita requerida]

    Los creyentes atravesaron las montañas, arrasaron el terreno abrupto y el llano, saquearon hasta bien adentro el país de los francos y lo castigaron todo con la espada, de forma que cuando Eudes trabó batalla con ellos en el río Garona, huyó.


Odón pidió ayuda a los francos, una ayuda que Carlos Martel solo le concedió después de que Odón aceptara someterse a la autoridad franca. La derrota de Odón dio a Carlos Martel una oportunidad ideal para atacar a al-Gafiqi, que había sufrido pérdidas en Burdeos.

En 732, una fuerza incursora musulmana se dirigía en dirección norte hacia el río Loira, encontrándose fuera del alcance de sus líneas de suministro. Un posible motivo, según el segundo continuador de la Crónica de Fredegario, eran las riquezas de la Abadía de San Martín en Tours, la más prestigiosa y sagrada de aquel tiempo en el oeste de Europa. Al tener noticias de esta incursión, el Mayordomo de Palacio de Austrasia, Carlos Martel, reunió a su ejército, de unos 15 000 a 75 000 veteranos[cita requerida], y marchó hacia el sur.

Localización

Pese a la gran importancia asignada a esta batalla, el lugar exacto donde tuvo lugar es desconocido. Muchos historiadores asumen que los dos ejércitos se encontraron en el punto donde los ríos Clain y Vienne confluyen, entre Tours y Poitiers.

La batalla

Carlos Martel situó a su ejército en un lugar por donde esperaba que pasara el ejército musulmán, en una posición defensiva. Es posible que su infantería conjuntada, armada con espadas, lanzas y escudos, presentara una formación del tipo falange. Según las fuentes árabes, se dispusieron formando un gran cuadro. Ciertamente, dada la disparidad entre los dos ejércitos —los francos eran casi todos soldados de infantería, en tanto que los musulmanes eran tropa de caballería, ocasionalmente con armadura—, Carlos Martel desarrolló una batalla defensiva muy brillante.


La Batalla de Poitiers, 732 (en una imagen de 1880)

Durante seis días, los dos ejércitos se vigilaron con solo escaramuzas menores. Ninguno de los dos quería atacar. Los francos estaban bien equipados para el frío y tenían la ventaja del terreno. Los musulmanes no estaban tan bien preparados para el frío, pero no querían atacar al ejército franco. La batalla empezó el séptimo día, puesto que al-Gafiqi no quería posponer la batalla indefinidamente.

Al-Gafiqi confió en la superioridad táctica de su caballería, y la hizo cargar repetidamente. Sin embargo, esta vez la fe de los musulmanes en su caballería, armada con sus lanzas largas y espadas, que les había dado la victoria en batallas anteriores, no estaba justificada. En una de las raras ocasiones en las que la infantería medieval resistió cargas de caballería, los disciplinados soldados francos resistieron los asaltos, pese a que, según fuentes árabes, la caballería musulmana consiguió romper varias veces el exterior del cuadro franco. Pero a pesar de esto, la fuerza franca no se rompió.


Se trata de una imagen de la conquista islámica de la península ibérica.

Según una fuente franca la batalla duró un día y según las fuentes árabes, dos. Cuando se extendió entre el ejército musulmán el rumor de que la caballería franca amenazaba el botín que habían tomado en Burdeos, muchos de ellos volvieron a su campamento. Esto le pareció al resto del ejército musulmán una retirada en toda regla, y pronto lo fue. Mientras intentaba frenar la retirada, al-Gafiqi fue rodeado y finalmente muerto. La carga definitiva de la caballería del Duque Odón, que aguardaba oculta en los bosques al norte de la posición del cuadro de Carlos Martel, resultó en un movimiento envolvente a la manera de los ejércitos francos, como si de un martillo contra un yunque se tratara, acabando con toda posibilidad de reagruparse del ejército enemigo. Los musulmanes supervivientes regresaron a su campamento.

Al día siguiente, cuando los musulmanes abandonaron la batalla, los francos temieron una emboscada. Solo tras un reconocimiento exhaustivo del campamento musulmán por parte de los soldados francos se descubrió que los musulmanes se habían retirado durante la noche.

Consecuencias




La batalla de Poitiers (en la esquina derecha superior del mapa) representa el final del avance de los ejércitos islámicos en Europa occidental. Los francos expulsarían a los musulmanes al sur de los Pirineos pocos años después.

El ejército musulmán se retiró al sur, más allá de los Pirineos. Carlos se ganó su apodo Martel ('Martillo') en esta batalla. Continuaría expulsando a los musulmanes de Francia en los años siguientes y volvería a derrotarlos en la batalla cerca del río Berre y en Narbona.[cita requerida]

No puede ser menospreciada la importancia de estas campañas, de la batalla de Poitiers y de las últimas campañas en 736 y 737 para eliminar las bases musulmanas en la Galia y suprimir la capacidad inmediata para ampliar la influencia islámica en Europa. Edward Gibbon y su generación de historiadores, así como la mayoría de los expertos modernos, convienen en que fueron indiscutiblemente decisivos en la historia del mundo. Parece incuestionable que Martel dominó esta era de la historia de una manera como pocos hombres hicieron. Sin embargo, a pesar de esta batalla, los musulmanes conservaron Narbona y la Septimania durante otros 27 años. Los tratados firmados anteriormente con la población local se mantuvieron firmes y se consolidaron incluso en 734, cuando el gobernador de Narbona, Yúsuf ibn Abd ar-Rahmán al-Fihri, llegó a acuerdos con varias ciudades de la zona para defenderse contra las intromisiones de Carlos Martel, que se había expandido hacia el sur brutal y sistemáticamente a fin de ampliar sus dominios. Carlos falló en su intento de tomar Narbona en 737, cuando la ciudad fue defendida por los habitantes cristianos (visigodos) con el apoyo de las tropas musulmanas acantonadas.

Fecha 10 de octubre de 732
Lugar Entre Tours y Poitiers, Francia.
Coordenadas 47°23′37″N 0°41′21″E
Resultado Victoria franca decisiva
Beligerantes
Reino franco Califato Omeya
Bereberes
Comandantes
Carlos Martel
Eudes de Aquitania
Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi †
Fuerzas en combate
Desconocidas1
Estimación moderna: 15 0002​-30 0003​ infantes
Desconocidas1
Estimación moderna: 40 000-60 000 jinetes4
Bajas
Desconocidas1
Estimación moderna: 150-500 muertos5
Desconocidas1
Estimación moderna: 12 000 muertos5



Importancia

Contemporáneos cristianos, desde la Crónica mozárabe pasando por Beda el Venerable y hasta Teófanes, el cronista bizantino, registraron cuidadosamente la batalla y fueron rápidos en extraer lo que veían como sus implicaciones. Estudiosos posteriores pero antiguos, tales como el inglés Edward Gibbon (1737-1794), opinaron que, si Carlos hubiese sido derrotado, los musulmanes hubieran conquistado fácilmente una Europa dividida. Gibbon escribió: «Una marcha victoriosa se había extendido mil millas desde el peñón de Gibraltar hasta las orillas del Loira; la repetición de un espacio igual hubiera llevado a los sarracenos a los confines de Polonia y a las Tierras Altas de Escocia; el Rin no era más infranqueable que el Nilo o el Éufrates, y la flota musulmana podría haber navegado sin una batalla naval hasta las bocas del Támesis».

Algunas estimaciones modernas del impacto de la batalla (Roger Collins, Archibald Lewis, etc.) han marcado distancias con la posición extrema de Gibbon, y en cualquier caso opinan inviable una continua expansión por razones de falta de cohesión interna. Su conjetura recibe, no obstante, el apoyo de otros muchos historiadores. Aun así, dada la importancia que los registros árabes de la época dieron a la muerte de al-Gafiki y a la derrota en la Galia,[cita requerida] y a la consiguiente derrota y destrucción de las bases musulmanas en lo que ahora es Francia, es muy probable que esta batalla tuviera una importancia macrohistórica al frenar la expansión del islam en Occidente. Esta derrota fue el último gran esfuerzo de la expansión islámica mientras hubo todavía un califato unido,[cita requerida] antes de la caída de la dinastía de los Omeyas en 750, solo 18 años tras la batalla.

Según otros historiadores, «Carlos Martel rechazó solo una de las constantes razzias que los musulmanes emprendían estacionalmente en busca de botín. Antes, los francos habían derrotado ya algunas de estas incursiones sin ánimo expansionista, y las mismas se siguieron produciendo después hasta que Pipino el Breve acabó con los restos del poder musulmán en Francia en 759 y su hijo Carlomagno pasó a combatir en Hispania. Actualmente muchos creen que, aunque la campaña que llevó a la batalla fue solo de saqueo y no de expansión, esta fuerza era sin duda la mayor que pisó territorio francés. No obstante, la contemporánea y cristiana Crónica mozárabe refiere que las tropas comandadas por Carlos (varias décadas después apodado "Martel") superaban ampliamente en número a las de Gafiqi. Con esta batalla se debilitó mucho el poder musulmán en el sur de Francia, perdió a su mejor comandante y con él toda ocasión de conquista al norte de los Pirineos.



miércoles, 5 de abril de 2023

Lanza y bonete de acero

Lanza y bonete de acero

W&W
 



El ladrón de fronteras era un especialista y necesitaba equipo especial, la parte más importante del cual era su caballo. “Consideran que es una gran vergüenza para cualquiera hacer un viaje a pie”, escribió Leslie, y Froissart había notado dos siglos antes cómo los escoceses en la guerra “van todos a caballo. . . la gente común en pequeños coches de alquiler y caballos castrados. Los caballos fronterizos, llamados hobblers o hobbys, eran pequeños y activos, y estaban entrenados para cruzar los terrenos más difíciles y pantanosos, “y pasar por donde nuestros lacayos apenas se atrevían a seguir”.

Tales preciosos animales naturalmente atrajeron la legislación, particularmente en Inglaterra, donde los caballos escaseaban. A finales del siglo XVI se prohibió estrictamente su exportación a Escocia; Hunsdon "condenó a varios" por esta traición en 1587 y se quejó de que los caballeros ingleses estaban involucrados en el comercio ilícito. Era una ley bien violada en ambas direcciones, ya que Escocia había prohibido la exportación de caballos veinte años antes, sin gran éxito.

Los escoceses se habían destacado durante mucho tiempo como criadores de caballos, tanto que ocasionalmente se aprobaron leyes para restringir la producción. Según el estatuto de 1214, cada escocés con propiedades debe poseer al menos un caballo, y en 1327 el país podía poner 20.000 jinetes en el campo. La exportación a Inglaterra en ese momento era muy rentable y la realizaban incluso hombres de rango. Los reyes Estuardo importaron de Hungría, Polonia y España para mejorar la raza, y allí surgieron las monturas pequeñas, rápidas e inusualmente resistentes que en la época de James IV tenían fama de ser capaces de cubrir hasta 150 millas en un día. Deben haber sido millas cortas.

Sin embargo, aun admitiendo la exageración, estos caballos eran monturas ideales para todo uso tanto para los asaltantes en tiempos de paz como para la caballería ligera en tiempos de guerra. Permitieron a los jinetes fronterizos reunir y mover hombres a gran velocidad en distancias notables. Un líder como el joven Buccleuch podría reunir 2000 caballos en poco tiempo, capaz de atacar más rápido y a una distancia mucho mayor de lo que le habría parecido creíble a un comandante de caballería ordinario; entre sesenta y ochenta millas por día parece haber estado dentro de su capacidad. Además, los caballos eran baratos de comprar y fáciles de mantener: hay pruebas de que ni siquiera necesitaban herrar.

El jinete fronterizo, mientras montaba su cojeador, era una figura muy hábil, mucho más aerodinámica que el soldado de caballería ordinario de su tiempo. Su apariencia era "vil y mendigo" según los estándares militares, y esto se aplicaba tanto a los señores como a los humildes. “Todos vestidos con chaquetas recubiertas de cuero blanco, dooblettes del mismo o de fustán, y más comúnmente todos con calzas blancas”, señaló Patten después de Pinkie (1547). “Ninguno con cheine, broche, anillo o prenda de seda que yo pudiera ver. . . . Esta villa de puerto fue la causa de que tantos de sus grandes hombres y caballeros llevaran kyld y tan pocos se salvaran. El exterior sheaw . . . por donde un extraño pudiera distinguir a un villano de un caballero, no estaba entre ellos para ser visto.”

En la cabeza, el jinete llevaba el capó de acero, que en la primera parte del siglo solía ser el sombrero de ensalada, básicamente un cuenco de metal con o sin visera, o el borgoña, un casco bastante más elegante que, en su forma más ligera, estaba abierto y enarbolado. Estos tocados, muchos de los cuales serían hechos en casa por herreros locales, fueron reemplazados gradualmente en la época isabelina por el morrión, con su ala curva, peine y ocasionales orejeras.

Sobre la camisa, el jinete podía llevar una cota de malla, pero la prenda más normal era el jubón, una cota acolchada de cuero grueso cosida con placas de metal o cuerno para mayor protección. Era mucho más ligero que una armadura y casi tan efectivo contra cortes y estocadas; Los fronterizos más ricos podían llevar espaldas y pechos de acero, pero para los jinetes cuyo objetivo principal era viajar ligeros, eran una bendición a medias. Los Scots Borderers fueron reconocidos oficialmente por el Consejo Privado como "jinetes licht" que no estaban obligados a servir con armaduras pesadas durante la guerra; los Borderers ingleses, cuando se empleaban en campañas, se usaban de manera similar como exploradores y "pinchadores".

Botas y calzones de cuero completaban la indumentaria, que carecía de insignias excepto en tiempo de guerra, cuando los jinetes llevaban pañuelos atados a los brazos en señal de reconocimiento, así como las cruces de San Jorge o San Andrés, según su nacionalidad, o su lealtad Las letras bordadas unidas a sus gorras también se utilizaron para la identificación en tiempos de guerra. (Había una sospecha en el ejército inglés en la década de 1540 de que los jinetes de la marcha inglesa usaban estos signos de identificación no solo para que se conocieran entre sí, sino "que los usaban para colusión, y más bien porque podrían ser conocidos por el enemigo". , como los enemigos les son conocidos, porque ellos también tienen sus marcas, y así en conflicto, o uno para perdonar al otro, o gentilmente uno para tomar al otro.

Este traje ligero y útil, tan adecuado para las actividades de corta y fuga de su portador, reflejaba también los patrones militares cambiantes de la época. El siglo XVI vio una revolución en la guerra; era el puente entre los caballeros medievales y los hombres de armas, con sus armaduras y armas pesadas, y la era de la potencia de fuego.

La pólvora se había convertido en algo propio, y cuando se descubrió que el correo no detenía una bala, todo el concepto de equipo de protección cambió. Las largas botas de cuero ocuparon el lugar de las grebas, la armadura dio paso a la casaca reforzada y el casco de caballero al yelmo abierto.

El gran cambio, por supuesto, estuvo en las armas de misiles. Durante dos siglos, el pensamiento militar de Inglaterra había estado dominado por una de las armas de mano más letales en la historia de la guerra: el arco de seis pies de largo con el que el campesino inglés había dominado los poderes de la caballería. Naturalmente, Inglaterra se mostró renuente a cambiar de este probado ganador de batallas, y en esto, como en la mayoría de los otros desarrollos militares, quedó rezagada con respecto al continente, incluso bajo un monarca tan consciente de la guerra como Enrique VIII.

La controversia entre la pistola y el arco largo, que alcanzó su clímax durante el reinado de Isabel, fue amarga. La escuela de arco, además de sus razones sentimentales, instó a la eficiencia del arquero que podía enviar doce tiros por minuto a un objetivo del tamaño de un hombre a 200 pasos (la práctica en distancias más cortas estaba prohibida en la época de Henry); contra esto, el nuevo arcabuz solo podía disparar de diez a doce tiros por hora cuando Isabel subió al trono, aunque la tasa había aumentado de treinta y cinco a cuarenta en 1600. Un arcabuz no era adecuado en clima húmedo, era engorroso y costaba 30 años (Un arco cuesta alrededor de 6 chelines y 8 peniques, con flechas). El conde de Sussex, en la frontera en 1569, exigía arqueros, no “arcabuceros mal equipados”, y la opinión local parece haberlo apoyado; los inquilinos de Home Cultram, hasta 1596, rechazaron los calibres por ser demasiado caros.

Pero el lobby de las armas de fuego, que incluía figuras tan influyentes como el veterano Sir Roger Williams, finalmente se salió con la suya; en la década de 1560, la mayoría de la infantería inglesa llevaba el arco largo, pero en 1600 estaba prácticamente obsoleto en todo el país. En la Frontera, sin embargo, donde se necesitaba un arma ligera y de fuego rápido, el arco duró más tiempo; en Leith Ward, Cumberland, en 1580, el registro mostró más de 800 arqueros por nueve arcabuceros, y en el registro de 1583, la Marcha del Oeste inglesa contó con 2500 arqueros, sin mencionar las armas de fuego. Cientos de pistolas de mano con municiones fueron enviadas a Berwick en 1592, pero la pólvora no era confiable y en cuanto a las armas, "cuando fueron disparadas, algunas de ellas se rompieron y lastimaron las manos de varios hombres". En el mismo año, Richard Lowther solo pidió arcos para la defensa de Carlisle.

Al igual que la infantería campesina local, los jinetes fronterizos también usaban el arco, pero a medida que avanza el siglo se menciona cada vez más que llevaban arcabuces, las piezas ligeras llamadas calivers, y el dag, la pistola pesada que era el equivalente aproximado del pistola moderna de gran calibre.

Las principales armas cuerpo a cuerpo de los soldados de infantería fronterizos eran el pico, la cuchilla larga con pica que había durado hasta la Edad Media, la lanza y un arma local llamada hacha Jedburgh, con un borde cortante redondo distintivo. Las espadas rara vez se mencionan en los registros ingleses, pero los jinetes de la Marcha de ambos bandos ciertamente las portaban, ocasionalmente con pequeños escudos.

Sin embargo, en paz o en guerra, el arma favorita del jinete era la lanza. Éstos tenían a veces más de trece pies de largo, pero por lo general debían haber sido más cortos. Se usaban acostados, para empujar y también para lanzar. Camden describe a los Borderers a caballo pescando salmón en Solway; cualquiera que haya intentado pescar con arpón a pie apreciará la experiencia necesaria para hacerlo desde la silla de montar.

Eure se pronunció sobre esta habilidad fronteriza sin calificación: encontró que los jinetes de la Marcha eran mejores en el manejo de lanzas a caballo que los hombres de Yorkshire, y "mejores pinchadores en una persecución como conociendo los musgos, más ágiles a pie".

Entonces, este era el arsenal del Borderer, para la campaña en tiempos de guerra o la incursión en tiempos de paz. Entonces, si uno monta el reiver en su hobbler, con casquillo de acero, gato, lanza, espada cortante, daga y pistola, está completamente equipado y listo para apuntar al objetivo: granja, aldea o manada de pastoreo, pele. torre o encofrado. Esto, literalmente, era su trabajo del día.

jueves, 22 de octubre de 2020

Medioevo: Rompiendo la pared de escudos con caballería

Rompiendo la pared del escudo

W&W




Un caballero normando. El pomo elevado hacia adelante y hacia atrás aumentaba la estabilidad en la silla de montar y el escudo en forma de cometa brindaba protección adicional a sus piernas expuestas. Los sajones no estaban familiarizados con la lucha contra jinetes blindados.

Las tácticas de batalla normandas eran tan desconocidas para los ingleses como su apariencia y lenguaje muy cortos. El cronista William de Malmsbury describió las diferencias entre los asaltantes en ese "día fatal".

`Los ingleses de la época vestían prendas cortas que llegaban hasta la mitad de la rodilla; tenían el pelo recortado, la barba afeitada, los brazos cargados de pulseras doradas, la piel adornada con diseños perforados; solían comer hasta que se hartaron y beber hasta enfermarse ".

Los normandos estaban formados en una extraña formación de batalla. Había tres divisiones de tres líneas, con los bretones a la izquierda, flamenco y francés a la derecha y los hombres de William en el centro. Unos 1,500 arqueros se colocaron por delante de 4,000 infantería pesada con 2,000 caballeros esperando expectantes en la parte trasera las primeras señales de una brecha en la pared del escudo. William de Malmsbury describió a los normandos como "extremadamente particular en su vestimenta" y "feroz en atacar a sus enemigos". A diferencia de la sólida formación que tenían delante, los normandos estaban "listos para usar la astucia o para corromperlos mediante el soborno". Tenían acceso a nuevas ideas y luchaban como tales, "sopesan la traición por su posibilidad de éxito y cambian sus opiniones por dinero". Este fue un choque de dos culturas.

Los hombres de William eran aventureros de mentalidad independiente, como sus antepasados ​​vikingos. Lucharon por el saqueo y la ganancia económica, así como por sus señores. Alentados por el apoyo papal y la promesa de poder y riqueza del duque William, todos los soldados habían participado en una empresa de alto riesgo. Al cruzar el Canal, un peligroso viaje en clima cuestionable, habían quemado sus botes. Regresar no era una opción. Eran una fuerza disciplinada, como lo demuestra la logística magistral y el estricto control de William. Reunió una fuerza de 10,000 a 14,000 hombres y los mantuvo intactos y enfocados durante un largo verano en los estuarios de Dives y Somme antes del cruce. La operación anfibia más grande y más riesgosa montada desde la época romana valió la pena, los desembarcos fueron inesperadamente sin oposición. La fuerza de aterrizaje de William fue una mezcla interétnica de unos 2.000 bretones, 1.500 flamencos y franceses y 4.000 normandos. Más diversos que los ingleses, pero a diferencia de ellos, la mayoría eran profesionales endurecidos, mercenarios y, en consecuencia, equipados.

Dos semanas de rapiña y saqueo en los pueblos ingleses circundantes siguieron a los meses de inactividad forzada en Francia, una política deliberada para incitar a Harold a la batalla. Después de las estrictas restricciones impuestas a su estadía en el estuario de Dives a la espera de vientos favorables, guerreros acostumbrados a atacar en su país, especialmente porque formaba parte de la voluntad de Dios, habían acogido la guerra sin restricciones contra civiles indefensos. Con tan poca oposición hasta la fecha, los hombres de William probablemente se sentían seguros de dar una paliza al afeminado inglés. Ni siquiera parecían defender las aldeas indefensas que arrasaron hasta el suelo, y después de esta batalla habría aún más.

Los jinetes blindados habían ganado cada vez más importancia en el continente, pero eran menos conocidos en Inglaterra. Los caballeros normandos estaban idénticamente armados y vestidos como los Housecarls y Thegns, aunque los caballeros llevaban cota de malla hasta la rodilla, divididos en la parte delantera y trasera para conducir con una capucha de malla integral. Los cascos pueden ser martillados de una sola pieza de hierro o hechos de segmentos remachados, acolchados con cuero o tela para amortiguar la cabeza contra golpes. Estos cascos cónicos a menudo tenían un protector nasal para proteger la nariz y la cara, lo que le daba al usuario una apariencia impersonal sombría, que podía ser estampada y decorada para aumentar la ferocidad del usuario.

Los arqueros normandos no lograron hacer una sangría apreciable en el muro de escudos sajones, porque los vuelos sueltos cuesta arriba tendían a pegarse en los escudos o pasar por encima. El Tapiz de Bayeux muestra hachas y espadas empuñando Housecarls con racimos de flechas que sobresalen de sus escudos. Las ballestas se emplearon a corta distancia y estos hombres, como los arqueros, ocuparon la posición social más baja en el ejército de William. Las horribles heridas causadas por las peleas de arco cruzado contra el desprotegido Fyrd aparentemente causaron verdadera consternación en la profundidad del muro de escudos inglés. Pronto se hizo evidente para los normandos que la única forma de penetrar sería mediante ataques directos de caballeros montados.

Los caballos de guerra normandos fueron cuidadosamente seleccionados y criados sementales, enseñados a dar cabezazos, así como a patear y morder. Causaron verdadera consternación cuando el suelo se sacudió con sus galopeos contra la cresta de la colina forrada con escudo. Media tonelada de caballo y jinete blindado podría posiblemente romper una brecha en la pared del escudo, pero los caballos evitan los objetos aparentemente sólidos. Intentando simplemente avanzar, a pesar de perder impulso, invitó al tipo de retribución descrito por Robert Wace, como un Housecarl:

". Corrió directamente sobre un caballero normando que estaba armado y montado en un caballo de guerra, y trató con su hacha de acero para cortar su casco; pero el golpe fracasó y la cuchilla afilada bajó la vista hacia la silla de montar, atravesando el cuello del caballo hasta el suelo, de modo que tanto el caballo como el amo cayeron juntos a la tierra ".

Una vez abajo en el borde de la pared del escudo había terminado. El Tapiz de Bayeux sugiere que los caballeros normandos estaban clavando sus lanzas en la parte superior de los que iban detrás, especialmente vulnerables a ser desarmados por un hacha giratoria. Disminuido la velocidad por la escalada, los caballos de tropiezo fueron alejados de la pared del escudo flexible, actuando como un agresivo scrum de rugby. El examen de los esqueletos sobrevivientes del período revela que la mayoría de las lesiones parecen haber sido infligidas en la parte superior de la cabeza y el hombro y la región pélvica inferior. Las hendiduras del cráneo sugieren que muchos luchadores no tenían protección para la cabeza. Las lesiones en la parte superior de la pierna y la región pélvica apuntan a la práctica de lucha común de inhabilitar con un golpe de lanza y luego acabar con la víctima cuando cayó al suelo, con un golpe de espada o hacha en la cabeza.

Los normandos eran asaltantes, expertos en rápidos barridos de caballería móvil. Una vez que los elementos del Fyrd habían sido atraídos más allá de la pared del escudo por retiros fingidos o cortados en grupos, eran carne fácil para los jinetes normandos. Este elemento montado y el empleo de arqueros en apoyo le dieron a los normandos un mayor grado de flexibilidad para reducir la pared de escudo más inmóvil. La capacidad de comando montada por Williams le dio una ventaja en esta contienda muy apretada entre dos señores de la guerra, igualados, tácticamente astutos y despiadados. Fue una batalla a corta distancia, perdida con la caída de comandantes clave en puntos de crisis. Los normandos se aventuraron a todo, planearon convincentemente y ganaron.

lunes, 7 de enero de 2019

Medioevo: Bombarda


Bombarda





La bombarda o lombarda, considerada actualmente como el arma de fuego portátil más antigua de todas, era una pieza de artillería muy primitiva que acabaría siendo precursora del cañón.



Las bombardas se construían de duelas y aros de hierro forjado. Estaban compuestas de caña y recámara postiza, que se unían entre sí con tosco afuste por medio de cuerdas. Eran de longitud de ánima muy corta y disparaban como proyectil una esfera de piedra toscamente labrada.


Bombarda.

Pronto, sin embargo, se hicieron de ánima más larga y, al acabar el siglo XIV, se efectuó un importante progreso al comenzar a sustituirse la esfera de piedra o bolaño por la de hierro colado, lo cual permitió disminuir el calibre. A finales del siglo XV se puede distinguir ya la bombarda trabuquera, de la que nació el mortero o pedrero; el pasavolante, pieza de ánima más larga y de menor calibre que la bombardera ordinaria; la cerbatana y el falconete. Otro progreso de esta época fue la construcción de piezas de ánima seguida, que se llamaron cañones.



Bolaños usados como munición de las bombardas en el sitio de Algeciras de 1342.

Documentación


Existen varios manuscritos ilustrados acerca de la disposición de este tipo de arma:
  • Walter de Milemete (1326), capellán de Eduardo III de Inglaterra, escribió un texto denominado "De Secretis Secretorum" que se supone es una descripción de Aristóteles y en él se encuentra un cañón en forma de jarrón colocado sobre un soporte de madera de cuatro patas.
  • El segundo es "De Nobilitatibus, Sapientiis et Prudentiis Regun", en el que aparece la bombarda con la misma forma y muestra una flecha en su interior, es de menor tamaño que el anterior y se presenta dispuesta sobre un caballete.

En las ilustraciones de ambos documentos aparece representado un precavido soldado que aproxima al fogón un trozo de yesca o mecha atada al extremo de un palo largo.


Wikipedia

viernes, 30 de junio de 2017

Uniforme: Evolución del kit de combate británico desde 1066 hasta 2014

Inventarios de la guerra: Equipos de soldados británicos desde 1066 al 2014
The Telegraph



En un día de invierno en 1915, la familia del Capitán Charles Sorley - atleta, soldado y poeta - recibió un paquete. Era su bolsa de kit, enviado por su regimiento desde el frente occidental, donde Sorley había sido asesinado, de 20 años, en la Batalla de Loos. Fuera de este bolso fue una vida abreviada: efectos personales, artículos de uniforme y un fajo de papeles de las que emergieron su ya famoso soneto Cuando usted ve millones de muertos silenciosos. Una nueva encuesta fotográfica de kits militares ahora ilustra esa curiosa combinación. El fotógrafo Thom Atkinson ha grabado 13 kits militares por su serie 'Soldados inventarios.
Soldado raso, batalla del Somme en 1916 
Mientras que la Primera Guerra Mundial fue la primera guerra moderna, como el kit de Somme ilustra, también era primitiva. Junto con su máscara de gas un privado se emitiría con una de pinchos 'club de trinchera' - casi idénticas a las armas medievales.


Huscarl 1066, Batalla de Hastings 
'El guerrero anglosajón en Hastings no es tal vez tan diferente de la "Tommy" británico en las trincheras ", dice el fotógrafo Thom Atkinson. En la batalla de Hastings, la elección del armamento soldados era extensa.


Caballero montado, cerco de Jerusalén en 1244
Grupos que representan eventos históricos, coleccionistas, historiadores y soldados en servicio ayudaron al fotógrafo Thom Atkinson a armar los componentes de cada foto. "Fue difícil de rastrear personas con conocimientos con el equipo correcto," dice. "Las imágenes son realmente el producto de su conocimiento y experiencia."

Arquero combatiente, batalla de Agincourt en 1415 
Después de haber trabajado en proyectos con el Wellcome Trust y el Museo de Historia Natural, el fotógrafo Thom Atkinson ha dirigido su atención a lo que él describe como "la mitología que rodea la relación de Gran Bretaña con la guerra".

Hombre de armas Yorkista, batalla de Bosworth en 1485 
'Hay una cuchara en cada imagen," dice Atkinson. "Creo que es maravilloso. El requisito de la comida, y la experiencia de comer, no ha cambiado en 1.000 años. Es lo mismo con el calor, el agua, la protección, el entretenimiento '.

Mosquetero, Tilbury 1588 
Las similitudes entre los kits son tan sorprendente como las diferencias. Los bloc de notas se convierten en iPads, cuencos del siglo 18 reflejan platos de campaña modernos; juegos como el ajedrez o las cartas aparecen regularmente.

Nuevo modelo de mosquetero del Ejército británico, Batalla de Naseby en 1645
Cada juego representa el equipo personal realizado por un soldado británico común nocional en una batalla histórica en el último milenio. Es una secuencia marcada por Bosworth, Naseby, Waterloo, el Somme, Arnhem y las Malvinas - y asentada por la batalla de Hastings y la provincia de Helmand.


Soldado centinela, Batalla de Malplaquet de 1709
Atkinson dijo que el proyecto, lo que le llevó nueve meses era una educación. 'Nunca he sido un soldado. Es difícil mirar a un objeto como éste y entender por completo. Yo quería que fuera por la gente. Observando todo lo desplegado, empiezo a sentir que somos realmente las mismas criaturas con las mismas necesidades fundamentales.'


Soldado, Batalla de Waterloo en 1815 
Kit provisto a los soldados combatientes en la Batalla de Waterloo una jarra de peltre y un conjunto de borradores.


Soldado raso, Brigada de Rifles, Batalla de Alma en 1854
Cada imagen representa las vendas, bayonetas y balas de la supervivencia, y los ganchos en los que cuelga la humanidad: Papel, libros de oraciones y Biblias.


Cabo lancero, Brigada de Paracaidistas, Batalla de Arnhem en 1944 
Cada fotografía muestra el mundo de un soldado condensa en un manifiesto reducida de defensas, las disposiciones y las distracciones. No lo formal (tal como se emitió por la intendencia y armero) y el personal (relojes, crucifijos, peines y cepillos de afeitar).


Comando de los Royal Marines, el conflicto de las Malvinas en 1982 
Desde la armadura pesada usada por un hombre de armas Yorkista en 1485 hasta los paquetes llevados en mochilas en Puerto Argentino en las espaldas de los Royal Marines cinco siglos más tarde, la carga literal del esfuerzo de un soldado está a la vista.


Zapador de apoyo cercano, Ingenieros Reales, Provincia Helmland, 2014 
La evolución de la tecnología que se desprende de la serie es un proceso que se ha acelerado en el último siglo. El reloj de bolsillo de 1916 es hoy un reloj de pulsera digital resistente al agua; el rifle a cerrojo Lee-Enfield ha sido sustituido por la carabina de asalto ligero con mira láser de futuro; y chalecos de camuflaje Kevlar ligero ocupan el lugar de las túnicas de servicios caqui patrón de lana.

miércoles, 21 de junio de 2017

Sanidad militar: La telaraña detienen las hemorragias

Cuando los soldados llevabab telarañas entre su equipo de campaña
Javier Sanz  | Historias de la Historia





En la España de comienzos del siglo XX los medios sanitarios no eran muy boyantes y menos en las áreas rurales. Sin embargo, se las ingeniaban para suplir esas carencias con recursos que pudieran obtener fácilmente y que ya habían sido utilizados por sus antepasados. Uno de ellos eran las telarañas. Y es que si algo se aprovechaba de estas telas de araña era su efecto antihemorrágico, pues era capaz de detener sangrados no demasiado graves y curarlos siempre y cuando no hubiera infección. El secreto está en que la seda de la telaraña está recubierta con hongos que contienen antibióticos y construyen una red rica en proteínas.

De esta manera, se han recogido testimonios de numerosos puntos de la geografía española en las que sus habitantes recordaban haber utilizado dichos apósitos arácnidos como remedio medicinal. Entre los carpinteros de Valencia eran conocidas las propiedades de las telarañas para atajar una hemorragia por corte con herramienta de trabajo. Inmediatamente después de haber sufrido el daño, se buscaba una telaraña -que en los talleres abundan-, y se enrollaba alrededor de la herida.

Pero el uso médico de las telarañas es antiguo, especialmente por sus propiedades hemostáticas, conocidas desde la Antigüedad. Plinio, en su Historia Natural, ya describió las propiedades homeostáticas de esta fibra. Por su parte, el médico y farmacólogo griego Dioscórides, escribía en el siglo I…

la tela de la araña, aplicada sobre una herida, detiene la sangre y mantiene sin inflamación las heridas superficiales
Incluso, en el Satiricón de Petronio encontramos mención al empleo de telas de araña con fines terapéuticos:

Gitón, más cariñoso que yo, restañó la herida que se había hecho en la frente, primero con telas de araña untadas en aceite…
Hay datos que hacen pensar que esta práctica se mantuvo con el tiempo, porque en la batalla de Crecy (1356), una de las batallas más importantes y decisivas de la guerra de los Cien Años, los soldados mallorquines al servicio del rey francés Felipe VI llevaban en su botiquín unas cajitas repletas de telarañas para taponar posibles heridas. Aunque esta costumbre se ha abandonado entre los humanos parece ser que todavía se practica con los animales.

Además de la propiedad antihemorrágica científicamente probada, las buenas gentes le atribuían algunas más, como el tratamiento de quemaduras y contusiones, la eliminación de verrugas, como antipirético e, incluso, como remedio calmante del dolor de garganta.

martes, 28 de julio de 2015

Medioevo: Cómo se mantenía la provisión de flechas en combate

¿Cómo los Ejércitos mantenían el suministro de flechas mientras luchaban los arqueros?



La batalla de Crécy entre el ingleses y franceses en la Guerra de los Cien Años. A partir de un manuscrito iluminado de Crónicas, del siglo 15 de Jean Froissart.
Cortesía de Wikimedia Commons

Esta pregunta apareció originalmente en Quora, la mejor respuesta a cualquier pregunta. Haz una pregunta, obtener una gran respuesta. Aprenda de los expertos y el conocimiento de acceso privilegiada. Puedes seguir Quora en Twitter, Facebook y Google Plus.

Respuesta de Stephen Tempest, historiador aficionado cualificado:

Durante la Guerra de los Cien Años, Inglaterra tenía una organización centralizada, controlada por el Estado para la fabricación de flechas a granel. Estos luego se proveían según sea necesario para los soldados en campaña.

En junio de 1413, por ejemplo, Henry V nombró a Nicolás Mynot ser "guardián de las flechas del rey", basada en la Torre de Londres. Mynot era responsable de hacer flechas, pero los fletchers reales por sí sola no podría suplir la necesidad total, por pedidos adicionales fueron colocados con proveedores externos. En agosto de 1413, por ejemplo, fletcher londinense Stephen Seler fue pagado 12.000 flechas.

Tenemos algunas cifras totales disponibles. En 1418, el gobierno de Enrique V compró 150.000 flechas; en 1421, adquirió casi 500.000. Varios años de suministro sería almacenado para una gran campaña. Medio siglo antes en 1360, las cuentas de Edward III revelan que 566.400 (flechas y arcos 11.000) se almacenan en la Torre de Londres solo.

Las flechas fueron con plumas de gallina, que se recogieron en el campesinado como una forma de impuesto. En 1418-9 Enrique V ordenó a sus sheriffs (los oficiales reales en cada condado) para recoger un total de 1,19 millones de plumas de ganso en el transcurso de 10 meses, para ser entregados a la Torre de Londres por San Miguel (29 de septiembre). Una similares orden aunque más pequeña, dos años antes, precisó que seis plumas deben tomarse de cada ganso.

En campaña, las flechas eran mayor agotador en barriles y transportados en vagones. Arqueros podría ser emitido con tres gavillas de 24 flechas cada uno para llevar al combate, y durante un largo corredores de batalla sería enviado para llevar más flechas de los vagones.

Es posible que algunos arqueros trajeron sus propias flechas. Las personas que estaban forestales o cazadores (o bandidos) en la vida civil estarían acostumbrados a suministrar sus propias necesidades y podrían preferir flechas cuya longitud y peso era más adecuado para el peso del drenaje de su arco de las flechas gobierno-edición estándar. Sin embargo, en una larga campaña en el extranjero que es poco probable que habían quieren cargar con un gran número de las propias flechas.

Es posible flechas fueron rescatadas después de una batalla. En 1343, las cuentas del registro de la Torre de Londres que Robert Mildenhall "trajo de vuelta" 7000 flechas de una campaña en Bretaña que tuvo que ser limpiado y re-atado en gavillas, teniendo 10 trabajadores seis días.

Este sistema centralizado fue una innovación del siglo 14. Antes de eso, los soldados simplemente se ordenaron para llegar a la de obligaciones feudales traer sus propias armas y equipos, a su propio costo (o la de su señor).

No estoy familiarizado con la forma en que los mongoles dispuestas las cosas, y la información precisa parece difícil de encontrar en Internet.

Slate